martes, 4 de octubre de 2011

La ciencia del mapa, de nuestro Venerable Maestre Iluminista Carlos Postigo


Llevo un tiempo dándole vueltas al tema de los mapas. En principio no dejan de ser herramientas que nos ayudan a encontrar aquello que queremos, localizar nuestros objetivos y no perdernos en su consecución. Los usamos en nuestra vida diaria para localizar una playa, una parada de metro, un monumento histórico…

Otras veces, parece como si fuesen ellos los que nos manejan a nosotros, cumpliendo la función que les hemos cedido. Nos creamos unas estructuras mentales que nos liberan del trabajo mental diario, permitiendo que nos centremos en aquellas otras actividades a las que damos más importancia. En principio esta cesión es buena, de esta manera podemos dar por sentadas unas bases fijas en nuestros pensamientos diarios. Evitamos tener que construir un nuevo edificio mental a cada bit de información que nos llegue.

El problema surge cuando a esas columnas vertebrales las idealizamos, las damos el valor de Verdad Inamovible y a partir de ahí, actuamos en consecuencia. La ideología no deja de ser un ejemplo válido de lo dicho: interpretamos la realidad en función de mis “vigas maestras”, evitando así tener que analizar todo nuestro pensamiento desde el principio. La historia habla por sí misma.

Dando un paso más, llegamos al peligro que representa el problema de la “idealización” en la transmisión de la información hoy en día. El “pensamiento único” quizás sea el representante más agraciado en este sentido. Hay temas que no deben cuestionarse, mejor no tocarlos porque son síntomas de mentes “raras”, paranoides, inconformistas y “rayadas”. La diferencia hace la norma y la conforma.

El último escalón en esta espiral puede estar representado por nuestra visión de la vida, de aquellos aspectos más profundos de nosotros mismos. Al igual que en los círculos previos, la “idealización” nos pone en peligro. Viajar con mapa nos puede ayudar a encontrar nuestro lugar de destino, pero si no miramos el terreno, es posible que tropecemos.

Al igual que el dinero no da la felicidad pero ayuda, la ciencia tampoco da la felicidad pero también ayuda. Idealizar la ciencia supone viajar ciegos, tantear sin ver nuestro camino. Dar vida a datos estadísticos nos impide ser humanos en nuestro más profundo ser.


Nuestro mapa somos nosotros, pero nosotros no somos nuestro mapa.


La ciencia es una herramienta para hacer más agradable nuestro tránsito, es útil y necesaria, pero no es el terreno. Por muy detallista que sea, por muy minuciosa que se comporte, jamás podrá sustituir a la realidad, esa realidad que no conocemos y quizás jamás conozcamos, pero que en definitiva no es el mapa.


Tomado de MISTICON: