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viernes, 26 de octubre de 2012

Encuentro imprevisto con Cagliostro



Lo cierto es que no se trata de la primera ocasión que intento hablar con algún personaje ascendido y me encuentro con otro; pero sí es la primera vez que de una forma organizada fallo en el contacto. Quiero entender que fue debido a mi entrevista con Adam Weishaupt, donde apareció Cagliostro en un último instante.

Bien, el caso es que no íbamos a mandarlo, como comprenderéis, a su casa y perdernos esta inigualable oportunidad. La apariencia de Cagliostro es imponente a pesar del exceso de carnes del que gusta presumir. Sus ojos parecen ser los de un ave de presa de las de mayor alzada, un águila real o imperial si acaso.

Aralba: No, no entiendo Señor Conde, esperaba a Adam…

Cagliostro: Oye Aralba –interrumpió-,  si no te sirvo me las piro y, además, llámame Giuseppe que es mi único y verdadero nombre. A estas alturas ¿A quien vamos a engañar con eso de Conde, Varón y, ya ni me acuerdo? ¡Jo!

Aralba: ¡Oh! José Bálsamo ¿me permites? En España creo que se te conocía con dicho nombre, para mí resultaría mucho más fácil.

Cagliostro: Llámame como te apetezca Aralba, me he dado en llamar de tantos modos que ya casi atiendo ante cualquier llamado. Veo que me tienes demasiado respeto, tranquilo, Hermano, tranquilo, las noticias acerca de mi Persona son incluso mucho más exageradas que las de mi compadre Weishaupt.

Aralba: Bien, me quedo más tranquilo, es tal tu fama como mago negro y satanista que a uno se le mueven los intestinos ante tu presencia.

Cagliostro: ja,ja,ja,ja… -Una prolongada risotada de tono grave se prolongó durante un par de segundos-. Sabes, un día deberías de interrogar al canalla de Alejandro Dumas. Gracias a él casi llegué a creer que su personaje de novela era yo mismo. Si me permites, Aralba, te puedo explicar,  porqué llegué a cargarme de fama tan negra. Como bien sabes, sé que lo sabes, mi infancia no fue fácil. Una familia difícil, un barrio más difícil aún y relaciones indeseables por parte de cualquier padre de familia normal. En realidad lo que antaño fui, es solo producto de las circunstancias históricas… Ah, por cierto si Dumas es un canalla por retratarme de dicho modo ya no te digo lo que realizaría después Orson Wells con su mala película: Oye, me dibujó como un Mago negro con super poderes y ya no te digo el Robert Anton Wilson en su Tierra Trema…El Hijo de Satanás como poco.

Aralba: Bálsamo –interrumpí su perorata-, hay un dicho castellano que dice que cuando el Rio suena es que agua lleva. Vamos a suponer que todo lo que se conoce de ti, como de Adam, sean auténticas exageraciones; pero, por favor, dime en qué base han podido sustentarte.

Cagliostro: A eso iba –sonriente-, antes de que me interrumpieras Hermanito. Es cierto que siempre pertenecí a una familia más miserable que humilde; pero también tuve grandes amigos que ayudaron a fomentar mi natural inteligencia. No te rías que no tengo abuela je,je,je. Hacía no demasiados siglos que existía una barrera insalvable entre la nobleza de la Corte y el vasallaje del populacho, dado que la instrucción educativa solo estaba reducida a unos pocos, como bien sabes, la propia nobleza y la gente de Iglesia, en mi época sin embargo algunos pocos, con ayuda de los curas, podíamos instruirnos al contrario que nuestros antepasados. Mira, Aralba, coges una coctelera y echas en ella los siguientes ingredientes: Juventud, hambre, inteligencia, ganas de aprender y resentimiento, mucho resentimiento ¿Puedes hacerme el favor de decirme que puede salir de todo ello? Lo condimentas con una clase nobiliaria estúpida y poco instruida y...

Aralba: ¿El Conde de Cagliostro?

Cagliostro: Exacto, Amigo; pero también Casanova, Sade, Saint Germain, Mesmer…, y muchos, muchos más. Gentes que nos aprovechamos con pequeños trucos de prestidigitador de la sublime ignorancia de esa gente tan noble y ricachona. ¿Acaso ves tu algo de malo en ello?

