Bibliotecario y Curador de la Gran Logia Unida
de Inglaterra y Past Master de la Logia de investigación Quatuor
Coronati N° 2076.
Prologo de Ricardo Edgardo Polo
Desde hace 6 años, la Revista Hiram Abif, ha desarrollado
una intensa actividad informativa, desentrañando cuestiones que,
desde remotos tiempos, han sido polémicas dentro de la Masonería.
Quienes estudian e investigan su contexto histórico, saben que los
primeros grados de la Orden están concebidos como una escuela primaria,
mediante la cual y con el método del «Simbolismo», se va concientizando
al masón, a fin de que pueda ir comprendiendo el espíritu conceptual
que irá constituyendo su personalidad institucional. Sin embargo,
ocurre que por razones no bien explicadas, se ha creado una suerte
de «mitología» que a la postre y por no suficientemente «aireada»,
se ha transformado en creencias cuasi dogmáticas, que nada tienen
que ver con la realidad histórica. Uno de los mitos más arraigados
es el de haber difundido que la pureza doctrinaria, se encuentra
en la Gran Logia Unida de Inglaterra, a la que se concibe algo así
como el «Vaticano» de la masonería. Por eso, editamos hoy esta versión
histórica de la Orden, escrita nada menos que por el R.·.H.·. John
Hamill, Bibliotecario y Curador de la Gran Logia Unida de Inglaterra
y Past Master de la Logia de investigación Quatuor Coronati N° 2076.
Suponemos que luego de la lectura del trabajo, los HH.·. podrán
consensuar lo expuesto por este R.·. H.·. británico y algunas teorías
difundidas en nuestro entorno, porque el texto de lo que el R.·.
H.·. John Hamill propone, es lo que nosotros aceptamos como válido
dentro de las premisas que permanentemente sostenemos.
Ricardo E. Polo
¿Cuándo, Por qué y Dónde se originó la Francmasonería?
Solamente existe una respuesta a estas tres preguntas: no lo sabemos.
Y ello a pesar de todo el papel y la tinta que han corrido en aras
de su estudio. De hecho estas cuestiones fundamentales han sido
bastante oscurecidas por varios historiadores Masónicos muy bien
intencionados, pero muy mal informados.
Hace tan solo poco más
de un siglo que los historiadores Masónicos británicos comenzaron
a examinar con visión crítica la historia tradicional del Oficio(1),
la cual había sido escrita por sus predecesores durante los 150
años anteriores. Al encontrar dicha «historia» poco satisfactoria,
comenzaron a buscar evidencia documentada directa de la Masonería
Operativa, anterior a la formación de la primera Gran Logia de Inglaterra
en 1717. Sus investigaciones y sus escritos no se detuvieron, sin
embargo, la permanente aparición de obras pertenecientes a lo que
podría denominarse la escuela de historiadores Masónicos mística
o romántica (en el auténtico sentido de la palabra), generó aún
mayor confusión.
Existen, por lo tanto, dos enfoques principales
de la historia de la Francmasonería:
El enfoque auténtico o científico,
el cual construye o desarrolla su teoría a partir de hechos verificables
y documentación de origen comprobado, y el enfoque no auténtico
en el cual se intenta colocar a la Francmasonería dentro del contexto
de la tradición de los Misterios correlacionando las enseñanzas,
la alegoría y el simbolismo del Oficio, con sus homólogos pertenecientes
a las diversas tradiciones esotéricas. Para complicar aún más las
cosas, existen opiniones divididas dentro de las dos escuelas principales
que se acaban de señalar.
El Francmasón común deriva del propio
ritual sus primeras nociones de la historia del Oficio. A medida
que va progresando en su conocimiento de las ceremonias, aprende
que durante la construcción del templo del Rey Salomón en Jerusalén,
los constructores calificados (albañiles o masones), se dividían
en dos clases: Aprendices y Compañeros. Todos trabajaban bajo las
órdenes de tres Grandes Maestros (el Rey Salomón, Hiram -Rey de
Tiro- e Hiram Abif), los cuales compartían ciertos secretos, conocidos
tan solo por ellos tres. Aprende, asimismo, que esos secretos fueron
perdidos con el asesinato de Hiram Abif -asesinato que se produjo
debido a su negativa de divulgar los secretos- y que se adoptaron
ciertos secretos en substitución de los primeros «hasta que el tiempo
o las circunstancias restauren los secretos originales.»
