domingo, 9 de septiembre de 2012

Los Pilares de la Pansofía (PHILEAS DE MONTEXESTO) 3




Los tres picapedreros

En una ocasión, un caminante se encontró un grupo de picapedreros, ocupados en la construcción de un edificio y quiso saber en qué obra estaban trabajando.
Preguntó al primer obrero y este le respondió: “¿No ves? Pico piedra”.

No conforme con la respuesta, interrogó al segundo albañil y este dijo con sinceridad: “Me gano el pan”.

Por último, decidió preguntar al tercer trabajador y este dijo con orgullo: “Construyo una catedral”.
Como podemos apreciar en esta reveladora historia, el primer picapedrero no tenía idea de qué estaba haciendo pero lo hacía porque así se lo habían ordenado, aun sin saber cuál sería el resultado final de su trabajo. El segundo mantenía una postura egoísta y pensaba en su propio provecho: ganar dinero a través de su trabajo. El tercero era un obrero consciente de su labor, pues sabía que con su granito de arena estaba colaborando en la construcción de algo monumental. Esto es importante destacarlo: el obrero

consciente sabe que transformando su vida puede transformar al mundo, pues con un aporte mínimo puede cambiarlo todo.

Nuestro Programa de estudios ha sido diseñado para que el estudiante obtenga los conocimientos necesarios a fin de despertar su conciencia y convertirse en obrero en la construcción de algo más grande. Por esta razón nuestra asociación ha sido llamada “Opus Philosophicae Initiationis”, pues implica la consolidación de una “Gran Obra” (Opus) que no es otra cosa que la formación de mejores seres humanos que encuentren el sentido de la vida y que colaboren en la construcción de una sociedad mejor.

No hay nada novedoso en lo que enseñamos. Nuestro intento se limita a presentar “vino viejo en botellas nuevas”, tratando de hacerlo de la mejor manera y siendo fieles a las enseñanzas sagradas que los Maestros de Sabiduría transmitieron a la humanidad. En palabras de Erich Fromm: “La revolución de nuestros corazones no exige una sabiduría nueva, sino una seriedad y una dedicación nuevas”.

El umbral del Templo

Al traspasar el umbral del Templo de la Pansofía, un verdadero oasis en el desierto de una sociedad hostil a cualquier pensamiento elevado, estás ingresando verdaderamente a otra dimensión, dejando atrás las prisas y las ilusiones del mundo profano. En el vestíbulo de este recinto luminoso, se puede observar la majestuosidad de la construcción, y se nota que cada detalle arquitectónico no está colocado al azar sino que responde a patrones geométricos sagrados. Todas las decoraciones, estatuas y fuentes simbólicas tienen un propósito bien claro: enviar señales a tu conciencia para que despierte de su letargo.

Esta transmisión premeditada de conocimientos mediante símbolos y signos esotéricos, queda evidenciada ya en el umbral del Templo, donde podrás observar cuatro columnatas corintias que flanquean la entrada, dos a cada lado, y en cada una de ellas una inscripción latina, a saber: Scientia (Ciencia), Ars (Arte), Civilitas (Política) y Religio (Religión).

En su capitel, las columnas han sido decoradas con hojas de acanto, una característica usual en este orden arquitectónico clásico. Dichas hojas representan las dificultades y los obstáculos del Sendero Iniciático y son una alusión al triunfo de los discípulos, aun advirtiendo que éste solamente se concretará mediante el esfuerzo constante y la dedicación. Dicho de otro modo: el discípulo tiene el éxito asegurado, pero este éxito depende únicamente de su disciplina y constancia.

