martes, 16 de octubre de 2012

El Símbolo (Cogiendo al Toro por los cuernos)




Quien se acerca, por primera vez, al mundo del simbolismo y comprueba la cantidad de mitos y leyendas que pululan en su entorno, enseguida lo menosprecia y se aleja diciéndose, así mismo, que no dejan de ser más que fatuas fantasías.

Otros se sumergen en sus turbias aguas, empapándose de vacío conocimiento, con tal de presumir, de forma narcisista, de un saber oculto digno de unos pocos iniciados y, en algunas ocasiones, para sacar algún beneficio personal sea económico o de otra naturaleza.

Algunos, entre los que creemos encontrarnos, lo hicimos con un sano y pragmático espíritu de investigación hasta que, con el tiempo, nos dimos cuenta de que había algo más que fantasía o cuentos para entretener a jóvenes infantes. Poco a poco el Símbolo fue impregnando nuestra alma hasta conformar algún tipo de extraño ojo que nos iría permitiendo su paulatina comprensión.

Los símbolos son algo arquetípico que supera la normal inteligencia de la mente humana. Es un lenguaje universal del que algunos, en el transcurso de la historia, hayan podido intentar apropiarse; pero el símbolo siempre se escabulle de su incauto captor como si de agua entre los dedos se tratase, porque posee vida propia y, en cada ocasión, está constituido por nueva y multifacética información.

El símbolo no siempre dice lo mismo a las mismas o diferentes personas y depende, su significado, de infinitos factores dependiendo de cosas tan complejas como el propio estado de ánimo, la hora del día o del modo en que nos acercamos a él. 

Podríamos decir que el símbolo externo se comunica con el propio símbolo que llevamos en nuestro interior sin pasar por el análisis de la mente concreta y nos hace reconocer la verdad, mediante la Intuición, la Fe o el Eureka, dependiendo de si tratamos con información de carácter mental, espiritual o científica.

También podremos decir, sin equivocarnos, que la información que nos transmite el Símbolo es la menos dogmática de cualquier otro medio conocido, ejemplo el lenguaje hablado. El Símbolo hermana a los seres humanos cuya visión de las cosas es muy diferente entre sí. 

Cualquier tipo de disquisición dialéctica entre personas con opiniones cristalizadas distintas siempre acabará en algún tipo de disputa y encontronazo emocional. Eso también sucede cuando intentamos sacar a relucir nuestra concepción lingüística acerca de su significado; dado que, el Símbolo es un lenguaje dirigido a nuestra Alma, a nuestro interior más profundo, perdiendo su sentido cuando se intenta traducir en palabras.

Cualquier tipo de ritual no deja de ser más que una concatenación de símbolos que funciona a modo de lenguaje corporal y que intenta incorporar una tradición ancestral, generalmente desconocida incluso por sus creadores, a un determinado Grupo Humano haciendo cambiar la comprensión emocional e interior de sus practicantes.

El Símbolo, en sí, no es ni bueno ni malo, simplemente es y está cuando tiene que estar, pues es originario del mundo arquetípico de las ideas. El Símbolo viene incorporado, en nuestra naturaleza, dentro del código genético.

ARALBA