viernes, 26 de octubre de 2012

Encuentro imprevisto con Cagliostro



Lo cierto es que no se trata de la primera ocasión que intento hablar con algún personaje ascendido y me encuentro con otro; pero sí es la primera vez que de una forma organizada fallo en el contacto. Quiero entender que fue debido a mi entrevista con Adam Weishaupt, donde apareció Cagliostro en un último instante.

Bien, el caso es que no íbamos a mandarlo, como comprenderéis, a su casa y perdernos esta inigualable oportunidad. La apariencia de Cagliostro es imponente a pesar del exceso de carnes del que gusta presumir. Sus ojos parecen ser los de un ave de presa de las de mayor alzada, un águila real o imperial si acaso.

Aralba: No, no entiendo Señor Conde, esperaba a Adam…

Cagliostro: Oye Aralba –interrumpió-,  si no te sirvo me las piro y, además, llámame Giuseppe que es mi único y verdadero nombre. A estas alturas ¿A quien vamos a engañar con eso de Conde, Varón y, ya ni me acuerdo? ¡Jo!

Aralba: ¡Oh! José Bálsamo ¿me permites? En España creo que se te conocía con dicho nombre, para mí resultaría mucho más fácil.

Cagliostro: Llámame como te apetezca Aralba, me he dado en llamar de tantos modos que ya casi atiendo ante cualquier llamado. Veo que me tienes demasiado respeto, tranquilo, Hermano, tranquilo, las noticias acerca de mi Persona son incluso mucho más exageradas que las de mi compadre Weishaupt.

Aralba: Bien, me quedo más tranquilo, es tal tu fama como mago negro y satanista que a uno se le mueven los intestinos ante tu presencia.

Cagliostro: ja,ja,ja,ja… -Una prolongada risotada de tono grave se prolongó durante un par de segundos-. Sabes, un día deberías de interrogar al canalla de Alejandro Dumas. Gracias a él casi llegué a creer que su personaje de novela era yo mismo. Si me permites, Aralba, te puedo explicar,  porqué llegué a cargarme de fama tan negra. Como bien sabes, sé que lo sabes, mi infancia no fue fácil. Una familia difícil, un barrio más difícil aún y relaciones indeseables por parte de cualquier padre de familia normal. En realidad lo que antaño fui, es solo producto de las circunstancias históricas… Ah, por cierto si Dumas es un canalla por retratarme de dicho modo ya no te digo lo que realizaría después Orson Wells con su mala película: Oye, me dibujó como un Mago negro con super poderes y ya no te digo el Robert Anton Wilson en su Tierra Trema…El Hijo de Satanás como poco.

Aralba: Bálsamo –interrumpí su perorata-, hay un dicho castellano que dice que cuando el Rio suena es que agua lleva. Vamos a suponer que todo lo que se conoce de ti, como de Adam, sean auténticas exageraciones; pero, por favor, dime en qué base han podido sustentarte.

Cagliostro: A eso iba –sonriente-, antes de que me interrumpieras Hermanito. Es cierto que siempre pertenecí a una familia más miserable que humilde; pero también tuve grandes amigos que ayudaron a fomentar mi natural inteligencia. No te rías que no tengo abuela je,je,je. Hacía no demasiados siglos que existía una barrera insalvable entre la nobleza de la Corte y el vasallaje del populacho, dado que la instrucción educativa solo estaba reducida a unos pocos, como bien sabes, la propia nobleza y la gente de Iglesia, en mi época sin embargo algunos pocos, con ayuda de los curas, podíamos instruirnos al contrario que nuestros antepasados. Mira, Aralba, coges una coctelera y echas en ella los siguientes ingredientes: Juventud, hambre, inteligencia, ganas de aprender y resentimiento, mucho resentimiento ¿Puedes hacerme el favor de decirme que puede salir de todo ello? Lo condimentas con una clase nobiliaria estúpida y poco instruida y...

Aralba: ¿El Conde de Cagliostro?

