martes, 2 de octubre de 2012

El Nuevo Nacimiento



¿Cuántas veces habremos escuchado esta esotérica expresión? ¿Cómo se podría volver a nacer de nuevo? ¿Tendríamos que regresar al útero de nuestra madre? ¿Hasta qué punto es un hecho real o simbólico? Se habla del nuevo nacimiento en muchas circunstancias relacionadas con la Religión y con las fraternidades iniciáticas ¿Puede ser, ese Nuevo Nacimiento, un cambio de actitud respecto a nuestras vidas, o se trata de algo mucho más profundo?

Cuando un Pastor Evangélico habla del nuevo nacimiento en Cristo, se está refiriendo al momento de la aceptación, del nuevo Creyente, de la figura de Cristo como su salvador personal. Se presupone, que tras ese nuevo nacimiento, en este caso conversión, no se produce una transformación mágica espontánea, sino que la modificación de la actitud, ante la Vida, es un proceso gradual e imparable.

En determinados ritos iniciáticos, vinculados a la New Age, como es el Tema del Renacimiento, se trata de procesos ritualísticos simbólicos para dejar una impronta en lo más profundo de la psique de los iniciados, con el fin de mejorar su calidad de vida, a nivel emocional e intelectual, para con ellos mismos y de la gente que los rodea.

En ambos casos, aunque de forma diferente, se trata de un falso Nuevo Nacimiento encaminado a sugestionar al candidato de que, a partir de dicho instante, se habrá convertido en algo nuevo y espiritualmente mucho mejor; pero el problema surge cuando el presunto iniciado comprueba en sus propias carnes que tan solo se trata de una aceptación psicológica y que, en realidad, su vida sigue igual y que nada ha cambiado. Esto produce una trágica lucha interna que trae mucho sufrimiento a quienes lo padecen, dado que no comprenden como es posible que hayan nacido de nuevo y, no obstante, seguir teniendo esa mala conciencia de culpabilidad que terminan convirtiéndolos en fanáticos y realmente malas personas.

Cuando se trata el Nuevo Nacimiento, de forma Esotérica, estamos hablando de un Proceso que no es solo psicológico sino también físico dado que entran en juego las glándulas endocrinas. Los procesos anteriormente descritos, si fueran bien intencionados y dirigidos convenientemente podrían, en un determinado plazo, convertir ese Nuevo Nacimiento simbólico en realmente efectivo.

El proceso del Nuevo Nacimiento es como una catarsis a todos los niveles, física, emocional y mental. Es como si hubiésemos descubierto, en nuestro interior, una especie de agujero de gusano que nos comunicara con universos hasta entonces desconocidos  y que nos proporcionara una nueva luz respecto a los acontecimientos que suceden en nuestro entorno así como dentro de nosotros mismos.

Todo nuevo nacimiento implica algo similar a haber vivido en la oscuridad y después que nos hayan encendido una luz. Al principio, dado que no conocíamos dicha experiencia, primero debemos de ir aprendiendo a valorar esa nueva cosa que llamamos luz y que muestra a nuestros ojos cosas extrañas. Debemos aprender a apreciar el órgano de la visión y que anteriormente desconocíamos que pudiéramos poseer. Como segundo paso, comprobamos como todos aquellos objetos con los que tropezábamos, con anterioridad, toman forma y color. Ha cambiado todo nuestro entorno; pero también nuestra capacidad de reconocer los objetos.

En el Nuevo Nacimiento, del futuro Hombre Nuevo, sucede algo parecido; pero que es difícil de explicar dado que se trata de una experiencia particular de cada individuo y que es difícilmente repetible como experiencia colectiva. El hombre nacido de nuevo conoce el justo valor que posee su propia Vida en este plano existencial, ni más ni menos. Comprende que su Espíritu inmortal cabalga un cuerpo mortal con el fin de adquirir ciertas experiencias que de otro modo serían imposible conseguir; pero, cosa importante, lo sabe, no se trata de una simple cuestión de creencias o fe Religiosa. Esa apertura, tan radical, de la consciencia lo ha transformado de un simple Ser Humano en un Héroe, bajo todos los sentidos del término.

El Nuevo Nacimiento puede provocarse por inducción mediante algún tipo de ritual o de forma espontánea, sin venir en apariencia a cuento, dado que la personalidad del Iniciante pudiera encontrarse ya madura para producirse dicho proceso y nada más. Una persona puede buscar el Nuevo Nacimiento, durante toda la vida,  realizando ejercicios de meditación, renacimiento o de otro tipo sin encontrarlo jamás. Otros, al contrario, en un momento de su vida, sin saber porqué sí, ni porqué no, se les encienden la luz de la conciencia provocando un cambio radical y progresivo en sus vidas.

Muchos se consideran nacidos de nuevo en Cristo, Lucifer o váyase usted a saber en quien y sin embargo no lo están. Se trata de una simple cuestión de sugestión psicológica. Cosa que solo ellos están capacitados para dilucidar. Nadie puede erigirse en juez de dictaminar si alguien ha nacido de nuevo o no, dado que se trata de una experiencia única y personal. Quizá, otros, a sabiendas de que no han nacido de nuevo, por diversos motivos, actúan ante sus congéneres, de forma hipócrita, como si realmente estuviesen dentro de ese proceso e incluso se hubiera cumplido la Buena Nueva en sus vidas. Por último están los que han nacido de nuevo y parecen no ser conscientes del hecho, como que no dan importancia a ese cambio radical que se ha producido en sus vidas y que solo terminan aceptándolo por lo que sus semejantes le indican: Pedro, Juan José ¡Cuánto has cambiado! “Pues yo me veo igual” – dicen.

El Nuevo nacimiento implica la muerte progresiva de algo y el crecimiento de otro algo muy diferente, que gestaba en nuestro interior a modo de semilla y que siempre ha estado con nosotros; dado que, en el fondo, esa cosa dormidita y estática siempre ha sido nuestro verdadero Yo Espiritual, nuestro Espíritu Eterno e Inmortal. Para que el Nuevo Nacimiento se produzca debe de producirse una Muerte Real, sacrificial de la propia Personalidad, que a modo de capas de cebolla cubren una y otra vez a nuestro verdadero Ser y, dado que no posee espacio vital no puede crecer durante la vida ordinaria. Cuando la personalidad natural se va retrayendo, consumiendo, viene a ser como si fuese muriendo, conscientemente, poco a poco para dejar paso al crecimiento del nuevo y, sin embargo, antiguo, eterno Ser. Hay un instante en que la Personalidad, que no es otra cosa que la amalgama de una ingente cantidad de yoes que conviven en el Cuerpo Humano, toca fondo y descubre, por sí misma, que no tiene futuro y que debe de sacrificarse a sí misma. No se trata de una lucha entre el Nuevo Ser y el Antiguo. El Nuevo Ser solo va ocupando el Espacio que va abandonando el antiguo hasta producirse la plena transformación.

El Nuevo Ser trae, consigo, su propia memoria del Mundo Original, de donde procede y donde moran los arquetipos e ideas; pero también conserva todas y cada una de las experiencias vividas, tanto intelectuales como emocionales, de la antigua personalidad desaparecida por auto-inmolación. Aunque pudiera parecer trágico decirlo, El Nuevo Ser, en su proceso de crecimiento, se alimenta del Antiguo Ser hasta fagocitarlo por completo; pero el antiguo Ser debe, previamente, haberse rendido ante la evidencia de que él no es nada, que el Señor Anderson, la Personalidad natural, no tiene Futuro y que solo Neo, El Hombre Nuevo, puede sobrevivir.

Aralba