Del
ritual se deduce inmediatamente que la Francmasonería ya existía
y estaba establecida en la época del Rey Salomón y que ha permanecido
desde entonces como un sistema intacto. El candidato comprende pronto
que el ritual no contiene una verdad histórica o literal, sino una
alegoría dramática mediante la cual se transmiten los principios
y axiomas fundamentales del Oficio.
La primera historia del Oficio
apareció, con sanción oficial, como parte de las primeras Constituciones(2)
compiladas y publicadas en nombre de la primera Gran Logia por el
Reverendo Doctor James Anderson en 1723.
La obra de Anderson
consiste principalmente en la historia legendaria del Oficio de
los constructores, desde Adán, en el Jardín del Edén, hasta la formación
de la primera Gran Logia de Inglaterra en 1717. Anderson no efectúa
distinción alguna entre Masonería Operativa y Masonería Especulativa,
con lo cual quedó implícito que la una era la continuación de la
otra. Anderson ha sido criticado con frecuencia por su historia;
pero esas críticas no son justas con él. Él no pretendía escribir
una historia en el sentido en que la entendemos actualmente, sino
que se proponía producir una apología que estableciera una honorable
filiación para una institución relativamente nueva. Él ni siquiera
afirmó haber escrito una obra original, sino que, como lo explicó
en la segunda edición de las Constituciones (1738), simplemente
resumió las antiguas Constituciones Góticas(3).
Fue de ellas
que él re-tomó las tradiciones según las cuales las Logias de Francmasones
habían existido desde tiempos antiguos; igualmente retomó de allí
la idea de que varias personalidades bíblicas históricas, y otras
puramente legendarias habían sido patrones, promotores o Grandes
Maestros del Oficio así como de que un cierto príncipe Edwin había
convocado una gran asamblea de Masones en York hacia el año 926
de la era cristiana(4). Durante dicha asamblea les habría otorgado
una constitución y les habría ordenado reunirse trimestralmente
para gobernar sus Logias. Se da la impresión de que la Gran Logia
o Asamblea siguió existiendo en forma ininterrumpida desde esa fecha
hasta 1717.
De no haber producido Anderson una versión revisada
y considerablemente aumentada de su historia para la segunda edición
de las Constituciones, la versión de 1723 hubiera sido aceptada
por lo que en realidad era: una apología construida a partir de
la leyenda, el folklore y la tradición.
En la edición de 1738,
Anderson parece haberle dado, desafortunadamente, rienda suelta
a su imaginación, pues construyó una detallada «historia» de la
Masonería Inglesa desde la supuesta Asamblea de York, hasta la resurrección
de la Gran Logia en 1717 y la continuó inclusive hasta 1738.
Para Anderson los términos Geometría, Arquitectura y Masonería eran
sinónimos. Cualquier monarca inglés o personalidad histórica que
de cualquier manera hubiera patrocinado arquitectos o Masones, fue
ubicado en su lista, bien sea como un Gran Maestro o, por lo menos,
como un Gran Vigilante de la Francmasonería. Con el fin de «comprobar»
el antiguo e ininterrumpido linaje de la Institución, Anderson aseguró
que la unión de las cuatro Logias de Londres para formar una Gran
Logia en 1717, no había representado la creación de una nueva organización,
sino que había sido la restauración(5) de una antigua organización
que había caído en «descomposición», debido a la negligencia de
su Gran Maestro Christopher Wren.
Se trata de una aseveración
sorprendente, a favor de la cual no existe evidencia, especialmente
por cuanto en la versión de 1723 no se menciona ninguna restauración
y el nombre de Sir Christopher Wren tan solo figura en una nota
al pie de página, como el Arquitecto del Teatro Sheldoniano de Oxford.
Curiosamente, Wren vivía aún cuando apareció la versión de 1723;
pero ya había fallecido cuando Anderson emprendió sus revisiones,
de modo que el interesado no tuvo oportunidad de objetar.