Cagliostro: Exacto, Amigo; pero también Casanova, Sade, Saint Germain, Mesmer…, y muchos, muchos más. Gentes que nos aprovechamos con pequeños trucos de prestidigitador de la sublime ignorancia de esa gente tan noble y ricachona. ¿Acaso ves tu algo de malo en ello?

Aralba: No, si yo no he dicho nada, pero sí entiendo que hay que valer para ello. No sé si yo podría…

Cagliostro: Claro que podrías, si te hubieses visto en nuestra misma circunstancia. Muchas cosas eran ciertas, el conocimiento de medicina, la Iniciación esotérica y la exquisita educación que me imprimió Altotas, mi Maestro; pero evidentemente también hubo mucho de engaño como las transformaciones de metales viles en oro o los espectáculos mesméricos que desarrollaba gracias a amigos a los que pagaba por interpretar un determinado papel. No me arrepiento de nada, creo que toda esa gente de la Corte estaba ya de más en una Europa moderna y algunos teníamos que darles una lección de humildad, demostrarles que los hijos de los pobres también podíamos codearnos con ellos de tú a tú y acostarnos con sus empolvadas y perfumadas mujeres. fuimos meros peones en una partida de ajedrész cósmico.

Aralba: ¿Me podrías decir que hubo de cierto en el Tema del Collar de la Reina Maria Antonieta, su ejecución, y tu influencia en la Revolución Francesa?

Cagliostro: Aralba, sé que me crees, es tontería que me ponga a mentirte cuando, en este instante, estamos tan unidos. Lo del collar de la Reina fue algo totalmente cierto; pero te juro que no fue premeditado, a modo de trampa, para desencadenar una revolución y menos que le cortaran la cabeza a toda esa gente de la Corte Francesa y que aunque algunos se lo merecieran otros no. Jamás le he deseado tanto mal a nadie. Te aseguro que mi posible influencia fué absolutamente testimonial. Esa fama, de la que se ocupó en agrandar la Inquisición del Vaticano, ha llevado a sobrevalorar la pequeñísima influencia que pudiera tener, ojo, si es que la hubo que todavía no lo tengo claro. Tanto a Adam, a mí mismo así como a otros muchos hermanos o no, nos calumniaron de satánicos y de prácticas blasfemas como pisar crucifijos, sodomía y escupir a las tallas de la virgen, Todo falso y si algunas palabras nuestras, a ese respecto fueron sacadas a la luz, fué bajo tortura y te aseguro que esas torturas no eran broma. Tú mismo Aralba, sé que has podido cantar alguna vez, en la Historia, por peteneras. Vamos que si querían que dijeses que eras el mismo Satanás, lo conseguían, claro que lo conseguían y hablar en lenguas, faltaría más. Yo mismo, a pesar de mi poderosa instrucción oculta, dije cosas que en circunstancias normales jamás, ni en sueños, habría mencionado. Los ocultitas, de dicha época, solo éramos un pequeño eco de un gran clamor popular y ¡Ojo! De la Burguesía que quería desbancar a esa corte ociosa e indolente. Nuestra influencia, así como el de las otras fraternidades filantrópicas como la Franc masonería –rió-, sí, no te voy a engañar, yo también fui un miembro, bastante díscolo por cierto; pero creo que mi aportación ha resultado positiva o ¿no?…

Aralba: ¿Todo lo que se dice de Serafina o Lorenza es cierto o mentira? Es tontería que te pregunte si hubo un José Bálsamo y un Conde de Cagliostro como dos personas distintas. Ya me has contestado a esa pregunta…

