Lo cierto es que no se
trata de la primera ocasión que intento hablar con algún personaje ascendido y
me encuentro con otro; pero sí es la primera vez que de una forma organizada
fallo en el contacto. Quiero entender que fue debido a mi entrevista con Adam
Weishaupt, donde apareció Cagliostro en un último instante.
Bien, el caso es que no
íbamos a mandarlo, como comprenderéis, a su casa y perdernos esta inigualable
oportunidad. La apariencia de Cagliostro es imponente a pesar del exceso de
carnes del que gusta presumir. Sus ojos parecen ser los de un ave de presa de
las de mayor alzada, un águila real o imperial si acaso.
Aralba:
No, no entiendo Señor Conde, esperaba a Adam…
Cagliostro:
Oye Aralba –interrumpió-, si no te sirvo
me las piro y, además, llámame Giuseppe que es mi único y verdadero nombre. A
estas alturas ¿A quien vamos a engañar con eso de Conde, Varón y, ya ni me
acuerdo? ¡Jo!
Aralba:
¡Oh! José Bálsamo ¿me permites? En España creo que se te conocía con dicho
nombre, para mí resultaría mucho más fácil.
Cagliostro:
Llámame como te apetezca Aralba, me he dado en llamar de tantos modos que ya
casi atiendo ante cualquier llamado. Veo que me tienes demasiado respeto,
tranquilo, Hermano, tranquilo, las noticias acerca de mi Persona son incluso
mucho más exageradas que las de mi compadre Weishaupt.
Aralba:
Bien, me quedo más tranquilo, es tal tu fama como mago negro y satanista que a
uno se le mueven los intestinos ante tu presencia.
Cagliostro:
ja,ja,ja,ja… -Una prolongada risotada de tono grave se prolongó durante un par
de segundos-. Sabes, un día deberías de interrogar al canalla de Alejandro
Dumas. Gracias a él casi llegué a creer que su personaje de novela era yo
mismo. Si me permites, Aralba, te puedo explicar, porqué llegué a cargarme de fama tan negra.
Como bien sabes, sé que lo sabes, mi infancia no fue fácil. Una familia
difícil, un barrio más difícil aún y relaciones indeseables por parte de cualquier
padre de familia normal. En realidad lo que antaño fui, es solo producto de las
circunstancias históricas… Ah, por cierto si Dumas es un canalla por retratarme
de dicho modo ya no te digo lo que realizaría después Orson Wells con su mala película:
Oye, me dibujó como un Mago negro con super poderes y ya no te digo el Robert
Anton Wilson en su Tierra Trema…El Hijo de Satanás como poco.
Aralba:
Bálsamo –interrumpí su perorata-, hay un dicho castellano que dice que cuando
el Rio suena es que agua lleva. Vamos a suponer que todo lo que se conoce de ti, como
de Adam, sean auténticas exageraciones; pero, por favor, dime en qué base han
podido sustentarte.
Cagliostro: A
eso iba –sonriente-, antes de que me interrumpieras Hermanito. Es cierto que
siempre pertenecí a una familia más miserable que humilde; pero también tuve
grandes amigos que ayudaron a fomentar mi natural inteligencia. No te rías que
no tengo abuela je,je,je. Hacía no demasiados siglos que existía una barrera
insalvable entre la nobleza de la Corte y el vasallaje del populacho, dado que
la instrucción educativa solo estaba reducida a unos pocos, como bien sabes, la
propia nobleza y la gente de Iglesia, en mi época sin embargo algunos pocos,
con ayuda de los curas, podíamos instruirnos al contrario que nuestros
antepasados. Mira, Aralba, coges una coctelera y echas en ella los siguientes
ingredientes: Juventud, hambre, inteligencia, ganas de aprender y
resentimiento, mucho resentimiento ¿Puedes hacerme el favor de decirme que puede
salir de todo ello? Lo condimentas con una clase nobiliaria estúpida y poco instruida y...
Aralba:
¿El Conde de Cagliostro?
Cagliostro: Exacto,
Amigo; pero también Casanova, Sade, Saint Germain, Mesmer…, y muchos, muchos más.