Aralba: No, si yo no he dicho nada, pero sí entiendo que hay que valer para ello. No sé si yo podría…

Cagliostro: Claro que podrías, si te hubieses visto en nuestra misma circunstancia. Muchas cosas eran ciertas, el conocimiento de medicina, la Iniciación esotérica y la exquisita educación que me imprimió Altotas, mi Maestro; pero evidentemente también hubo mucho de engaño como las transformaciones de metales viles en oro o los espectáculos mesméricos que desarrollaba gracias a amigos a los que pagaba por interpretar un determinado papel. No me arrepiento de nada, creo que toda esa gente de la Corte estaba ya de más en una Europa moderna y algunos teníamos que darles una lección de humildad, demostrarles que los hijos de los pobres también podíamos codearnos con ellos de tú a tú y acostarnos con sus empolvadas y perfumadas mujeres. fuimos meros peones en una partida de ajedrész cósmico.

Aralba: ¿Me podrías decir que hubo de cierto en el Tema del Collar de la Reina Maria Antonieta, su ejecución, y tu influencia en la Revolución Francesa?

Cagliostro: Aralba, sé que me crees, es tontería que me ponga a mentirte cuando, en este instante, estamos tan unidos. Lo del collar de la Reina fue algo totalmente cierto; pero te juro que no fue premeditado, a modo de trampa, para desencadenar una revolución y menos que le cortaran la cabeza a toda esa gente de la Corte Francesa y que aunque algunos se lo merecieran otros no. Jamás le he deseado tanto mal a nadie. Te aseguro que mi posible influencia fué absolutamente testimonial. Esa fama, de la que se ocupó en agrandar la Inquisición del Vaticano, ha llevado a sobrevalorar la pequeñísima influencia que pudiera tener, ojo, si es que la hubo que todavía no lo tengo claro. Tanto a Adam, a mí mismo así como a otros muchos hermanos o no, nos calumniaron de satánicos y de prácticas blasfemas como pisar crucifijos, sodomía y escupir a las tallas de la virgen, Todo falso y si algunas palabras nuestras, a ese respecto fueron sacadas a la luz, fué bajo tortura y te aseguro que esas torturas no eran broma. Tú mismo Aralba, sé que has podido cantar alguna vez, en la Historia, por peteneras. Vamos que si querían que dijeses que eras el mismo Satanás, lo conseguían, claro que lo conseguían y hablar en lenguas, faltaría más. Yo mismo, a pesar de mi poderosa instrucción oculta, dije cosas que en circunstancias normales jamás, ni en sueños, habría mencionado. Los ocultitas, de dicha época, solo éramos un pequeño eco de un gran clamor popular y ¡Ojo! De la Burguesía que quería desbancar a esa corte ociosa e indolente. Nuestra influencia, así como el de las otras fraternidades filantrópicas como la Franc masonería –rió-, sí, no te voy a engañar, yo también fui un miembro, bastante díscolo por cierto; pero creo que mi aportación ha resultado positiva o ¿no?…

Aralba: ¿Todo lo que se dice de Serafina o Lorenza es cierto o mentira? Es tontería que te pregunte si hubo un José Bálsamo y un Conde de Cagliostro como dos personas distintas. Ya me has contestado a esa pregunta…

Cagliostro: Ay, mi Lorenza, cuanto amaba yo a esa mujer; pero lo bueno suele durar poco. Sí es cierto que me traicionó; pero no porque yo la maltratara o la mantuviera en estado de hipnosis como dicen esas exageradas historias que me han exaltado a una categoría semejante a los dioses olímpicos. Lorenza se equivocó y pensando que era yo el que la engañaba, movida por los celos y el rencor, me denunció ante la inquisición el resto creo que la propia Inquisición se ocupó en que conocieseis los hechos desde su particular punto de vista. Lo que más me duele no es que me detuvieran y muriese en aquel mugriento calabozo eclesiástico sino las torturas que mi amada Serafina sufrió para confesar donde me podían encontrar. Sí Serafina era a Lorenza lo que Cagliostro para Bálsamo. Ahora bien, quiero, por favor, que dejes claro ante el mundo que Lorenza jamás fue una prostituta ni la usé, como tal, para conseguir nuestros propósitos. No voy a desmentir que fuese una mujer soberbia que cualquier hombre que se precie hubiese deseado; pero te juro por el Evangelio de San Juán que jamás la ofrecí a cambio de favores económicos o de otro tipo. Solo fue la propia vida la que se ocupó de crear un mal entendido entre nosotros dos y después la tragedia. Nunca hubo un Cagliostro falso y otro verdadero. Nunca hubo una Serafina falsa y una verdadera. Solo hubo un Conde de Cagliostro falso y una Serafina falsa, como útiles para alimentar a dos pobres desdichados que se llamaban José y Lorenza. Lo que sucede es que el engaño se nos escapó de las manos y subimos más alto de lo que nuestras alas nos podían permitir. Evidentemente la caída fue bestial y todo el mundo sabe como acabó aquello.

