viernes, 24 de enero de 2014

El Esférico cuerpo de los eones celestiales



Nada de lo que aquí exponemos es novedoso y ya hemos hablado ampliamente de ello, desde otros puntos de vista; pero dado que es un tema fundamental de la Gnosis volvemos a tratarlo de nuevo.

El Pleroma, cuerpo de Dios, o Universo primigenio constituido de Éter, ahora lo denominan Bosón de High o partícula de Dios, pudiera ser contemplado como un mar infinito y multidimensional y donde cada una de sus partículas, siempre cambiantes y sin consciencia individual, fueran, paradójicamente, conscientes en la Unidad como un Todo.

Las infinitas partículas que constituyen el Pleroma se denominan eones y que siempre se han representado a modo de esferas, dado que es el sólido geométrico que mejor define algo indefinible y que además posee su reflejo material, en nuestro Cosmos, en la forma de los astros siderales.

Así como el reflejo en el Cosmos, de los eones del Pleroma, constituyen lo que se conoce como macrocosmos, así los reflejos de los eones en los diversos mundos son conocidos como microcosmos. El Ser Humano es un microcosmos muy evolucionado y capaz de sentir la consciencia de sí mismo, de su propia y singular existencia. En el Plano material el Ser Humano es como lo  observamos y sale en las fotografías; pero visto desde un plano más elevado su constitución sería semejante al Eón del que es un mero reflejo: Una esfera transparente y luminosa.

Todo lo que sucede en el Mundo que conocemos de la Realidad o de los efectos no es más que mera ilusión holográfica de algo que realmente sucede dentro del Pleroma, aunque decir dentro es inexacto, dado que para que existiese un dentro debería de existir un afuera y esto no es así. Luego todo sucede en el mismo lugar inmutable solitario y estático, siendo el espacio y el tiempo meras ilusiones interpretativas.

Cada una de las esferas o eones, sean estos microcósmicos o macro cósmicos son células pleromáticas que contiene dentro de sí mismas el reflejo de todas y cada una de las otras células que conforman la incontable totalidad del Pleroma a modo de un inmenso holograma. Es decir, dentro de la Esfera eónica se encontrarían reflejadas el resto de criaturas y cosas que al igual que ella misma conforman una Entidad en sí mismas.

Es decir, dentro de nuestro micro cosmos, solo nosotros seríamos perfectamente reales; pero el resto vendrían a ser simples reflejos de realidades exteriores a nuestra propia célula pleromática. Así mismo, dentro de cada una de las otras esferas eónicas, nos encontraríamos contenidos, a modo de reflejo, todos y cada uno de nosotros sintiéndose como real solamente la consciencia propia de la esfera eónica en cuestión.

Concluyendo, todos y cada uno de los eones, sean estos macro cosmicos o microcósmicos poseerían consciencia de su propia realidad y el resto les pareciera que solo fuesen una mera ilusión palpable. El Eón sabe que existe, que es; pero en su sueño los demás venimos a ser como un espejismo transeunte y sin consistencia alguna; pero dado que los seres humanos vendríamos a ser como minúsculos eones semejantes al Eón Cósmico al que realmente pertenecemos y del que formamos parte indisoluble, de ahí ese sentimiento de eternidad y divinidad que todos y cada uno de nosotros, en nuestro interior, sentimos aunque haya sido tildado, en la Historia de la Teología, como la más perseguida de las herejías.


Aralba