jueves, 30 de enero de 2014

El penúltimo y resuelto Misterio de las Almas Gemelas

Tengo que reconocer públicamente que hasta hace relativamente poco me encontraba equivocado respecto al controvertido Tema de las almas gemelas. Creía que podrían encontrarse separadas ocupando cuerpos distintos y que una vez encontradas dos partes de un mismo espíritu y unidas en verdadero matrimonio, el Universo conocido entraría en un estado de implosión regresando todos al centro del Pleroma o Mundo Original.

Todo es absolutamente cierto; pero la primera parte no solo es inexacta sino también incierta. Jamás estuvieron separadas las dos polaridades de un mismo Espíritu o Eón; pero una de las partes se encuentra tan sumamente escondida que hasta el presente me ha sido extremadamente difícil encontrarla. Siempre ha estado con nosotros en nuestro interior; pero dormida y arropada por una infinidad de materia que la impedía despertar al toque de los neutrinos procedentes del Pleroma y por supuesto desarrollarse, porque para eso hace falta espacio, espacio ocupado por nuestra engordada personalidad.

A ver si somos capaces de explicarlo de una forma clara y sencilla. Todos los seres humanos, nos ceñiremos solo a nuestra Especie, estamos constituidos principalmente de tres partes o cuerpos: El material, el anímico y el mental o espiritual. Los tres cuerpos poseen su propia polaridad. Polaridad, esta, que siempre va intercalada positivo-negativo-positivo o negativa-positiva-negativa. Por favor lo de negativo solo es por diferenciarlo del positivo, en ningún instante pretendemos colocarle algún sentido peyorativo como sucede en el Mundo Profano.


El cuerpo del Hombre, por convencionalismo, se ha catalogado como positivo o masculino, por lo tanto su Alma o Cuerpo Emocional es negativa o femenina y su mente vuelve a ser positiva y por lo tanto masculina. En el caso de la Mujer sucede exactamente lo mismo; pero justamente al contrario; es decir, el cuerpo material de la mujer, por convencionalismo del mismo modo, vendría a ser negativo, su Alma o Cuerpo Emocional vendría a ser positivo o masculino y su mente volvería a ser negativa y, por lo tanto, femenina.

Explicada la formación trinitaria del Ser Humano, no sería difícil interpretar que en realidad somos seres que poseemos un cuerpo corruptible y, por lo tanto, mortal, un Cuerpo emocional también corruptible y mortal; pero ojo, que posee en su interior una chispa de Espíritu Eterna e Inmortal. Por otro lado, nuestra Mente consciente somos nosotros mismos, nuestra parte divina encarnada y que hasta el presente se había interpretado como el receptáculo de la personalidad también finita y mortal. Bien, esto, sabemos ahora, es un absoluto error. 

Nuestra mente, al contrario de lo que pudiera parecer, no es mortal, es divina y es una de las partes del hombre original, la que no posee memoria, que sobrevivió a la entrada en la burbuja espacio temporal que es nuestro Cosmos; pero y la otra parte, la que sí posee memoria de la Eternidad ¿Dónde se encuentra escondida? Hasta el presente vinimos diciendo que se encontraba separada de nosotros en algún lugar remoto e incógnito. Pues no, la otra parte, nuestra verdadera Alma Gemela, es la Chispa de Espíritu, el Átomo Simiente o Rosa del Corazón que todos estamos obligados a despertar y que no se encuentra en otro lugar que, a buen resguardo, dentro de nosotros mismos.

Otra cosa es la llave o método necesario para despertar a nuestra Chispa de Espíritu o Alma Gemela y entonces sí, es cuando necesitaremos a la persona apropiada y que no tiene porqué ser un único individuo, una especie de media naranja, que nos sirva como catalizador para producir el despertar y posterior crecimiento; pero eso es otro Trabajo que tomaremos con más calma. Es evidente que nosotros haríamos la misma función con ella. 

Esto explicaría, entre otras cosas, la parte esotérica perdida del celibato y porqué se suele decir que los sacerdotes están casados con María y las monjas con Jesús. Evidentemente ese exoterismo que ha llegado hasta nuestros días poco, solo de un modo simbólico, mantiene de su verdadero sentido esotérico. Suponemos que esa María se refiere al Alma del Sacerdote y Jesús al de las monjas.

Estoy convencido que los Cátaros conocían perfectamente su verdadero sentido y por ello, cuando llegaban al Grado de Perfectos, tanto ellas como ellos, aún habiendo estado emparejados, se convertían en célibes hasta que les llegaba el consolamentum final. Ese celibato era la demostración palpable de que habían reunido, de forma consciente, las dos polaridades de su Ser. Habían encontrado, en su interior, a sus almas gemelas.

Por cierto, este hecho viene ilustrado en el Relato las Bodas alquímicas de Cristián Rosentkreutz, con la unión del Rey y la Reina.¿Como he podido estar tan ciego?. Hízose la Luz.

Aralba