Aralba: Ya para terminar, me podrías decir José ¿Qué hay de cierto en que tú iniciaste en la masonería egipcia a Napoleón mientras se encontraba en la Campaña Egipcia?

Volvió a reír Cagliostro.

Cagliostro: Otra más de las exageraciones, por Dios ¿Qué más hubiese querido yo que iniciar al Emperador francés, paradigma de la Revolución francesa? ¿Qué más hubiese querido yo, del mismo modo, que se hubiese dirigido al lugar donde me encontraba encarcelado para ser rescatado? Todo puro mito créelo Aralba. Mito y símbolo como esa supuesta espada masónica que dejé en mi celda tras volatilizarme de forma mágica. Te aseguro que nada de eso es cierto; pero tengo que reconocer que toda esa aureola, místico-mágica-satánica como que no me desagrada del todo. Si hay un individuo menos satánico bajo la faz de la tierra ese soy yo. ¿Qué me usan algunos sectarios satanistas como su gurú particular? ¡No me cabe duda alguna! Bien, que cada cual crea lo que quiera; pero Giuseppe Bálsamo solo fue un hombre pobre de su tiempo que supo elevarse hasta lo más alto, codearse con los grandes poderes de su época y que sus enemigos, tras ser descubierto, no pudieron consentirlo. Quiero que digas eso Aralba porque es la única verdad. El resto, tal y como te dijo mi gran amigo Adam son puñeteras calumnias sin más valor del que la gente le otorgue. Respecto a la religión, si llegué a ser lo que fui, surgiendo de la nada, se lo debo a la Iglesia; pero a la Iglesia de Barrio, a los sacerdotes y monjes que comparten su pan con el pueblo hambriento. Ellos fueron los que me enseñaron a leer primero, a hacer cuentas y a comportarme como un gran señor.

Aralba: Ya para terminar, amigo José ¿Quisieras decir alguna cosa más?

Cagliostro: Que me tienes a tu disposición siempre que quieras y que bendigo a todos los luchadores por la Libertad la Igualdad y la fraternidad y que evitan que la ignorancia, el fanatismo y la avaricia se extiendan sobre la faz del mundo más de lo que ya está. Mi última palabra no puede ser para otra persona que para mi amadísima Lorenza ¿Verdad Lorenza?

Como en tantas ocasiones, surgió de la nada la sugerente y voluptuosa imagen de una bellísima mujer con rasgos sicilianos.

Lorenza: Venga cabronazo, deja a tu amigo y otro día me lo presentas, vámonos a la cama. Te lo robo un ratito de nada Aralba.

Aralba: Aaaadios, Lorenza, hasta otra José.

Cagliostro: Un TAF, Hermano un TAF

Aralba

René Guénon- (A GRANDE TRIADA)



 

 

«SPIRITUS», «ANIMA», «CORPUS»


La división ternaria es la más general y al mismo tiempo la más simple que se pueda establecer para definir la constitución de un ser vivo, y en particular la del hombre, ya que debe entenderse bien que la dualidad cartesiana del «espíritu» y del «cuerpo», que se ha impuesto en cierto modo a todo el pensamiento occidental moderno, no podría corresponder de ninguna manera a la realidad; ya hemos insistido en esto con frecuencia en otras partes para no tener necesidad de volver a ello.

Por lo demás, la distinción del espíritu, del alma y del cuerpo es la que ha sido admitida unánimemente por todas las doctrinas tradicionales de Occidente, ya sea en la antigüedad o en la edad media; el hecho de que más tarde se haya llegado a olvidarla hasta el punto de no ver en los términos de «espíritu» y de «alma» más que una suerte de sinónimos, por lo demás bastante vagos, y a emplearlos indistintamente el uno por el otro, mientras que designan propiamente realidades de orden totalmente diferente, es quizás uno de los ejemplos más llamativos que se puedan dar de la confusión que caracteriza a la mentalidad moderna. 

