Están entre nosotros
Desde el propio instante en que
consideramos que la Tierra fue sembrada de vida, mediante la panspermia, ya
estamos indicando que en este Planeta no hay nada que sea aborigen. Desde la
más primitiva ameba hasta su elemento “más evolucionado” el Ser Humano, somos
extraños a este Planeta, la Tierra, que nos ha servido como útero provisional.
“SOMOS EXTRATERRESTRES”, es algo
que debemos asimilar profundamente y que nuestro destino, como especie
extraterrestre, no está en permanecer pegados a las faldas del útero que nos dio
la vida y; va siendo hora de que fijemos nuestra mirada en las lejanas
estrellas que parpadean en nuestro cielo nocturno. Esto debe de ser así para
que podamos proseguir con nuestro Programa Genético de difundir la Vida y la
Inteligencia en todos los rincones del Universo.
De momento, la mayoría, nos
encontramos ciegos a esta Realidad: Que no podemos permanecer con nuestra madre
adoptiva, la Tierra, de forma permanente e indeterminada. Va siendo hora de que
reconozcamos cual es nuestra misión y la abandonemos, con mucho amor, respeto y
agradecimiento, de forma definitiva.
Los que nos quedemos aquí, con ella,
estaremos condenados a desaparecer cuando dé sus últimos estertores. Porque
todo lo que nace, tras cumplir con su función, debe morir. La Tierra ya cumplió
con su función de incubadora de la Vida y de la Inteligencia que nos haga
proseguir, en el Cosmos, con nuestra misión programada, ya indicada.
Toda la Vida está hermanada, pues
la Evolución no deja de ser más que un Programa realizado para que partiendo de
componentes biológicos muy básicos pueda llegar a tal complejidad que permita
la existencia de la inteligencia primero y del cumplimiento de un Destino
previamente programado, mucho antes de que la primera ameba apareciese en los
océanos de la Tierra.
Pero además, nuestra Mente,
nuestro Espíritu, es doblemente extraterrestre pues ni tan siquiera pertenece a
este Universo. Sí, es la Mente inmaterial la que ha programado que la materia
tome forma y movimiento para después colonizarla y así poder manifestarse y
cumplir con un objetivo mucho más desconocido, complejo y digamos que
siniestro.
Es nuestra mente, la Mente
Humana, llámenla Dios si lo desean, la que ha construido, seguimos
construyendo, este Mundo y este Universo tal y como lo conocemos; pero también
será esa Mente quien deba destruirlos para que surjan tierra nueva y cielos
nuevos. Porque lo corrupto dará lugar a lo incorruptible y lo mortal y cíclico a
lo inmortal y eterno.
Es necesario que busquemos la
Vida en otros mundos de este Universo porque hallarla será como encontrar a
nuestros hermanos. Es inútil que busquemos una Criatura igual o parecida a
nosotros y que nos haya diseñado porque el Diseñador, el Gran Arquitecto, en
este Mundo, es espiritual y no posee un cuerpo determinado. El Gran Arquitecto
mora en todo lo existente y en nuestro corazón, en el seno de cada una de
nuestras células, porque el Arquitecto es el propio Programa bajo el que la
Vida se formó y que propició que la Inteligencia se manifestara.
Recuerden: Ellos, somos nosotros.
Aralba