Debido
a que la historia escrita por Anderson fue publicada con la sanción
de la Gran Logia, se le atribuyó el carácter de historia sagrada,
tanto más por cuanto su contenido no fue impugnado por quienes tomaron
parte en los eventos de 1717. Su trabajo resultó de tan grande aceptación
que continuó siendo publicado reiteradamente sin alteraciones, simplemente
con actualizaciones, en todas las subsiguientes ediciones de las
Constituciones de la Gran Logia hasta la última edición de 1784.
Fue plagiado, además, por los diversos editores de unos manualitos
publicados en el siglo XVIII, los «Compañeros de Bolsillo de los
Francmasones»(6) (Freemasons’ Pocket Companions), y formó la base
de la sección histórica de las Ilustraciones acerca de la Masonería
de William Preston hasta en la decimoséptima edición (póstuma) de
1861, editada por el Rev. Dr. George Oliver. Hubo planes para incorporarlo
en las ediciones del Libro de las Constituciones de la Gran Logia
Unida de Inglaterra, fechadas en 1815, 1819 y 1827.
Se anunció,
en ese entonces, que las porciones del libro publicadas constituían
una segunda parte y que se publicaría en una primera parte la historia
de la Francmasonería. Afortunadamente la primera parte en cuestión
nunca se publicó. Con la exportación a América del Norte de las
Constituciones de la Primera Gran Logia y las Ilustraciones de Preston
y su traducción al Francés y al Alemán, la mala información de Anderson
recibió una amplia divulgación y ejerció así un profundo efecto
sobre la concepción que se tuvo acerca de la historia del Oficio,
así como sobre la consiguiente actitud hacia el tema, actitud que
subsistió hasta bien entrado el siglo XIX.
En verdad, la ausencia
de una diferenciación por parte de Anderson entre Masonería Operativa
y Masonería Especulativa iba a marcar los enfoques de la historia
del Oficio por espacio de muchas generaciones, y puede decirse que
dio lugar al deseo de establecer un vínculo directo entre ambas,
tan pronto como la escuela auténtica inició su aproximación crítica
a la historia aceptada de la Orden.
Aunque la aproximación de
los escritores de la escuela auténtica aparece como una investigación
científica, los métodos empleados por ellos no serían aceptados
actualmente como científicos.
A pesar de que ellos examinaron
cuidadosamente y comprobaron el origen de cada fragmento de evidencia
que apareció, y que sus áreas de investigación se limitaron a los
registros y documentos arquitectónicos, de construcción y corporativos,
de hecho su trabajo reviste la apariencia de una búsqueda de evidencia
susceptible de encajar dentro de una teoría preconcebida.
Dispuestos
a probar la filiación directa entre la Masonería Operativa y la
Masonería Especulativa a través de una fase transicional, ensamblaron
fragmentos de información procedentes de varias partes de las islas
británicas, fragmentos que parecían formar eslabones en su cadena
de descendencia.
Al proceder de esa manera, con frecuencia sacaron
la evidencia de su contexto y efectuaron suposiciones para las cuales
existía apenas una tenue posibilidad de substanciación. En particular,
asumieron la existencia de una uniformidad de condiciones y de actividades
en Inglaterra, Irlanda y Escocia e ignoraron así las particulares
circunstancias sociales, culturales, políticas, legales y religiosas
que marcan diferencias cruciales entre estos países.
No tomaron
en cuenta, por ejemplo, que hasta la Ley de Unión de 1707, Inglaterra
y Escocia, aunque ligadas a través de la Corona desde 1603, eran
países separados, que solamente compartían una frontera común y
que los eventos ocurridos en un país, no tenían necesariamente un
paralelismo en los países vecinos.
Sin embargo, su teoría era
tan persuasiva, tan bien escrita y fue tan divulgada, que su interpretación
acerca del desarrollo transicional de la Masonería Operativa a la
Masonería Especulativa ha estado peligrosamente cerca de ser aceptada
como un hecho incuestionable. Es necesario enfatizar nuevamente
que se trata tan solo de una teoría.