Por lo demás, este error tiene consecuencias que no son todas de orden puramente teórico, y evidentemente ello le hace aún más peligroso1; pero no es de esto de lo que vamos a ocuparnos aquí, y solo queremos, en lo que concierne a la división ternaria tradicional, precisar algunos puntos que tienen una relación más directa con el tema de nuestro estudio.

Esta distinción del espíritu, del alma y del cuerpo ha sido aplicada al «macrocosmo» tanto como al «microcosmo», puesto que la constitución del uno es análoga a la del otro, de suerte que se deben encontrar necesariamente elementos que se correspondan rigurosamente por una parte y por otra. 

Esta consideración, en los Griegos, parece vincularse sobre todo a la doctrina cosmológica de los Pitagóricos, que, por lo demás, no hacía en realidad más que «readaptar» enseñanzas mucho más antiguas; Platón se ha inspirado de esta doctrina y la ha seguido mucho más de cerca de lo que se cree de ordinario, y es en parte por su mediación como algo de ella se ha transmitido a los filósofosposteriores, tales por ejemplo como los Estoicos, cuyo punto de vista mucho más exotérico ha mutilado y deformado muy frecuentemente las concepciones de que se trata.

Los Pitagóricos consideraban un cuaternario fundamental que comprendía primero el Principio, transcendente en relación al Cosmos, después el Espíritu y el Alma universales, y por último la Hylê primordial2; importa precisar que esta última, en tanto que pura potencialidad, no puede ser asimilada al cuerpo, y que corresponde más bien a la «Tierra» de la Gran Tríada que a la del Tribhuvana, mientras que el Espíritu y el Alma universales recuerdan manifiestamente a los otros dos términos de este último.

En cuanto al Principio transcendente, corresponde en alguno aspectos al «Cielo» de la Gran Tríada, pero no obstante, por otra parte, se identifica también al Ser o a la Unidad metafísica, es decir, a Tai-ki; parece faltar aquí una distinción clara, que, por lo demás, no era quizás exigida por el punto de vista, mucho menos metafísico que cosmológico, en el que estaba establecido el cuaternario de que se trata. 

Sea como sea, los Estoicos deformaron está enseñanza en un sentido «naturalista», al perder de vista su Principio transcendente, y al no considerar ya más que un «Dios» inmanente que, para ellos, se asimilaba pura y simplemente al Spiritus Mundi; no decimos al Anima Mundi, contrariamente a lo que parecen creer algunos de sus intérpretes afectados por la confusión moderna del espíritu y delalma, ya que en realidad, para los Estoicos tanto como para aquellos que seguían más fielmente la doctrina tradicional, esta Anima Mundi? no ha tenido nunca más que un papel simplemente «demiúrgico», en el sentido más estricto de esta palabra, en la elaboración del Cosmos a partir de laHylê primordial.

Acabamos de decir la elaboración del Cosmos, pero sería quizás más exacto decir aquí la formación del Corpus Mundi, primero porque la función «demiúrgica» es en efecto propiamente una función «formadora» 3, y después porque, en un cierto sentido, el Espíritu y el alma universales forman ellos mismos parte del Cosmos; en un cierto sentido, ya que, a decir verdad, pueden ser considerados bajo un doble punto de vista, que corresponde también en cierto modo a lo que hemos llamado más atrás el punto de vista «genético» y el punto de vista «estático», ya sea como «principios» (en un sentido relativo), o ya sea como «elementos» constitutivos del ser «macrocósmico».

Esto proviene de que, desde que se trata del dominio de la Existencia manifestada, estamos más acá de la distinción de laEsencia y de la Substancia; del lado «esencial», el Espíritu y el Alma son, a niveles diferentes, como «reflexiones» del Principio mismo de la manifestación; del lado «substancial», aparecen al contrario como «producciones» sacadas de la materia prima, aunque determinen ellos mismos sus producciones ulteriores en el sentido descendente4, y esto porque, para situarse efectivamente en lo manifestado, es menester que devengan ellos mismos parte integrante de la manifestación universal. 

