Estamos acostumbrados, desde
chicos, a los convencionalismos y utilizamos el yo, el mí y el tú o ustedes de
forma más o menos automática; pero cuando entramos dentro del mundo esotérico
parece como que estuviese mal visto el utilizar la primera persona del
singular, dado que da idea de estar sujeto al terrible y omnipresente yo, el ego. La mayoría utilizamos nosotros y nuestro, como un acto de humildad ante quien tenemos al otro lado; pero no olvidemos
nunca que tan solo se trata de un simple protocolo que puede ser utilizado para
despistar al lector o asistente a una determinada ponencia. Yo puedo ser una
persona extraordinariamente egoíca y peligrosa; pero como no soy tonto, debo
mostrar una apariencia más cercana a mis oyentes o lectores, por lo tanto
utilizo el término de humildad nosotros o nuestro.
Pero no es esta cuestión la que
queremos tratar, sino la de las disputas que suponen las diferentes visiones del
Mundo, de una misma Cosa. Esto es blanco y si es blanco, es imposible que
pudiera ser negro ¿Estamos seguros de que esto es así? Yo no pondría la mano en
el fuego por esta manida asertacion.
Pudiera parecer que esto es solo
un problema del mundo esotérico donde la realidad pudiera resultar un tanto
oscura y nebulosa por no tan visible y conocida; pero también en el mundo de la realidad visible sucede y es
motivo de conflictos y guerras suicidas. Cada uno tenemos nuestra perspectiva
visual y auditiva, nuestro singular punto de vista y se ve con claridad
poniendo el ejemplo de unos pasajeros que viajaran en un trasatlántico y su
punto de vista fuese el ojo de buey de su camarote. Lo que los pasajeros de babor
observasen sería completamente diferente de lo observado por los de estribor e
incluso desde una misma eslora, los puntos de vista de los pasajeros serían
sensiblemente distintos y el oleaje observado desde una venta no coincidiría
con el de las otras. En cierto modo es como si todo fuese relativo.
Planteo esta cuestión, a raíz de
los diferentes modos de ver la realidad intangible del Mundo Oculto de parte de
las múltiples escuelas, talleres y organizaciones esotéricas. Conociendo esta Verdad
Universal: Que el Punto de vista de cada uno de los individuos acerca de una misma Cosa es una realidad per se, no tiene algún sentido construir catedrales globales de
dogmas y doctrinas inmutables, porque más pronto que tarde alguien entrará en
conflicto con aquello expuesto de forma taxativa y de no ser escuchado primero y
comprendido después, terminará siendo abandonada la congregación.
¿Estamos seguros de poder decirle
a alguien, nadie en concreto, que se encuentra equivocado desde su punto de
vista? ¿Quiénes nos creemos nosotros para ponernos en el punto de vista de
otros? Simplemente, se puede intentar; pero no se puede. Podemos intentar
comprender las interpretaciones de los otros aunque para nosotros sean
incompresibles y nos parezcan absolutamente falsas; pero no podemos decir que fulanito ha visto u oído exactamente esto o lo otro, sino que será el tal fulanito quien
nos lo tenga que explicar, con sus palabras, para que podamos comprenderlo de
primera mano.
Aun así, si ese mismo hecho que
nos cuentan, nosotros lo hubiésemos experimentado, seguro que no coincidirán los
hechos contados por otros con los de nuestra propia experiencia personal. Serán parecidos
y coincidentes en muchos puntos; pero nunca idénticos.
Con esto queremos decir que todas
las academias esotéricas son simplemente preparatorias. Recordémoslo a sangre y
fuego: PREPARATORIAS, y como tal no podemos dar más que unas simples pinceladas
o recomendaciones de cómo acceder, comportarnos en dichos mundos y contar
aquello que vemos u oímos con nuestros sentidos del Alma. Lo tajante e
inmutable es tan infiel en el mundo de la vigilia como en el denominado como onírico.
Nunca deberíamos dar nada por sentado ni indicar que éste Gurú o aquel Maestro
están en posesión de la verdad espiritual absoluta. Eso es una memez de
solemnidad que ya de por sí nos debería hacer dudar de su veracidad y utilidad.
Entendemos que es necesario
aprender las nociones básicas, como la ortografía y la gramática en el caso de
cualquiera que quisiera dedicarse, con un mínimo de aceptación pública, a la
literatura y, esa, solo esa es la verdadera función de las escuelas
preparatorias de esoterismo místico. Cualquiera que intente atrapar, entre sus
paredes doctrinales, a sus buen intencionados acólitos, sin dejarles la libertad
de pensar por sí mismos y alzar el vuelo de la individualidad cuando así lo
consideren, simplemente no es una escuela o centro preparatorio sino una
auténtica secta destructiva.
Consideremos el Universo conocido
como una inmensa catedral donde todas y cada una de sus criaturas fuésemos los
ladrillos de los que está constituida. Jamás, los ladrillos de los cimientos
podrán tener la misma visión que aquellos que se encontrasen soportando la
veleta o la cruz. Nunca será la misma visión, a pesar de que solo es Uno el
Mundo donde se asientan, la de los ladrillos que miran al norte que los del sur
o los del este u oeste; e incluso desde una misma cara, el ángulo de visión
difiere dependiendo del punto concreto en el que se encontrasen instalados.
Es por ello, la importancia que
tiene el tolerarnos de forma mutua porque por muy avanzados que podamos estar
espiritualmente, tengamos por cuenta que jamás podremos vanagloriarnos de estar
investidos de una verdad absoluta e inmutable. La Verdad en muchos casos es dual y en otros muchos múltple y extradimensional.
La forma de expresarnos aunque
importante es algo secundario y a lo que debemos darle una importancia precisa
y localizada, sobre todo cuando nos dirigimos a gentes profanas, no iniciadas,
y que pudieran considerar que somos unos presuntuosos así como no indicar, de forma taxativa,
algo que ellos no podrían entender ni nosotros, a ellos, mostrarselo con meridiana claridad.
No nos situemos, cuando hablemos
de las verdades espirituales, en la atalaya de lo incuestionable e inmutado,
pues seguro que otros vendrán y nos lo cuestionarán con sus igualmente válidos y
respetables argumentos.
El principio de la tolerancia es
básico en toda convivencia humana y tolerancia no se trata de no discutir por
tener la fiesta en paz sino de hacer un esfuerzo por intentar comprender a nuestro
interlocutor y, ojo muy importante, si no llegamos a poder entenderlo,
considerar que nosotros podríamos estar equivocados o que, ambos, poseemos solo
una parte de la Verdad y que, de algún modo, los dos podríamos tener razones complementarias, aunque solo fuese desde nuestro propio y singular punto de vista.
Aralba