En Escocia encontraron evidencia
innegable de la existencia de Logias operativas de talladores de
piedra. Dichas Logias se definían desde el punto de vista geográfico
(territorial) y constituían unidades de control de la actividad
operativa con el respaldo de leyes estatutarias. También obtuvieron
evidencia indiscutible de que las Logias Operativas escocesas comenzaron
a admitir, durante el siglo XVII, miembros no operativos en calidad
de Masones aceptados o gentilhombres Masones (accepted or gentlemen
masons) y que a comienzos del siglo XVIII, en algunas Logias los
Masones aceptados habían pasado a predominar.
Estas Logias, a
su vez, se convirtieron en logias Especulativas, mientras que las
otras mantuvieron su carácter puramente Operativo. Las Logias Especulativas
eventualmente se unieron para formar la Gran Logia de Escocia en
1736.
Investigadores de la escuela auténtica también descubrieron
referencias claras acerca del uso en esas Logias de una palabra
Masónica(7) y de modos secretos de reconocimiento que le permitían
a los Masones operativos de buena fe, obtener trabajo o sustento
cuando viajaban al territorio de otra Logia. Al unir esos hechos
los historiadores románticos parecían contar con pruebas de una
transición gradual de la Masonería Operativa a la Especulativa.
La falla de su razonamiento consistía en suponer que al no ser operativos
los Masones aceptados en las Logias operativas escocesas, entonces
tenían que ser necesariamente especulativos, o que por lo menos
debía existir una implicación acerca de la actividad especulativa
de la Logia, derivada del hecho mismo de su aceptación.
Hasta
la fecha no ha aparecido evidencia alguna que apoye dichos supuestos.
De hecho la evidencia encontrada parecería señalar a los no operativos
como simples miembros honorarios de las Logias, adoptados del mismo
modo que hoy se adoptan prominentes personalidades como miembros
honorarios de clubes, sociedades o instituciones con las cuales
no tienen vínculos profesionales o vocacionales.
Cuando la escuela
auténtica procedió a examinar los registros ingleses, sus investigadores
no pudieron encontrar evidencia alguna de la existencia de Logias
operativas. En tiempos medioevales la Logia de los operativos había
consistido simplemente en una choza o depósito anexo al lugar de
trabajo, en el cual guardaban las herramientas y tomaban descanso
y refresco. Alrededor del año 1600 el sistema de guildas se encontraba
prácticamente moribundo con la excepción de las Compañías de Caballerangos
y Transportadores de Londres (London Livery Companies). Tampoco
existía evidencia de una «palabra masónica» inglesa o de medios
secretos de reconocimiento entre los operativos ingleses.
Toda
la evidencia hallada acerca de la Masonería no operativa -o de aceptación-
tenía un contexto no operativo y entre los nombres encontrados y
que podían ser verificados y cruzados con otra evidencia, muy pocos
tenían siquiera la más tenue relación con la construcción o la arquitectura.
La Masonería de aceptación (existen aún dudas acerca de si la Masonería
del siglo XVII puede denominarse especulativa), sencillamente parece
haber surgido en Inglaterra como una organización nueva sin ninguna
conexión previa con el oficio operativo. A pesar de esta carencia
de pruebas la escuela auténtica ensambló conjuntamente los hallazgos
hechos en Escocia e Inglaterra y construyó la teoría de la transición
operativa-especulativa acerca de los orígenes de la Francmasonería(8),
sin tener en cuenta las diferencias y discrepancias entre los dos
conjuntos de evidencias.
Ante todo pasaron por alto, o ignoraron,
el hecho de que la Masonería no operativa se estaba desarrollando
en Inglaterra cuando las Logias operativas escocesas comenzaron
a aceptar miembros no operativos. Si las Logias operativas escocesas
constituyeron el medio de transición,¿cómo podía existir ya en
Inglaterra la Masonería puramente no operativa?
La búsqueda
de un vínculo directo no se confinó a las Islas Británicas, ni al
período de la denominada «Asamblea de York». Se hicieron intentos
de encontrarle un parentesco clásico como descendiente de los Collegia
Fabrorum romanos (las escuelas de constructores de la época, pues
además la palabra «escuela» parecía llevar implícita la existencia
de un culto filosófico o «mistérico» ligado a los constructores
romanos. La leyenda de los Magistri Commacini (Maestros Comacinos),
parecía brindarle un fundamento religioso al Oficio. Se afirmó que
los hábiles y renombrados masones de la región del lago de Como,
en el norte de Italia, poseían secretos tan recónditos susceptibles
de ser comunicados a otros operativos, que fueron constituidos en
una Orden mediante una bula papal (bula inexistente en la realidad).
