¡Ilusión! Dícese de algo alejado
de la realidad. Cuando la Ilusión es cercana, su incumplimiento suele producir
frustración; pero cuando es lejana e irrealizable no deja de ser una Utopía que
pudiera servirnos como meta lejana incentivadora de nuestro afán por seguir
viviendo.
No podemos echarle la culpa a nada
ni a nadie por ilusionarnos vanamente, dado que la ilusión es algo que se
cocina en el interior de nuestra propia mente, aunque sean otros los que
proporcionen las esencias necesarias para su cocción.
El enamoramiento no es más que otra
forma de ilusión que de llevarse a cabo deja de serlo transformándose en
vivencia jubilosa en sus primeros instantes; pero derivando, a la larga, en
inevitable frustración.
Hasta hace nada tuve una bella
ilusión que embellecía mi vida con el majestuoso colorido de una primavera
eterna. Una Ilusión que alimenté con entelequias irrealizables provenientes de
otros mundos más allá del lejano Océano de lo posible.
Era una Ilusión palpable, cercana
como la propia respiración, debido a una virtualidad solo posible por la
cercanía aparente de los actuales medios de comunicación electrónicos.
Comenzó en mi mente como una
minúscula semilla de cardo y que se fue extendiendo, inexorablemente, como una
inmensa nube eléctrica hasta cubrir todas las expectativas y apagar cualquier
atisbo de irrealidad; pero todo ello no fue más que una ilusión realimentada
por la necesidad de tener a alguien a quien poder besar, abrazar, querer de
verdad.
Pasada la pequeña tempestad del
despertar solo queda una amistad más. Una importante, porque ha dejado abierta
una herida que Dios dirá cuándo terminará por cicatrizar.
Adiós Pequeña Ilusión, enterrada
quedas en el interior de mi dolido Corazón. Abierto quedo, de nuevo, a la Gran
Ilusión, la irrealizable, la utópica, la lejana e imposible que queda más allá
de los mundos conocidos. Aquella que aún nos mantiene vivos e ilusionados,
nunca mejor dicho, por convertirnos en lo que nunca dejamos de ser: El Gran
Amante de mi Señora del Alma, de mi Gemela escondida y que tanto de mí se
aparta, se esconde e invisibiliza.
Vanidad de vanidades que nos
muestra lo lejano que se encuentra el fruto de la elevada vid aérea. Ahora lo
entiendo y permanezco en una asana de contemplación meditativa esperando que
una mano amiga se pose en mi hombro y me diga: Hombre, ha llegado el Tiempo y
aquí me tienes para compartir tu
Soledad.
Se nos fue la pequeña ilusión;
pero siempre nos quedará nuestro verdadero Amor, que por desconocido e
intangible no deja de tener la trascendental importancia de ser parte de nos.
Adiós pequeño Océano que me
sedujiste para embarcarme en una nave sin remos y dejarme al pairo de una mar
en calma chicha. Bienvenido gran Océano que me lanzas a la deriva, esperando
ser rescatado por mi Espíritu Eterno e Inmortal.
Aralba