Las inscripciones de los cuatro pilares hacen referencia a la característica “omniabarcante” de la Sabiduría Antigua, pues su objeto de estudio no se limita a un conocimiento especulativo sino que es parte esencial de la vida misma y, por ende, ninguna disciplina, oficio, profesión o aspecto vinculado con el ser humano le es ajeno. De acuerdo con las enseñanzas clásicas, todo Templo dedicado al conocimiento trascendente del ser humano debe estar sostenido por estos pilares fundamentales: la Ciencia, el Arte, la Política y la Religión, destacando estos cuatro aspectos como los cimientos de la Filosofía Perenne. En algunas ocasiones, se remplaza la “Política” por la “Filosofía”, aunque debemos suponer que esta sustitución es ocasionada por la incapacidad de encontrar en la política algo trascendente (lo cual es cierto si atendemos a la corrompida política contemporánea).

Por otro lado, la separación de la “Filosofía” como una disciplina separada e independiente también creemos que es una equivocación, ya que ninguna actividad humana puede estar divorciada de la Filosofía, pues todo quehacer humano puede y debe estar impregnado por ésta, entendiéndola en su acepción arcaica de “amor a la sabiduría” y no como un entretenimiento especulativo para distraer la mente.

Estas cuatro vías, que intentan ser un resumen de las múltiples vías del desarrollo humano, en ocasiones son representadas mediante una matriz piramidal, en la cual se identifican con las cuatro caras de la pirámide, las cuales se muestran bien separadas en la base, pero a medida que

ascendemos hacia el vértice las mismas se van acercando hasta alcanzar la unión en la cúspide. De este modo queda explicado, con un ejemplo sencillo, que la Verdad suprema se puede alcanzar por diferentes senderos, cada uno de ellos adecuado a diferentes tipos de hombres.

La columna “Religio”, esto es: re-ligión, implica volver a unir algo que primordialmente fue una misma cosa. Desde esta perspectiva, la Filosofía Perenne habla de un cosmos en miniatura o microcosmos (el ser humano) que es reflejo de un Macrocosmos (la divinidad) al cual estaba unido originalmente, estableciendo una serie de instrucciones, rituales y técnicas para re-integrar a ese ser finito con el Absoluto. En todos los casos, el principal objetivo de la Religión es descubrir nuestra verdadera naturaleza que los orientales resumen en la consigna: “Hazte lo que eres”.

Desde una perspectiva iniciática, “Religión” significa REINTEGRAR.

La columna “Civilitas” no se refiere a la política inconsciente y corrupta a la que estamos tristemente acostumbrados, sino a una nueva política que debe surgir de la conciencia. Así como el ser humano posee una naturaleza y propósito trascendente, del mismo modo la sociedad (que es una reunión de hombres) también debe ser considerada desde una óptica superior.

Los antiguos hacían alusión a una mítica sociedad primordial (Atlántida, Hiperbórea, etc.) donde cada oficio y profesión era parte de un complejo mosaico que daba forma a una civilización integrada y armónica. En nuestros días, mientras el ser humano es espectador de la paulatina desintegración social y corrupción moral del mundo contemporáneo en torno a una globalización avasalladora, las organizaciones políticas no tienen idea de cómo resolver los males del mundo sin renunciar a sus privilegios y al supuesto “progreso” que ha alcanzado la sociedad de consumo.

Es necesaria la irrupción en este mundo caótico de una nueva política que parta de la conciencia, que sea autéticamente “revolucionaria” (no reformista) y que erradique los intereses egoístas (económicos, nacionales, etc.), teniendo como objetivo final la reconstrucción de un modelo clásico de sociedad donde reinen la justicia, el orden y la paz entre los hombres.

Desde una perspectiva iniciática, “Política” significa RESTAURAR.

La columna “Scientia” se basa en el conocimiento científico de las leyes universales (no solamente físicas, sino también metafísicas) y tiene como punto de partida una nueva ciencia verdaderamente útil al desarrollo de la conciencia y absolutamente compatible con la vida espiritual. El físico Albert Einstein lo declaraba abiertamente: “la ciencia sin religión está coja, y la religión sin ciencia, ciega”.

