jueves, 6 de agosto de 2015

Perlas del Dragón de Jade (4)



Sexualidad castrada = Humanidad amargada

Tal y como se encuentra estructurado el Mundo, es difícil no caer en la sorna, chiste fácil, o el escándalo cuando se tratan temas de sexualidad y ello, a pesar de que es la parte más importante de los seres vivos, algo o alguien se ha preocupado de domesticar a la humanidad para controlarla, mediante la sexualidad, y así poder manejarla de forma impune y a su antojo, mediante ideas extrañas que poco o nada tienen que ver con ella.

Se “educa” a los humanos para ser obedientes consumidores de ideas y objetos y que jamás calmarán su sed de conocimiento o posesiones y, sin embargo, se les insta a no hacer uso libre, dicen abusar, del mayor regalo posible recibido por los seres vivos y que además viene de serie, el sexo. Hasta tal punto es así que todo lo que suena a sexo, sexualidad o placer se encuentra remarcado con el sello divino de Pecado, impuro, enfermedad y muerte.

Bien, hagamos un intento de hacer borrón y cuenta nueva en este aspecto. ¿Son capaces de olvidar y dejar de lado todas las sandeces y canalladas que nos han inculcado, acerca del sexo desde que teníamos uso de razón? Es muy difícil ¿verdad? ¡Lo sé!, es, diría yo,  casi imposible sin que nos embargue cierta sensación de estar cometiendo algún tipo de delito y como mínimo, algo indebido que podría acarrearnos alguna suerte de desconocida desgracia. Quien diga lo contrario, por envalentonamiento, se engañaría a sí mismo. Se trata de algo arraigado, por acondicionamiento ancestral, en nuestra Especie.

¿Se han preguntado por qué la gente de nuestro trabajo, nosotros mismos, o que va en los medios públicos de transporte presenta en su cariz un aroma de extrema amargura? Van pensando en muchas cosas sin importancia alguna para nuestro crecimiento espiritual o el de nuestros seres queridos: ¿llevaremos al niño a un colegio público o privado? Si se está pensando en cambiar de auto ¿qué modelo elegir? y que además podamos pagar en cómodos plazos ¿Cuándo podremos cambiar la televisión led por otra tridimensional y de mayores pulgadas? O realizar ese viaje de nuestros sueños y que por tiempo o dinero, hasta ahora, no se ha podido disfrutar. Preocupados, fundamentalmente, por conseguir más tiempo y dinero para poder aplacar nuestras supuestas necesidades más urgentes y cubrir ese vació que los seres humanos llevamos con nosotros desde que la consciencia hizo aparición en esta Especie.

Bien supongamos que se consigue una buena escuela privada, el mejor y más confortable piso posible, el auto más molón y lujoso así como un sistema multimedia de última generación. También hemos conseguido realizar el viaje de nuestros sueños  y, sin embargo, ese vacío del que hablamos sigue sin ser cubierto. Es como si no hubiésemos hecho nada de lo anterior y cuando vayamos relajados en los medios de transporte público, la gente nos verá del mismo modo que nosotros a ellos: Amargados.

La cuestión es que hemos venido siendo acondicionados para que miremos hacia otro lado o, como mucho, sonriamos pícaramente, cuando sale a relucir algo relacionado con el sexo. Vendría a ser algo así como si en un gimnasio de culturismo tan solo hubiésemos desarrollado, mediante el uso de una mancuerna, uno solo de nuestros brazos; el otro habría quedado infra desarrollado respecto al que hayamos ejercitado.

Como seres humanos vinimos al Mundo como un todo completo, incluyendo en el paquete tanto la inteligencia como las apetencias y cualidades sexuales; pero al parecer algo o alguien deseó que ésta última no pudiese quedar satisfecha mediante algún tipo de castración psicológica; es decir, que nuestra natural naturaleza sexual no se desarrolle de una forma armónica respecto de nuestras otras características personales como la memoria por ejemplo.

Hasta tal punto el acondicionamiento, contrario a una buena salud sexual, es tan poderoso que inclusive las denominadas como escuelas de misterios o colegios iniciáticos, la inmensa mayoría, han heredado parte de dichas mentiras e inexactitudes; y ello, hasta tal punto de que casi todas se contradicen unas a otras a la hora de recolocar este asunto en los temas espirituales, haciendo hincapié en la coartación de la libertad respecto de aquello que supuestamente se puede o no se debe de hacer.

Por lo dicho con anterioridad es que podemos confirmar que no solo la sexualidad sino incluso los órganos sexuales, como otros muchos órganos, en el Ser Humano, se encuentran subdesarrollados. Algún experto, en algún momento dijo, que el actual ser humano no es otra cosa que un bebé llevado cronológicamente a la edad adulta. Esa atrofia nos ha llevado a que esos órganos sean utilizados, casi en exclusividad y a modo de simples accesorios, hacia la reproducción  o la adquisición de simple placer.

Pero entones ¿cómo deberían ser los órganos sexuales en el Ser Humano en el caso de que no hubiésemos sido domesticados de tan brutal modo? 

¡Conscientes!