La relación de estos dos puntos de vista es representada simbólicamente por el complementarismo delrayo luminoso y del plano de reflexión, que son necesarios el uno y el otro para que se produzca unaimagen, de suerte que, por una parte, la imagen es verdaderamente un reflejo de la fuente luminosa misma, y por otra, se sitúa en el grado de realidad que está marcada por el plano de reflexión5; para emplear el lenguaje de la tradición extremo oriental, el rayo luminoso corresponde aquí a las influencias celestes y el plano de reflexión a las influencias terrestres, lo que coincide bien con la consideración del aspecto «esencial» y del aspecto «substancial» de la manifestación6.

Naturalmente, estas precisiones, que acabamos de formular a propósito de la constitución del « macrocosmo», se aplican también en lo que concierne al espíritu y al alma en el «microcosmo»; únicamente el cuerpo no puede ser considerado nunca, hablando propiamente, como un «principio», porque, al ser la conclusión y el término final de la manifestación (esto, bien entendido, por lo que se refiere a nuestro mundo o a nuestro grado de existencia), no es más que «producto» y no puede devenir «productor» bajo ninguna relación. 

Por este carácter, el cuerpo expresa, tan completamente como es posible en el orden manifestado, la pasividad substancial; pero, al mismo tiempo, por eso mismo se diferencia también, de la manera más evidente, de la Substancia misma, que concurre en tanto que principio «maternal» a la producción de la manifestación. A este respecto, se puede decir que el ternario del espíritu, del alma y del cuerpo está constituido de manera muy diferente que losternarios formados de dos términos complementarios y en cierto modo simétricos y de un producto que ocupa entre ellos una situación intermediaria; en este caso (y también, no hay que decirlo, en el caso del Tribhuvana al que corresponde exactamente), los dos primeros términos se sitúan del mismo lado en relación al tercero, y, si éste puede considerarse en suma también como su producto, ellos no desempeñan ya en esta producción un papel simétrico: el cuerpo tiene en el alma su principio inmediato, pero no procede del espíritu más que indirectamente y por la intermediación del alma. 

Es solo cuando se considera el ser como enteramente constituido, y por consiguiente desde el punto de vista que hemos llamado «estático», cuando, viendo en el espíritu su aspecto «esencial» y en elcuerpo su aspecto «substancial», se puede encontrar bajo esta relación una simetría, ya no entre los dos primeros términos del ternario, sino entre el primero y el último; el alma es entonces, bajo la misma relación, intermediaria entre el espíritu y el cuerpo (y es lo que justifica su designación como principio «mediador», designación que hemos indicado precedentemente), pero por ello no permanece menos, como segundo término, forzosamente anterior al tercero7, y, por consiguiente, no podría ser considerada de ninguna manera como un producto o una resultante de los dos términos extremos.

También puede plantearse otra cuestión: ¿cómo es que, a pesar de la falta de simetría que acabamos de indicar entre ellos, el espíritu y el alma se toman a veces no obstante de una cierta manera como complementarios, siendo considerado el espíritu entonces generalmente como principio masculino y elalma como principio femenino? Es que, siendo el espíritu lo que, en la manifestación, está más cerca del polo esencial, el alma se encuentra, relativamente a él, del lado substancial; así, si se toma el uno en relación a la otra, el espíritu es yang y el alma es yin, y es por eso por lo que frecuentemente son simbolizados respectivamente por el Sol y por la Luna, lo que, por lo demás, puede justificarse también más completamente diciendo que el espíritu es la luz emanada directamente del Principio, mientras que el alma no presenta más que una reflexión de esta luz. 

Además, el mundo«intermediario», que se puede llamar también el dominio «anímico», es propiamente el medio donde se elaboran las formas, lo que, en suma, constituye efectivamente un papel «substancial» o «maternal»; y esta elaboración se opera bajo la acción o más bien bajo la influencia del espíritu, que tiene así, a este respecto, un papel «esencial» o «paternal»; por lo demás, entiéndase bien que en eso no se trata, para el espíritu, más que de una «acción de presencia», a imitación de la actividad «no actuante» del Cielo8.