Se decía que habían recibido instrucciones de viajar por Europa
para compartir sus habilidades y «misterios».
Es notoria la ausencia
de evidencia acerca de su existencia real. Se revisaron diligentemente
las tradiciones y registros de los Steinmetzen alemanes y del Compagnonnage
francés en busca de rastros de algún elemento especulativo, mas
no se encontró ninguna. La evidencia nos remite siempre de nuevo
a la aparición de la Masonería no operativa en Inglaterra durante
el siglo XVII.
La teoría de una filiación directa de la Masonería
operativa sigue teniendo sus partidarios, especialmente el difunto
y muy reverenciado Harry Carr; pero algunos investigadores actuales
que trabajan en la tradición de la escuela auténtica están inclinándose
por considerar la probabilidad de un vínculo indirecto con los operativos(9).
En vez de buscar las pruebas de una filiación directa, están explorando
la posibilidad de que los fundadores de la Masonería especulativa
se hayan encubierto bajo la apariencia de una organización o guilda
para desarrollar actividades e ideas que era imposible practicar
o profesar abiertamente en la época.
El período en el cual se
cree que evolucionó la Francmasonería -finales del siglo XVI y transcurso
del siglo XVII- se caracterizó por la estrecha relación entre la
política y la religión. Durante esos años las diferencias de opinión
en estas materias podían dividir las familias y eventualmente conducir
a guerras civiles. Particularmente en lo que concierne a la religión,
existían sanciones legales contra aquellos que decidían no seguir
los dictados del Estado. Surgen por sí mismas, en consecuencia,
dos ideas posibles en relación con el origen de la Francmasonería
durante ese período.
- Primero, que los fundadores eran un grupo opuesto a la intolerancia
política y religiosa del Estado, que deseaban reunir hombres
de diferentes concepciones políticas y religiosas pero que compartieran
un objetivo de mejoramiento social. Puesto que se encontraban
en una situación en la cual dichas concepciones eran consideradas
subversivas, se restringía absolutamente la discusión de estos
asuntos con quienes no fuesen miembros. Estos rasgos parecen
haber existido desde que se originó la Francmasonería.
- Segundo, que los fundadores eran un grupo de religión cristiana
no conformista, que se oponía a la dominación de la religión
por parte del Estado. Dicho grupo no se proponía deponer la
religión predominante, sino que deseaba promover la tolerancia
y la creación de una sociedad en la cual los hombres fueran
libres de seguir los dictados de su conciencia en materia religiosa.
Existe un objetivo común en ambos grupos: la promoción
de la tolerancia y la consiguiente creación de una sociedad mejor.
El uso de la alegoría era una técnica didáctica común en la época:
¿qué mejor alegoría para representar la creación de una sociedad
superior que la construcción de un edificio? Existía inclusive una
metáfora bíblica a la mano: la construcción del Templo de Salomón.
Una vez establecido el marco alegórico, se seguía lógicamente el
paso de adoptar la forma de una guilda o corporación de constructores.
Así las reuniones se convirtieron en Logias, los oficiales principales
pasaron a denominarse Maestro y Vigilantes y las herramientas de
trabajo del tallador de piedras fueron utilizadas tanto por sus
funciones materiales prácticas, como por su valor simbólico.
Una teoría alternativa de filiación indirecta ha sido presentada
recientemente. Ella asocia los orígenes con los aspectos caritativos
más que con los planteamientos filosóficos(10). Considera a la Francmasonería
como un desarrollo del creciente movimiento de autoayuda surgido
en el siglo XVII. Al no existir un sistema estatal de protección
y seguridad social, aquellos que enfermaban o pasaban penalidades
económicas dependían de la caridad local y de las rígidas estipulaciones
de la Ley de Pobres. Diferentes agrupaciones gremiales comenzaron
a organizar sus propios sistemas.
Cuando se reunían a departir
amistosamente en tabernas y posadas, mantenían una caja a la cual
los miembros aportaban cuotas durante cada reunión y de la cual
los mismos miembros podían tomar dinero en tiempos de necesidad.
