miércoles, 2 de julio de 2014

El Otro Lado

Me consta que es una presunción, no, no me refiero a que parezca una jactancia sino que soy consciente de que lo es. El hablar del Otro Lado, sobre todo cuando parece que no conocemos ni del porqué de nuestro Universo ni del para qué de nuestra consciencia y por lo tanto de nuestro objetivo en la experiencia de la Vida. 

Es evidente que así pensará quien se acerque por primera vez a nuestro Trabajo, porque quien nos conozca aunque sea de forma superficial sabe que esas respuestas están contestadas todas y cada una de ellas. Unos lo habrán tomado como producto de una Iniciación, otros de algún tipo de Canalización o por resultar un Contactado de alguna adelantada civilización galáctica y por último los que opinen que solo se trataría de un Corta-Pega propio de charlatanes o poco cuerdos.

Por lo tanto, quien quiera conocer las respuestas que hemos encontrado, para mí, están invitados a visitar nuestro humilde Trabajo en la Red y para los que ya nos conozcan, entraremos de lleno en el Universo de la Metáfora, o no, con el fin de mostrar lo que se encuentra fuera del Eón que es nuestra Naturaleza, Sophía. ¿Qué es lo que constituye el resto del infinito Pleroma? Muchos de nuestros amigos y amigas más o menos se harán una idea de por dónde vamos, dado que hemos dejado un reguero de pistas fácilmente identificables.

Dijimos que nuestro Eón es como una Célula dividida en dos partes, una de Materia y otra de Antimateria. Existe una oscilación entre dichas partes con intercambio permanente de información; pero que en nuestro Eón se produjo un "error" y parte de la Materia, una porción insignificante, El Cuerpo del Demiurgo, Adam Kadmón con posterioridad, entró en contacto con la de la antimateria y esto produjo una explosión de las partículas de materia dentro de la parte de antimateria creando oasis de universos de materia; pero una materia muy frágil y condenada a la degradación y a la permanente transformación por ser partículas  ajenas a dicho espacio. Digamos que es como si parte del núcleo de una célula común hubiese colonizado su entorno y habiendo crecido a un tamaño similar al del resto de la membrana, produciéndose una oscilación, localizada como un cambio de posición, entre el núcleo y la membrana como si de un vals se tratara. De hecho, el símbolo oriental del Ying y del Yang, si cambiamos el perfecto círculo por el de una supergicie irregular, podría servir muy bien de ejemlo con el fin de ilustrar lo que queremos decir.

Ahora la pregunta más importante que nos tenemos que hacer para conocer qué es lo que hay al otro lado, lo que sucede en otras células del Pleroma y si ésto que venimos a denominar accidente y que las religiones contemplan como un error o caída, se trata verdaderamente de un accidente cósmico singular y localizado o por el contrario es algo normal y parte del funcionamiento intrínseco de todos los eones que viven en el Pleroma, en el Todo. 

Del mismo modo que en tiempos la Tierra y el propio hombre nos consideramos como el centro del Universo, es una presunción creer que somos unos pobreticos que caímos en un error o se produjo un accidente cósmico impredecible. A lo que hemos venido denominando como Accidente Cósmico es un funcionamiento perfectamente natural de todos y cada uno de los eones del Pleroma, tan  necesarios para que la Vida y la manifestación de la consciencia puedan darse; a pesar de que el conjunto del Pleroma, por lo mencionado en una reflexión anterior, parezca estar en permanente éxtasis, de modo estático, dado que toda reacción de cualquier Eón provoca en sus vecinos un contra-reacción de diferente signo que anula, a nivel de conjunto, cualquier incidencia que se diera en cualesquiera de los subconjuntos.

Podríamos acabar este Artículo indicando que todos los eones son a modo de clones unos de otros y que lo que sucede en ellos es, a grosso modo, lo mismo que sucede en nuestra propia Naturaleza, nuestro Eón Sophía; pero para eso no habría hecho falta tanta palabrería; pero era necesario porque queremos incidir en otra cuestión que se tocó de forma superficial con anterioridad. ¿Pueden observarse o detectarse esos otros Universos vecinos al nuestro? O por el contrario ¿existe una barrera opaca que impediría su detección e interacción con lo que acontece dentro de nuestro Universo? Como toda membrana celular separa al núcleo de su vecino entorno, efectivamente hay una barrera aparentemente infranqueable entre los diferentes universos; pero una barrera que solo es aparente dado que las interacciones de todo tipo, incluso visuales, electromagnéticas o gravitacionales, entre otras, están produciendose a cada instante y cuando decimos a cada instante queremos indicar periodos de tiempo tan minúsculos como de los que se trata en la Física Cuántica.

Nuestro Universo visible e invisible, al igual que el resto de infinitos universos, están salpimentados de objetos indetectables por nuestros telescopios dado que se confunden con el aparente vacío del Espacio, la materia oscura, o están rodeados de ingente cantidad luminosa que impiden su observación directa. Hablamos de los agujeros negros, los cuales se encuentran tanto en los centros galácticos como navegando en el caldo de Ëter, al que a los científicos de nuestro siglo les ha dado por denominar como Campo de Highs.

Ese ingente ejército de agujeros negros, son como los conductos de comunicación que existen entre los diferentes eones que pueblan el conjunto del Pleroma y la materia que se concentra en sus alrededores, en una suerte de horizonte de sucesos, y parte de la cual podemos observar por sus características luminosas no son otra cosa que el resultado de dicha intercomunicación de información. 