Aunque nuestra ciencia contaminada de positivismo sea hostil a cualquier intento de demostrar las leyes y principios espirituales, paulatinamente han ido apareciendo científicos pioneros que han reaccionado ante las posturas ateas de los últimos siglos, proponiendo atrevidas teorías que sirven de puente entre la ciencia y la espiritualidad. Siendo así, creemos que en el siglo XXI se avanzará en el redescubrimiento de los principios trascendentes que conocían los científicos de la antigüedad y que hoy son ignorados de plano por los científicos materialistas.

Desde una perspectiva iniciática, “Ciencia” significa REDESCUBRIR.

La columna “Ars” alude a un conocimiento superior a través de la belleza, la plasmación creativa de los arquetipos y de la naturaleza del Alma, que se manifiesta en oposición al arte profano fundamentado en las bajas emociones y en el caos de la mente de deseos. El divino Platón manifestaba que la contemplación de lo bello nos pone en contacto con nuestra belleza interior, la cual está ligada a nuestra chispa divina, es decir nuestra naturaleza trascendente. Por esta razón el arte sacro (2) se fundamenta en la representación física de conceptos metafísicos vinculados a lo bueno, lo

veraz, lo justo, instándonos a ser mejores y ayudándonos a despertar la conciencia.

Desde una perspectiva iniciática, “Arte” significa CONTEMPLAR (“mirar lejos” o “ver más allá”).

El problema principal de la Ciencia, el Arte, la Religión y la Política en su presentación moderna radica en su profundo desconocimiento de la naturaleza humana. Mientras que el científico materialista pretende convencernos que somos una especie de máquina orgánica que se mueve por impulsos electroquímicos, el religioso suele perderse en teorías, argumentaciones incoherentes y discusiones teológicas estériles que nada aportan al desarrollo interno y al trabajo cotidiano en el “aquí y ahora”. Por otro lado, mientras el artista ignore su rol de “pontífice de la belleza”, es decir un “puente” entre la armonía universal y la conciencia humana, su arte seguirá siendo insignificante. Del mismo modo, el político que no tenga en mente la construcción de una sociedad nueva y arquetípica basada en los valores éticos atemporales y en las enseñanzas tradicionales en torno a la Justicia, se tendrá que contentar con seguir emparchando un sistema cada vez más insostenible.

De este modo, antes de entrar al Templo de la Pansofía, debes entender que se puede alcanzar la trascendencia a través múltiples vías, siempre y cuando podamos conectarnos conscientemente con la esencia de cada una de ellas, atendiendo a las concepciones tradicionales de la Ciencia, el Arte, la Religión y la Política, y no a las versiones deterioradas que conocemos y a las que –lamentablemente– nos hemos acostumbrado.

En cierta forma, la Ciencia, el Arte, la Religión y la Política son una síntesis de las muchas otras disciplinas que conciernen al ser humano y, entonces, desde una perspectiva tradicional cualquiera de ellas puede ser vehículo de conciencia, lo cual también puede aplicarse al más humilde de los oficios. Un mundo nuevo y mejor necesita de seres humanos nuevos y mejores en todos los ámbitos que practiquen –desde la conciencia– oficios y profesiones acordes a esa nueva sociedad.

Teniendo en cuenta estas ideas preliminares, que forman parte de las enseñanzas capitales de la Filosofía Perenne, puedes echar un último vistazo al vestíbulo de este Templo sagrado y, cuando estés listo, ascender los nueve escalones que te separan de la sala preliminar.

Resumen del umbral

* La Verdad y la autorrealización individual se pueden alcanzar por diferentes caminos, cada uno de ellos adecuado a diferentes tipos de hombres.
* La Ciencia, el Arte, la Política y la Religión son un resumen de las múltiples vías del desarrollo humano.
* Debemos interpretar la Ciencia, el Arte, la Religión y la Política de acuerdo a las pautas tradicionales y con un objetivo común, dejando de lado las versiones deterioradas contemporáneas.