Al presente, salvo de forma limitada en algunas culturas orientales, el sexo parece ser algo dependiente del sistema nervioso simpático, en donde hasta la más simple de las erecciones no sería otra cosa que el producto, no de la voluntad del Ser, sino de una suerte de sensaciones eróticas que nos llegan desde el exterior; sean estas visuales, olorosas o táctiles. Con esto, no queremos decir que en exclusiva esto sea así; dado que si lo deseamos, mediante el mero pensamiento, la imaginación en determinadas condiciones, podemos conseguir esa erección y deseo de forma artificial de modo consciente y voluntaria como sucede en la industria de la pornografía.

El verdadero problema consiste en que esto último es lo que debería ser lo saludable. El Ser Humano, aparte de ser una criatura inteligente también es consciente y nuestro fin debería llegar a ser conscientes de toda nuestro Ser y no ver a nuestros órganos sexuales como algo que por desgracia y por necesidades naturales debemos llevar con nosotros como si se tratase de una especie de lastre o pecado original. A nuestros órganos sexuales les falta aprender a ser conscientes del mismo modo que podemos abrir y cerrar nuestras manos o flexionar nuestras rodillas cuando deseamos subir un escalón o desarrollar algún ejercicio gimnástico.

Convertir nuestra actividad sexual, sin tabús, en consciente supone espiritualizar una parte importante y esencial de nuestro Ser; pero no hablamos tan solo de la actividad en sí, sino de los propios órganos sexuales en sí. De algún modo deben ser ejercitados a diario y no dejarlos enclaustrados, durante tanto tiempo, tras la cremallera de una bragueta o la ornada jaula de una braguitas que impidan la necesaria ventilación.

Si nuestra sexualidad hubiese evolucionado acorde con el resto de nuestra personalidad seríamos capaces de poder besar con el glande o los labios de la vagina. Seríamos capaces de provocar erecciones y flacidez a voluntad sin la necesidad de provocarnos imágenes mentales de carácter erótico y acariciar suavemente o apretar con la fuerza de una mano aquel pene que penetrase dentro de una vagina. De hecho las mujeres podrían haber enseñado a hablar a sus vaginas de un modo similar a como los operados de laringe intentan comunicarse mediante un tipo especial de eructos y que no es otra cosa que la modulación del aire, mediante contracciones del útero sin la necesidad de cuerdas vocales.

Solo se trata de unos pocos ejemplos de aquello que podríamos hacer si no hubiésemos castigado a nuestros órganos innombrables, si no hubiésemos estado sujetos a ese tabú del pecado impuesto por una minoría, mediante la religión, para tener sometida a la mayoría de la población. Los hombres y las mujeres podríamos saludarnos sin algún tipo de pudor acercándonos los órganos sexuales y de forma voluntaria acariciarse entre ellos y ello, tan natural como si nos diésemos un beso en nuestras mejillas. Desaparecerían los adjetivos de homosexualidad, heterosexualidad o bisexualidad. Todos podríamos hacer lo que quisiésemos sin ruborizarnos del mismo modo que lo hacen nuestros primos los Bonobo. Ir desnudos, por la calle o yendo al trabajo, ya no sería tan extraño; pues habría desaparecido toda una colección de tabús.

Nuestros órganos sexuales habrían adquirido una musculatura voluntaria y por lo tanto se encontrarían más cercanos a la consciencia espiritual e integral que el ser humano persigue.

Resulta un terrible error pensar que si ocupamos parte de nuestro tiempo en el desarrollo de nuestra sexualidad, del mismo modo que ocupamos tiempo en estudiar o en el gimnasio, lo estamos perdiendo para nuestro desarrollo espiritual y es justo lo contrario, dado que cualquier ejercitación espiritual que no contemple al Ser Humano en su integridad está condenada al más estrepitoso de los fracasos.

Una parte nuestra aparenta estar híper desarrollada respecto a la otra, la mental respecto a la emocional y de sensaciones; pero resulta una apreciación inexacta dado que lo que sucede es que no hemos desarrollado nuestra sexualidad a la par que nuestras otras capacidades cognitivas. Ese infradesarrollo, como dijimos, está pensado para que no seamos conscientes del verdadero poder espiritual que posee la humanidad y que nos sintamos como simples marionetas en manos de unos dioses que son inexistentes; es decir máquinas biológicas capaces de adquirir recursos de todo tipo para una pequeña élite que conoce, perfectamente, lo que aquí decimos. Es decir nuestro subdesarrollo sexual nos ha convertido en esclavos.

Unas máquinas que consumen y consumen sin saciarse nunca y de forma caótica; y lo que es más lamentable, sin realizarse preguntas trascendentes acerca del Ser.

El Ser Humano para ser feliz es autosuficiente y puede adquirir su felicidad con lo que trajimos de origen a este mundo; pero ahora me preguntarán ¿Qué debo hacer para salir de esta rueda de tabús?Vive sanamente tu sexualidad y práctica, con todos los medios posibles a tu alcance: pareja, mediante dildos, bolas chinas y otros juguetes eróticos o en solitario, como si de un simple hobby se tratase. Dedica todos los días entre un cuarto de hora y una hora a tu sexualidad mientras no se creen los gimnasios del sexo y olvídate de las gilipolleces de algunos psicólogos que no tienen ni puta idea cuando hablan de la sexualidad excesiva como una enfermedad de adicción. Eso es incierto y verás cómo tu vida cambiará 180 grados y tu cara de amargura se transformará en otra de puro placer y felicidad, estando siempre dispuestos para amar a tus semejantes con todo tu Ser espiritual. Eso sí, tendrás que arroparte con la coraza de que lo que piensen los demás te importa un comino.

Luzbel