Por decirlo de algún modo, cada astro, cada centro galáctico, cada agujero negro no observable, serían el reflejo holográfico de eones exteriores supuestamente ajenos a nuestro Eón Sophía. Decimos bien supuestamente ajenos porque en realidad todo está inter-relacionado y es lo que produce que el Pleroma se mantenga en un éxtasis permanente, pese al evidente movimiento y actividad que se produce en el interior de todos sus eones.

Bien, dicho esto podemos continuar diciendo que cada uno de esos mundos, astros o centros galácticos podrían muy bien ser llamados como Universos islas, dado que lo que observamos en ellos  es lo que verdaderamente sucede en otros universos ajenos a Sophía.

Si tirásemos del hilo hasta reducir al mínimo común denominador, podríamos resumir que cada Sistema Estelar, dentro de Sophía, no es otra cosa que un Universo Isla, de carácter holográfico que circula elípticamente, dentro de un horizonte de sucesos, a un inevitable agujero negro, donde clones de sus respectivos universos originales estuviesen recreando algún tipo de secuencia teatral de modo más o menos consciente. Evidentemente Sophía tendría su respectivo Clon o reflejo holográfico en todos y cada uno de sus vecinos eones.

Dicho esto, podríamos preguntarnos ¿Qué es lo que sucede dentro de cada uno de esos universos? ¿Acaso se repite la misma historia de Sophía como si de un calco se tratase, o por el contrario las historias y escenarios que en dichos universos se dieran serían completamente diferentes al de nuestro Eón Sophía?

Dado que, como creemos habernos demostrado en su momento, el Pleroma es infinito en dimensión ocupándolo todo y las células que conforman el Pleroma, los eones, también son de un número infinito tendríamos de todo y cuando decimos de todo es de todo: Universos diametralmente opuestos y donde las leyes de su Eón, aquí denominadas de la Naturaleza, fuesen completamente distintas a las nuestras, incontables universos muy parecidos al nuestro  y lo que es más curioso y que han demostrado nuestros más sesudos matemáticos: Universos idénticos al nuestro y donde acontecerían exactamente o de forma muy parecidas las mismas cosas. 

Acontecen los mismos eventos, quizá no de forma simultánea y quizá otros en los que sí sería la simultaneidad una característica. Recordemos que hablamos de un número de universos infinitos donde los acontecimientos e historias también serían infinitos. Sí claro, estamos hablando de dimensiones paralelas porque de eso se trata aunque no hallamos ido de forma directa con esa nomenclatura.

Nuestra conclusión es que los agujeros negros, blancos y de gusano son los caminos inter-dimensionales que comunican unos universos con otros y que los extremos de esos caminos están determinados siempre por un agujero negro, en un Universo y un agujero blanco en el otro Universo, unidos ambos por un agujero de gusano constituido de materia exótica, dando como resultado, en la periferia de sus extremos, lo que denominamos como universos islas, cuyos centros, no serían otros que el Reflejo de la Esencia de otro Eón diferente al que denominamos como nuestra Naturaleza.

Bien, esos agujeros negros no solo se encuentran perdidos per el Caldo de hidrógeno, neutrinos y partículas de Higss del Universo, sino también en el interior de los astros como nuestro Sol. Es por dicha razón que los antiguos gnósticos conocían a las estrellas, entre ellas nuestro Sol, como eones. De hecho, el Sol no sería más que el Cuerpo o más bien reflejo del Ser que conocían como el Demiurgo o el Gran Presuntuoso y, visto desde un punto de vista exclusivamente astrofísico, esto es así; dado que el conjunto de lo que existe en el Sistema Solar, incluida la Vida, ha surgido de las entrañas del sol en formación, el Eón Demiurgo.

Bien, con esto último solo queremos indicar, ya para terminar, que lo que suceda en otras células pleromáticas o eones, no sus reflejos holográficos, no nos debería de resultar extraño ni sorprender, dado que todo el Pleroma está interconectado mediante los agujeros de gusano producidos, tal como hemos visto, por la materia exótica de los agujeros negros y de los agujeros blancos  que conectan a todos sus eones y que, además, recrean de forma ilusoria, mediante hologramas tangibles digamos, su propio hogar a modo de embajadas, en el interior del cuerpo de sus hermanos cósmicos. Es decir todos los Universos conviven unos con otros aunque en cada uno de ellos solo uno sea el verdadero y el resto solo reflejos de su verdadero Ser que se encontrasen a una distancia más o menos lejana.

La diferencia entre un Universo Real y otro reflejado u holográfico no sería otra que la consistencia de su estructura material. Por lo tanto, venimos a decir que es en la parte celular de antimateria donde se ubican todas y cada una de las embajadas del resto de eones, constituyendo la parte de la célula material el verdadero Hogar de los hijos de Sophía, nuestras consciencias. Si se tratara del Núcleo de la Célula del Eón o de su membrana exterior, aún lo desconocemos; pero lo que está claro es que el Universo donde vivimos no es el nuestro. No se trata de nuestro Hogar original, dado que la materia tendría mayor consistencia y plasticidad hasta el punto de confundirse con la propia energía y aquí sin embargo se desvanece y se transforma con el tiempo produciendo dolor y muerte; cuando por el contrario, en el nuestro, la transformación sería suave y sin transiciones bruscas y definitivas. Es decir, en nuestro verdadero Universo, los seres podemos cambiar de forma y sustancia a voluntad utilizando el propio Éter en el que está sumido el Eón.

Espero que este breve trabajo ayude a considerar, como algo lógico y comprensible, la eternidad de la consciencia de cada uno de nosotros y, del mismo modo, a saber combatir a tanto listo enmascarado que quisiera aprovecharse de nuestra provisional ignorancia.

De existir Dios, eres tú. Métetelo en la cabeza.

Aralba