Gentes que nos aprovechamos con pequeños trucos de prestidigitador de la
sublime ignorancia de esa gente tan noble y ricachona. ¿Acaso ves tu algo de
malo en ello?
Aralba:
No, si yo no he dicho nada, pero sí entiendo que hay que valer para ello. No sé
si yo podría…
Cagliostro:
Claro
que podrías, si te hubieses visto en nuestra misma circunstancia. Muchas cosas
eran ciertas, el conocimiento de medicina, la Iniciación esotérica y la
exquisita educación que me imprimió Altotas, mi Maestro; pero evidentemente también hubo
mucho de engaño como las transformaciones de metales viles en oro o los
espectáculos mesméricos que desarrollaba gracias a amigos a los que pagaba por
interpretar un determinado papel. No me arrepiento de nada, creo que toda esa
gente de la Corte estaba ya de más en una Europa moderna y algunos teníamos que
darles una lección de humildad, demostrarles que los hijos de los pobres
también podíamos codearnos con ellos de tú a tú y acostarnos con sus empolvadas
y perfumadas mujeres. fuimos meros peones en una partida de ajedrész cósmico.
Aralba:
¿Me podrías decir que hubo de cierto en el Tema del Collar de la Reina Maria Antonieta, su ejecución, y tu
influencia en la Revolución Francesa?
Cagliostro:
Aralba, sé que me crees, es tontería que me ponga a mentirte cuando, en este
instante, estamos tan unidos. Lo del collar de la Reina fue algo totalmente
cierto; pero te juro que no fue premeditado, a modo de trampa, para
desencadenar una revolución y menos que le cortaran la cabeza a toda esa gente
de la Corte Francesa y que aunque algunos se lo merecieran otros no. Jamás le he deseado tanto mal a nadie. Te aseguro que mi posible influencia fué absolutamente
testimonial. Esa fama, de la que se ocupó en agrandar la Inquisición del
Vaticano, ha llevado a sobrevalorar la pequeñísima influencia que pudiera
tener, ojo, si es que la hubo que todavía no lo tengo claro. Tanto a Adam, a mí mismo así como a otros muchos hermanos o no, nos
calumniaron de satánicos y de prácticas blasfemas como pisar crucifijos, sodomía y
escupir a las tallas de la virgen, Todo falso y si algunas palabras nuestras, a ese respecto fueron sacadas a la luz, fué bajo tortura y te aseguro que esas torturas no
eran broma. Tú mismo Aralba, sé que has podido cantar alguna vez, en la Historia, por
peteneras. Vamos que si querían que dijeses que eras el mismo Satanás, lo
conseguían, claro que lo conseguían y hablar en lenguas, faltaría más. Yo mismo, a pesar de mi poderosa instrucción
oculta, dije cosas que en circunstancias normales jamás, ni en sueños, habría
mencionado. Los ocultitas, de dicha época, solo éramos un pequeño eco de un gran
clamor popular y ¡Ojo! De la Burguesía que quería desbancar a esa corte ociosa
e indolente. Nuestra influencia, así como el de las otras fraternidades
filantrópicas como la Franc masonería –rió-, sí, no te voy a engañar, yo también
fui un miembro, bastante díscolo por cierto; pero creo que mi aportación ha
resultado positiva o ¿no?…
Aralba:
¿Todo lo que se dice de Serafina o Lorenza es cierto o mentira? Es tontería que
te pregunte si hubo un José Bálsamo y un Conde de Cagliostro como dos personas
distintas. Ya me has contestado a esa pregunta…
Cagliostro:
Ay, mi Lorenza, cuanto amaba yo a esa mujer; pero lo bueno suele durar poco. Sí
es cierto que me traicionó; pero no porque yo la maltratara o la mantuviera en
estado de hipnosis como dicen esas exageradas historias que me han exaltado a
una categoría semejante a los dioses olímpicos. Lorenza se equivocó y pensando que era yo
el que la engañaba, movida por los celos y el rencor, me denunció ante la
inquisición el resto creo que la propia Inquisición se ocupó en que conocieseis
los hechos desde su particular punto de vista. Lo que más me duele no es que me detuvieran
y muriese en aquel mugriento calabozo eclesiástico sino las torturas que mi
amada Serafina sufrió para confesar donde me podían encontrar. Sí Serafina era
a Lorenza lo que Cagliostro para Bálsamo. Ahora bien, quiero, por favor, que
dejes claro ante el mundo que Lorenza jamás fue una prostituta ni la usé, como
tal, para conseguir nuestros propósitos. No voy a desmentir que fuese una mujer
soberbia que cualquier hombre que se precie hubiese deseado; pero te juro por el Evangelio de San Juán que jamás
la ofrecí a cambio de favores económicos o de otro tipo. Solo fue la propia
vida la que se ocupó de crear un mal entendido entre nosotros dos y después la
tragedia. Nunca hubo un Cagliostro falso y otro verdadero. Nunca hubo una
Serafina falsa y una verdadera. Solo hubo un Conde de Cagliostro falso y una
Serafina falsa, como útiles para alimentar a dos pobres desdichados que se
llamaban José y Lorenza. Lo que sucede es que el engaño se nos escapó de las
manos y subimos más alto de lo que nuestras alas nos podían permitir.
