miércoles, 3 de octubre de 2012

Tolerancia: Comprensión ante una Realidad múltiple



Todos en Gaia conformamos como un inmenso Templo, donde cada una de sus unidades, piedras, somos cada una de sus criaturas. 

La humanidad, en sí misma, no deja de ser una de las salas del Cósmico Templo Universal y, en este caso, los individuos de la especie humana conformamos cada una de sus piezas de construcción.

Digamos que el conjunto del Templo viene a ser esa Verdad absoluta de la que tantas veces hablamos, muchas veces con cierta frivolidad; hasta tal punto que, suele provocar rencillas y confrontaciones violentas entre los individuos que sustentan opiniones enfrentadas.

Antes de referirnos a la cura de dicha enfermedad, la Tolerancia o Comprensión, debemos descubrir cual es el origen de tal Dolencia. Digamos que antes de ser ubicados en el Templo debemos de trabajarnos a nosotros mismos con el fin de que podamos encajar, como piedra de construcción, en un lugar determinado de la estructura del Edificio. 

Mientras permanecemos como un simple pedrusco de cantero, nuestras capacidades de observación y de captar la realidad, como que están muy mermadas; pero incluso, una vez pulidas las caras de la piedra, y desarrolladas nuestras capacidades de conciencia humana, aún así, el Individuo, posee una deficiencia de percepción que debe ser subsanada con la Herramienta de la Tolerancia.

Supongamos que cada piedra de construcción, independientemente de su forma, cúbica o piramidal poseyera de cuatro a seis caras. Supongamos, del mismo modo, que esa piedra fuese un Ser consciente y que en cada una de sus caras, ya pulidas, poseyera un órgano de observación, un ojo por ejemplo. 

Volvamos a imaginar ese Templo, del que hablamos como una estructura gótica y a cada una de las piedras de construcción ya ubicadas en su respectivo lugar.  Unas piedras solo poseerán dos posibilidades de observación, una hacia el interior del templo y otra hacia el exterior. 

Habrá piezas de construcción, que por su ubicación, solo tengan una cara o ninguna, orientada hacia el exterior, dado que la superficie de sus caras estén amalgamadas con las de sus compañeras; por lo tanto, en cierto sentido, será como si estuviesen ciegas.

Por otro lado, comprobamos usando nuestra imaginación, que unas piedras están situadas cerca de los cimientos, incluso en los cimientos, bajo tierra o en los sótanos y otras elevadas sobre el plano de la tierra hasta llegar a la cúspide. Recordemos que hemos situado un ojo consciente en cada una de las caras, observando lo que se encuentra enfrente de él con un determinado ángulo de percepción. 

Quizá ya, el Lector, ha podido comprender a donde lo queremos situar. Los órganos de observación de las piedras pueden ver diferentes realidades, unas por estar situadas cerca de otras, en el arriba, abajo, norte, sur, este u oeste, observan realidades muy parecidas; pero nunca idénticas; pero al mismo tiempo, hay otras piedras situadas en otras posiciones, quizá contrapuestas oeste, este, norte y sur, abajo y arriba, cuyas visiones serán completamente distintas.

Si pudieran comunicarse las diferentes piedras entre sí, una de la cimentación, por ejemplo, con otra de la cúspide, u otra situada en la cara norte, en la parte alta, con otra situada en la cara sur, en la parte baja y les dijésemos que nos explicaran su propia realidad, su vivencia, lo que son capaces de observar, nos contarían historias completamente diferentes. Las realidades de unas piedras difieren completamente de las del resto de sus compañeras las cuales conforman la unidad constructiva del Templo del Universo y de sus múltiples estancias o mundos.

Cuando se es consciente de este hecho, es fácil comprender las disputas que pudieran existir entre los diferentes individuos intentando que prevalezcan sus opiniones acerca de la Realidad, su realidad y que vienen confundiendo con la Verdad Absoluta, que es multifacética y a la cual, es imposible que podamos tener acceso , en su totalidad, como simples individuos o piedras de construcción.

Los individuos que somos conscientes de lo que somos, lo que formamos así como de nuestra deficiencia consciente al observar dicha Realidad, solemos hacer uso de la Tolerancia o Comprensión, dado que: No porque, para nosotros, determinadas formas de entender la Realidad, nos sean ajenas e incomprensibles, por ello no van a dejar de ser ciertas para otros individuos.

Ese es el Motivo principal de que las Religiones, Filosofías y Escuelas de misterios siempre han funcionado muy bien solo para una Persona concreta: Aquella, cuya reflexión las trajo a la vida en nuestro Plano de existencia, su Fundador, su Creador, su Profeta. 

Dado que siempre se trata de una porción de la realidad, es fácil que individuos cercanos a su punto de percepción se aglutinen cerca del Profeta, Filósofo, Gurú o Maestro con el fin de difundir esa Realidad y que en muchas ocasiones se termina confundiendo con una Verdad difícilmente abarcable. He ahí el motivo de las disputas cruentas que vienen existiendo, desde tiempo inmemorial, entre las diferentes posiciones ideológicas. 

Todo Iniciado debería ser consciente de este hecho y es, solo entonces, cuando comprende la necesidad de esa poderosa herramienta conocida como Tolerancia. El reconocer que nunca podremos estar en posesión de la Verdad absoluta, aunque nuestra Realidad funcione bien para nosotros.

Desde el Gnosticismo más preclaro de la Pirámide de la Cúspide de una construcción, hasta el Agnosticismo de la primera piedra, enterrada bajo tierra, que conforma parte de los cimientos y cuya visión solo puede ser la negrura donde no llega la luz del día, observan una parte de la Verdad y ambas realidades, la Observación panorámica y luminosa de la Gnosis y la ciega y tenebrosa del Agnosticismo son ambas, a su modo, ciertas. El Iniciado es capaz de aceptar ambas como realidades integrantes de una sola Verdad que, generalmente, se le escapa; pero que entiende que siempre es así.

Solo cuando la iniciación es plena, formando la Piedra parte integra del Templo cósmico es posible ser consciente de las múltiples realidades del resto de individualidades que conforman la Construcción. Es entonces, solo entonces, permaneciendo en comunicación con su Ser Interno, el resto del Templo, cuando el Iniciado comprende la posición tanto del agnóstico como del gnóstico y de las múltiples realidades intermedias que los separa. 

Es solo entonces cuando se puede vislumbrar una ligera impresión de lo que se ha venido denominando como La Verdad. 

Comprendiendo la situación de cada una de las piedras de construcción, es posible ayudar a conducirlas hacia la Iluminación y que en la totalidad de los casos solo puede ser Interior dado que no deja de ser la única forma de observar el Conjunto de la Verdad constituida por múltiples subconjuntos de cuasi-infinitas realidades.

Conociendo esta Verdad, el Iniciado siempre se acerca a sus hermanos, estén en el propio Templo o  a los pies de la Cantera, con la Lente de la Tolerancia.

Aralba