No es nuestra intención crear una
religión nueva, ni tan siquiera recrear la que consideramos como la original
fuente del Cristianismo sino mostrar luz sobre un asunto común a todos los
cristianos y que, por diversos motivos, los ha venido dividiendo en diversas
comunidades que mantienen doctrinas diferenciadas; pero de un origen divino
común.
Religión procede de Religare que
significa religar o unir lo que un día fue separado; es decir el Hombre de la
Fuente Original y a la que las diferentes creencias denominan como Dios con sus
diferentes acepciones o apellidos. "Por sus obras los conoceréis", se dice en los
evangelios y si esto es cierto, que no lo dudamos, las diferentes religiones
existentes utilizan el término de Religión de forma improcedente, dado que la
Historia nos muestra que más bien funcionan como fuente de separación entre los
hombres y, entre los hombres y la Fuente Divina.
La verdadera Religión Cristina se
encuentra expresada en el Bautismo, un único Bautismo compuesto de dos
iniciaciones progresivas; pero bien diferenciadas: El Bautismo del Agua (Afecta
al Alma) y el posterior Bautismo por el Fuego (Afecta al Espíritu).
Generalmente se considera, por
todas las corrientes eclesiásticas, al Bautismo como un Sacramento con poder en
sí mismo y que se concede mediante algún
tipo de Ceremonia; pero lo cierto es que no deja de ser otra cosa que una Iniciación simbólica y
que tendrá consecuencias, o no, dependiendo de su actitud en la Vida del Cristiano.
En las religiones oficiales, de
un modo u otro, el Bautismo viene a significar la aceptación de Jesús como el
salvador de los pecados del Hombre; es decir que el recipiendario acepta por fe
la figura de Jesús como su redentor. Esto evidentemente no sucede en el Bautismo de los infantes
y en donde son los padres de la criatura bautizada los verdaderos intercesores
y responsables del Sacramento. En el Infante el Sacramento le viene impuesto y
como tal es investido con su supuesto Poder. Evidentemente los padres se comprometen
a que la Criatura crezca y se mueva por el Camino de la Fe. En los
cristianismos de la Reforma Protestante, consideramos que con mejor criterio, el Sacramento
del Bautismo no se concede hasta que el recipiendario tiene el suficiente uso
de razón como para abrazar, por sí mismo, la Fe que se le ofrece.
Dicho lo cual, vemos como un
Proceso iniciático que solo corresponde al Recipiendario y a su actitud ante la
Fe o Gnosis, fue transformado, con el tiempo, en un Sacramento con Poder en sí mismo capaz de
cambiar, supuestamente, a la Persona por el mero hecho de recibirlo.
El simbolismo del Bautismo por
agua representa la limpieza del cuerpo y por ende del Alma, de Ánima, animal. Limpieza
necesaria para que el Recipiendario pueda recibir en su Ser, simbólicamente en
su Corazón, la Fe o Gnosis. En las religiones oficiales generalmente se acepta
que lo que se recibe y se asienta en el Trono del Corazón es la Figura de
Cristo-Jesús, como algo ajeno al individuo; es decir empieza, a partir de dicho instante, a formar parte de
él la figura del Cristo Redentor.
En realidad se trata de un error
impuesto, en el transcurso de la historia de las religiones cristianas, por
supersticiones ajenas al Cristianismo Original, dado que de lo que se trata es
de, con el simbolismo de la inmersión en el agua, eliminar del Cuerpo físico
y por lo tanto del Alma animal, todas aquellas impurezas de las diferentes personalidades
que impiden que la Gnosis, la Fe o Verdad Divina, de origen Celestial, pueda penetrar
hasta el Trono simbólico del Corazón donde se asienta, desde el mismo
nacimiento, el "Cristo durmiente" o Chispa de espíritu divino que todo ser humano
llevamos con nosotros y que es nuestro verdadero Ser. Solo tras la Iniciación efectiva del Bautismo del Agua, la
Chispa de Espíritu puede ser tocada por la corriente vibratoria de la Gnosis y
despertar a la Verdad. Verdad que supone el reconocimiento de que no solo somos animales
sintientes sino criaturas espirituales; en definitiva, hijos de Dios.
El verdadero Bautismo iniciático
supone el reconocimiento de un Estado que antes nos era desconocido y supone
una iniciación efectiva que durará un determinado periodo de tiempo y que tan solo
dependerá de la limpieza que realicemos en nuestro vehículo físico-anímico y por lo
tanto de la capacidad de recibir la suficiente gnosis, energía divina, como para alimentar al
bebé recién nacido y que los rosacruces vienen a denominar como el "Capullo de
la Rosa del Corazón".
Tal y como dijo Pablo en sus
epístolas, este recién nacido debe de ser alimentado de leche, dado que la
carne aún no puede ser digerida. Es decir, que lo mismo que el nacimiento del
Alma, la Rosa, no se produce, ipso facto, por el hecho de recibir un determinado
sacramento, así el crecimiento y florecimiento de la Rosa, el Alma Crística,
también es un proceso que puede ser más o menos lento. Esa leche a la que se
refería Pablo no es otra cosa que el Amor y la bondad, en todas sus
manifestaciones, que supone un cambio progresivo en la Vida del Iniciado. Donde
antes el Individuo actuaba de forma egoísta, ahora lo hace de forma altruista y
desinteresada. Ese darse a los demás no es otra cosa que la leche simbólica a
la que se refería el Apóstol Pablo.
Transcurrido un determinado
tiempo, variable para todos los individuos humanos, el Iniciado se encuentra
preparado para la segunda parte de la Iniciación, el Bautismo por el Fuego del
Espíritu Santo y donde ese alimento simbólico de carne supone el aceptar la
responsabilidad total de lo que supuso la aceptación de la Fe, Gnosis
Celestial. El Primer Bautismo fue un acto de aceptación primero y de
preparación emocional después; pero ahora la exigencia es infinitamente mayor
dado que se debe de procurar un camino de accenso al Cristo, a la Rosa del
corazón ya formada, del músculo cardíaco, donde hasta ahora se encontraba su
asentamiento, hacia el Trono de la Cabeza o de la Razón.
Esta Iniciación se concede, de
forma simbólica, mediante la imposición de Manos de un Sacerdote Iniciado en
los misterios de Melquisedec. Hasta ese instante, el Iniciado, había seguido el
Sacerdocio de Aarón y había trabajado sobre sus propias emociones; pero a
partir de este instante sagrado ha llegado el momento de que la Personalidad,
como un conjunto unido, no disgregado, ofrezca en supremo sacrificio el Bastón
de Mando al Cristo que moraba dormido, despertó y creció en su Corazón.
Es a partir de este segundo
Bautismo renovador por el fuego que el Hombre Antiguo se ha transformado en el Hombre Nuevo,
el Hijo de Dios consciente y que sus actos ya no serán producto de su Alma
emocional sino de su Ser Espiritual y Eterno. Es solo entonces cuando la
Iniciación es completa y que podemos hablar del Poder del Sacramento. Porque el
Sacramento del Proceso de los dos bautismos no es algo que nos pudiera ser
impuesto desde el exterior sino que es algo que crece, dado que ya existía con anterioridad, y
toma Vida plena en nuestro Interior.
El Trabajo de este Superior Iniciado será la consecución del Cuerpo Alma de Espíritu, la Rosacruz Dorada o Fenix Celeste, para retornar, junto a todos sus hermanos, al Plano Original de donde proceden.
Aralba