Evidentemente la caída fue bestial y todo el mundo sabe como acabó aquello.
Aralba: Ya
para terminar, me podrías decir José ¿Qué hay de cierto en que tú iniciaste en
la masonería egipcia a Napoleón mientras se encontraba en la Campaña Egipcia?
Volvió a reír Cagliostro.
Cagliostro: Otra
más de las exageraciones, por Dios ¿Qué más hubiese querido yo que iniciar al
Emperador francés, paradigma de la Revolución francesa? ¿Qué más hubiese querido
yo, del mismo modo, que se hubiese dirigido al lugar donde me encontraba
encarcelado para ser rescatado? Todo puro mito créelo Aralba. Mito y símbolo
como esa supuesta espada masónica que dejé en mi celda tras volatilizarme de
forma mágica. Te aseguro que nada de eso es cierto; pero tengo que reconocer
que toda esa aureola, místico-mágica-satánica como que no me desagrada del todo. Si hay
un individuo menos satánico bajo la faz de la tierra ese soy yo. ¿Qué me usan
algunos sectarios satanistas como su gurú particular? ¡No me cabe duda alguna!
Bien, que cada cual crea lo que quiera; pero Giuseppe Bálsamo solo fue un
hombre pobre de su tiempo que supo elevarse hasta lo más alto, codearse con los grandes poderes de su época y que sus
enemigos, tras ser descubierto, no pudieron consentirlo. Quiero que digas eso Aralba porque es la
única verdad. El resto, tal y como te dijo mi gran amigo Adam son puñeteras calumnias
sin más valor del que la gente le otorgue. Respecto a la religión, si llegué a
ser lo que fui, surgiendo de la nada, se lo debo a la Iglesia; pero a la
Iglesia de Barrio, a los sacerdotes y monjes que comparten su pan con el pueblo
hambriento. Ellos fueron los que me enseñaron a leer primero, a hacer cuentas y
a comportarme como un gran señor.
Aralba:
Ya para terminar, amigo José ¿Quisieras decir alguna cosa más?
Cagliostro:
Que me tienes a tu disposición siempre que quieras y que bendigo a todos los
luchadores por la Libertad la Igualdad y la fraternidad y que evitan que la
ignorancia, el fanatismo y la avaricia se extiendan sobre la faz del mundo más
de lo que ya está. Mi última palabra no puede ser para otra persona que para mi amadísima
Lorenza ¿Verdad Lorenza?
Como en tantas ocasiones,
surgió de la nada la sugerente y voluptuosa imagen de una bellísima mujer con
rasgos sicilianos.
Lorenza: Venga
cabronazo, deja a tu amigo y otro día me lo presentas, vámonos a la cama. Te lo
robo un ratito de nada Aralba.
Aralba:
Aaaadios, Lorenza, hasta otra José.
Cagliostro:
Un TAF, Hermano un TAF
Aralba