Cagliostro: Ay, mi Lorenza, cuanto amaba yo a esa mujer; pero lo bueno suele durar poco. Sí es cierto que me traicionó; pero no porque yo la maltratara o la mantuviera en estado de hipnosis como dicen esas exageradas historias que me han exaltado a una categoría semejante a los dioses olímpicos. Lorenza se equivocó y pensando que era yo el que la engañaba, movida por los celos y el rencor, me denunció ante la inquisición el resto creo que la propia Inquisición se ocupó en que conocieseis los hechos desde su particular punto de vista. Lo que más me duele no es que me detuvieran y muriese en aquel mugriento calabozo eclesiástico sino las torturas que mi amada Serafina sufrió para confesar donde me podían encontrar. Sí Serafina era a Lorenza lo que Cagliostro para Bálsamo. Ahora bien, quiero, por favor, que dejes claro ante el mundo que Lorenza jamás fue una prostituta ni la usé, como tal, para conseguir nuestros propósitos. No voy a desmentir que fuese una mujer soberbia que cualquier hombre que se precie hubiese deseado; pero te juro por el Evangelio de San Juán que jamás la ofrecí a cambio de favores económicos o de otro tipo. Solo fue la propia vida la que se ocupó de crear un mal entendido entre nosotros dos y después la tragedia. Nunca hubo un Cagliostro falso y otro verdadero. Nunca hubo una Serafina falsa y una verdadera. Solo hubo un Conde de Cagliostro falso y una Serafina falsa, como útiles para alimentar a dos pobres desdichados que se llamaban José y Lorenza. Lo que sucede es que el engaño se nos escapó de las manos y subimos más alto de lo que nuestras alas nos podían permitir. Evidentemente la caída fue bestial y todo el mundo sabe como acabó aquello.

Aralba: Ya para terminar, me podrías decir José ¿Qué hay de cierto en que tú iniciaste en la masonería egipcia a Napoleón mientras se encontraba en la Campaña Egipcia?

Volvió a reír Cagliostro.

Cagliostro: Otra más de las exageraciones, por Dios ¿Qué más hubiese querido yo que iniciar al Emperador francés, paradigma de la Revolución francesa? ¿Qué más hubiese querido yo, del mismo modo, que se hubiese dirigido al lugar donde me encontraba encarcelado para ser rescatado? Todo puro mito créelo Aralba. Mito y símbolo como esa supuesta espada masónica que dejé en mi celda tras volatilizarme de forma mágica. Te aseguro que nada de eso es cierto; pero tengo que reconocer que toda esa aureola, místico-mágica-satánica como que no me desagrada del todo. Si hay un individuo menos satánico bajo la faz de la tierra ese soy yo. ¿Qué me usan algunos sectarios satanistas como su gurú particular? ¡No me cabe duda alguna! Bien, que cada cual crea lo que quiera; pero Giuseppe Bálsamo solo fue un hombre pobre de su tiempo que supo elevarse hasta lo más alto, codearse con los grandes poderes de su época y que sus enemigos, tras ser descubierto, no pudieron consentirlo. Quiero que digas eso Aralba porque es la única verdad. El resto, tal y como te dijo mi gran amigo Adam son puñeteras calumnias sin más valor del que la gente le otorgue. Respecto a la religión, si llegué a ser lo que fui, surgiendo de la nada, se lo debo a la Iglesia; pero a la Iglesia de Barrio, a los sacerdotes y monjes que comparten su pan con el pueblo hambriento. Ellos fueron los que me enseñaron a leer primero, a hacer cuentas y a comportarme como un gran señor.

Aralba: Ya para terminar, amigo José ¿Quisieras decir alguna cosa más?

Cagliostro: Que me tienes a tu disposición siempre que quieras y que bendigo a todos los luchadores por la Libertad la Igualdad y la fraternidad y que evitan que la ignorancia, el fanatismo y la avaricia se extiendan sobre la faz del mundo más de lo que ya está. Mi última palabra no puede ser para otra persona que para mi amadísima Lorenza ¿Verdad Lorenza?

Como en tantas ocasiones, surgió de la nada la sugerente y voluptuosa imagen de una bellísima mujer con rasgos sicilianos.

Lorenza: Venga cabronazo, deja a tu amigo y otro día me lo presentas, vámonos a la cama. Te lo robo un ratito de nada Aralba.

Aralba: Aaaadios, Lorenza, hasta otra José.

Cagliostro: Un TAF, Hermano un TAF

Aralba