Añadiremos algunas palabras sobre el tema de los principales símbolos del Anima Mundi: uno de los más habituales es la serpiente, en razón de que el mundo «anímico» es el dominio propio de las fuerzas cósmicas, que, aunque actúan también en el mundo corporal, pertenecen en sí mismas al orden sutil; y esto se vincula naturalmente a lo que hemos dicho más atrás del simbolismo de la doble espiral y del simbolismo del caduceo; por lo demás, la dualidad de los aspectos que reviste la fuerza cósmica corresponde bien al carácter intermediario de este mundo «anímico», que hace de él propiamente el lugar de encuentro de las influencias celestes y de las influencias terrestres. 

Por otra parte, la serpiente, en tanto que símbolo del Anima Mundi, se representa lo más frecuentemente bajo la forma del Ouroboros; esta forma conviene en efecto al principio anímico en tanto que está del lado de la esencia en relación al mundo corporal; pero, bien entendido, está al contrario del lado de lasubstancia en relación al mundo espiritual, de suerte que, según el punto de vista desde el que se le considere, puede tomar los atributos de la esencia o los de la substancia, lo que da, por así decir, laapariencia de una doble naturaleza. 

Estos dos aspectos se encuentran reunidos de una manera bastante notable en otro símbolo del Anima Mundi, que pertenece al hermetismo de la edad media (Fig. 15): en él se ve un círculo en el interior de un cuadrado «animado», es decir, colocado sobre uno de sus ángulos para sugerir la idea del movimiento, mientras que el cuadrado que reposa sobre su base expresa al contrario la idea de estabilidad9; y lo que hace a esta figura particularmente interesante desde el punto de vista donde nos colocamos al presente, es que las formas circular y cuadrada que son sus elementos tienen en ella significaciones respectivas exactamente concordantes con las que tienen en la tradición extremo oriental10.





NOTAS:


1. Ver EL REINO DE CANTIDAD Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS, cap. XXXV.

2. Cf. el comienzo de los Rasâïl Ikhwân Eç-Çafâ, que contiene una exposición muy clara de esta doctrinapitagórica.

3. Importa precisar que decimos «formadora» y no «creadora»; esta distinción tomará su sentido más preciso si se considera que los cuatro términos del cuaternario pitagórico pueden ser puestos respectivamente en correspondencia con los «cuatro mundos» de la Qabbalah hebraica.

4. Recordemos a este propósito que, según la doctrina hindú, buddhi, que es el Intelecto puro y que, como tal, corresponde al Spiritus y a la manifestación informal, es, ella misma, la primera de las producciones de Prakriti, al mismo tiempo que es también, por otra parte, el primer grado de la manifestación de atman o del Principiotranscendente (ver EL HOMBRE Y SU DEVENIR SEGÚN EL VÊDÂNTA, cap. VII).

5. Ver EL SIMBOLISMO DE LA CRUZ, cap. XXIV.

6. El rayo luminoso y el plano de reflexión corresponden exactamente a la línea vertical y a la línea horizontal tomadas para simbolizar respectivamente el Cielo y la Tierra.

7. No hay que decir que es de una anterioridad lógica de lo que se trata aquí esencialmente, puesto que los trestérminos se consideran por lo demás en simultaneidad como elementos constitutivos del ser.

8. Estas últimas precisiones pueden permitir comprender que, en el simbolismo hermético del grado 28 de laMasonería escocesa, el Spiritus y el Anima estén representados respectivamente por las figuras del Espíritu Santoy de la Virgen, lo que es una aplicación de orden menos universal que la que las hace corresponder a Purusha y aPrakriti como lo hemos dicho al comienzo. Por lo demás, es menester agregar que, en este caso, lo que se considera como el producto de los dos términos en cuestión no es el cuerpo, sino algo de un orden muy diferente, que es la Piedra filosofal, frecuentemente asimilada en efecto simbólicamente a Cristo; y, desde este punto de vista, su relación es todavía más estrictamente conforme a la noción del complementarismo propiamente dicho que en lo que concierne a la producción de la manifestación corporal.

9. Cf. EL REINO DE LA CANTIDAD Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS, cap. XX.

10. Al comparar esta figura con la figura 8 (CÉU E TERRA), se constatará que la imagen esquemática del «mundointermediario» aparece en cierto modo como una «inversión» de figura del conjunto del Cosmos; sería posible deducir de esta observación, en lo que concierne a las leyes de la manifestación sutil, algunas consecuencias bastante importantes, que no podemos pensar en desarrollarlas aquí.


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