Nada de lo que aquí exponemos es novedoso y ya hemos hablado
ampliamente de ello, desde otros puntos de vista; pero dado que es un tema
fundamental de la Gnosis
volvemos a tratarlo de nuevo.
El Pleroma, cuerpo de Dios, o Universo primigenio constituido de Éter,
ahora lo denominan Bosón de High o partícula de Dios, pudiera ser contemplado
como un mar infinito y multidimensional y donde cada una de sus partículas,
siempre cambiantes y sin consciencia individual, fueran, paradójicamente,
conscientes en la Unidad como un Todo.
Las infinitas partículas que constituyen el Pleroma se denominan eones
y que siempre se han representado a modo de esferas, dado que es el sólido
geométrico que mejor define algo indefinible y que además posee su reflejo
material, en nuestro Cosmos, en la forma de los astros siderales.
Así como el reflejo en el Cosmos, de los eones del Pleroma, constituyen
lo que se conoce como macrocosmos, así los reflejos de los eones en los
diversos mundos son conocidos como microcosmos. El Ser Humano es un microcosmos
muy evolucionado y capaz de sentir la consciencia de sí mismo, de su propia y singular existencia. En el Plano material el Ser Humano es como lo observamos y sale en las fotografías; pero
visto desde un plano más elevado su constitución sería semejante al Eón del que es
un mero reflejo: Una esfera transparente y luminosa.
Todo lo que sucede en el Mundo que conocemos de la Realidad o de los efectos no
es más que mera ilusión holográfica de algo que realmente sucede dentro del
Pleroma, aunque decir dentro es inexacto, dado que para que existiese un dentro
debería de existir un afuera y esto no es así. Luego todo sucede en el mismo
lugar inmutable solitario y estático, siendo el espacio y el tiempo meras
ilusiones interpretativas.
Cada una de las esferas o eones, sean estos microcósmicos o macro
cósmicos son células pleromáticas que contiene dentro de sí mismas el reflejo
de todas y cada una de las otras células que conforman la incontable totalidad
del Pleroma a modo de un inmenso holograma. Es decir, dentro de la
Esfera eónica se encontrarían reflejadas el resto de
criaturas y cosas que al igual que ella misma conforman una Entidad en sí mismas.
Es decir, dentro de nuestro micro cosmos, solo nosotros seríamos
perfectamente reales; pero el resto vendrían a ser simples reflejos de realidades
exteriores a nuestra propia célula pleromática. Así mismo, dentro de cada una de las
otras esferas eónicas, nos encontraríamos contenidos, a modo de reflejo, todos
y cada uno de nosotros sintiéndose como real solamente la consciencia propia de la
esfera eónica en cuestión.
Concluyendo, todos y cada uno de los eones, sean estos macro cosmicos o
microcósmicos poseerían consciencia de su propia realidad y el resto les pareciera que solo fuesen una mera ilusión palpable. El Eón sabe que existe, que es; pero en su sueño los
demás venimos a ser como un espejismo transeunte y sin consistencia alguna; pero dado que los seres
humanos vendríamos a ser como minúsculos eones semejantes al Eón Cósmico al que realmente
pertenecemos y del que formamos parte indisoluble, de ahí ese sentimiento de eternidad y divinidad que todos y cada
uno de nosotros, en nuestro interior, sentimos aunque haya sido tildado, en la Historia de la Teología , como la más
perseguida de las herejías.
Aralba