miércoles, 1 de enero de 2014

Compromiso, moral y mala consciencia


Ya hemos visto de forma pormenorizada, de qué se trata cuando hablamos de moral de una forma lo más universal posible: Hacer el bien a los otros, como si nos lo estuviésemos haciendo a nosotros mismos; pero solo una actitud mecánicamente programada no sirve. Se debe de ser consciente y haberlo aceptado como una necesidad tan esencial como el respirar aire.

Cuando somos personas que estamos comprometidos en el Camino Iniciático, poseemos una cierta sensibilidad hacia cuestiones que al común de los mortales les pasan desapercibidas. Somos capaces de discernir, de forma visible, donde se encuentra la frontera del bien y del mal. Al menos nosotros nos sentiremos mal si hemos realizado algo inmoral, según nuestra previa descripción,  y que indefectiblemente va a dañar a una segunda o terceras personas.  Se nos habrá creado una mala consciencia y, ésta, actuará instándonos a reiniciar el camino correcto y con el cual nos comprometimos por propia voluntad.

El Verdadero Iniciado, tras el natural paso del tiempo, va despojándose de los compromisos que lo atan a este Mundo, como si de una pesada tara se tratase, hasta transformarse en un verdadero Ermitaño. El verdadero Iniciado estará libre de compromisos, promesas y juramentos vinculantes, tanto en el mundo profano como en el iniciático; pero antes ha debido dar cumplimiento preciso de sus compromisos, promesas y juramentos anteriores, so pena que, durante el resto de su vida, traslade una carga demasiado pesada y que en algún que otro momento habrá que ser descargada y cumplidos sus ineludibles compromisos.

Por lo tanto, sin el cumplimiento de los compromisos no hay moralidad posible. Tras el cumplimiento o rotura pactada de los compromisos, el camino de la verdadera moralidad será posible. Antes debemos devolver al Cesar lo que es del Mundo Profano para comprometernos y dar a Dios lo que solo pertenece al Espíritu Eterno e Inmortal. Solo entonces estaremos en condiciones de dar nuestro Amor, a cualquiera, sin premisas previas y así actuar de una forma verdaderamente moral.

¿Cómo podemos saber que nuestro actual camino es el correcto? La Mala Consciencia. Si la mala consciencia no hace acto de presencia es que nos encontramos en el camino correcto; en caso contrario, nos provocará dolor y pesar haciéndonos saber que estamos actuando de mal modo, perjudicando a todo el mundo y a nosotros mismos. La Verdad es el único camino para retomar el Divino Camino del Amor, de la Moralidad. Cumplamos con nuestros compromisos primero o rompámoslos de mutuo acuerdo; pero sin mentir o engañar a otros. Tanto el Engaño, verdades a medias, como la mentira absoluta son los caminos más seguros para separarnos, de forma irremediable, del verdadero camino iniciático, del verdadero Amor y de la propia Salvación de nuestras almas.

El Ser Moral es ser transparente y sin dobleces, pues nada se tiene que ocultar y todo por mostrar al profano mundo que lo rodea. Nuestro humilde consejo es tomar siempre al toro por los cuernos y aunque el dolor instantáneo sea terrible, siempre será menor y sin dilatamiento en el tiempo si reconocemos nuestras naturales pasiones, las mostramos abiertamente a los demás y somos consecuentes con nuestro mayor compromiso: No dañar a nada ni a nadie y si el daño ha sido provocado, hacer lo posible por restañar las heridas de los otros. Solo así podremos seguir nuestro Camino Moral por la vereda de la Verdad.



Aralba