En virtud de esa práctica, dichas agrupaciones recibieron el nombre
de Clubes de Caja (Box Clubs).
La pertenencia a estos clubes
estuvo reservada en un comienzo a los miembros de un gremio en particular,
y existe evidencia de que en los clubes se utilizaron rudimentarios
ritos de iniciación. Parece ser también que, al igual que las logias
operativas escocesas, los Clubes de Caja comenzaron a admitir miembros
que no estaban vinculados directamente con su gremio particular.
Se ha evocado la posibilidad de que la Francmasonería haya surgido
originalmente tan solo como un Club de Caja para Masones operativos,
los cuales posteriormente comenzaron a admitir miembros de otros
gremios. La posibilidad de que la Francmasonería hubiese sido básicamente
una sociedad de orientación gremial por la época de la creación
de la primera Gran Logia en 1717, fue planteada por Henry Sadler(11).
Él sugirió que una lucha por el control de las Logias, tuvo lugar
a comienzos de la década de 1720 entre los miembros originales de
orientación gremial y aquellos que fueron llevados a las Logias
por la influencia del Dr. John Teophilus Desaguliers y otros, y
que la Francmasonería auténticamente especulativa no surgió sino
cuando este último grupo ganó el control y comenzó a transformar
a la Francmasonería de una sociedad de beneficios en un sistema
de moral, velado en alegoría e ilustrado por símbolos».
También
se ha buscado en otras organizaciones el origen de la Francmasonería.
Una teoría ahora descartada pero que conservó credibilidad por largo
tiempo veía en la Francmasonería la descendiente directa de los
Caballeros Templarios medievales.
Se afirmó que, luego de la
supresión de la Orden de los Templarios y de la muerte de Jacques
de Molay, su último Gran Maestro en 1314, un grupo de caballeros
escapó a Escocia. Una vez allí se reunieron en el misterioso monte
Heredom cerca de Kilwinning y, temerosos de ulteriores persecuciones
se transformaron en Francmasones, convirtiendo los supuestos secretos
de los Templarios en los secretos de la Francmasonería.
Desafortunadamente
para los partidarios de esta teoría, el misterioso monte de Heredom
no existe (aunque había de constituirse en un elemento central de
numerosos grados adicionales inventados en la Francia del siglo
XVIII).
Tampoco es verídico que los Templarios hubieran sido
perseguidos en Escocia. Formaron, por el contrario, parte de la
vida política y religiosa de Escocia hasta la Reforma, siendo el
Prior de Torpichen (el principal Priorato Templario de Escocia),
por derecho propio, uno de los Lores Espirituales del gobierno escocés.
Sin embargo, la leyenda escocesa siguió ejerciendo su atracción
romántica. El reverendo Dr. George Oliver declaró que poseía un
manuscrito del siglo XVIII el cual se refería a lo que él denominó
el Rito de Bouillon, un ritual de los tres grados azules, en el
cual se le informaba a los recipiendarios que ellos eran descendientes
de los Templarios.
El manuscrito de Oliver se conoce solamente
en copias que datan del siglo XIX y un examen de su contenido muestra
un ritual altamente desarrollado para los tres grados azules, el
cual incorpora muchos de los cambios y adiciones rituales realizados
después de la unión de las dos Grandes Logias inglesas en 1813.
Algunos han buscado los orígenes de la Francmasonería en el Rosacrucismo,
ya sea como una manifestación británica de la fraternidad Rosacruz,
o como una escisión de la corriente principal del Rosacrucismo(12).
No es éste el lugar para discutir acerca de la existencia o no de
una Fraternidad Rosacruz. Cualquiera que sea la verdad a ese respecto,
lo cierto es que la idea Rosacruz se ha mantenido entretejiéndose
en el pensamiento europeo desde su aparición a comienzos del siglo
XVII. Los únicos factores comunes a la Francmasonería y al Rosacrucismo
son la idea central de la creación de una sociedad ideal y el uso
de la alegoría y el simbolismo para impartir ese ideal a sus iniciados.
Hasta allí llega la similitud. No existe un acervo común de simbolismo
y ambos se desarrollaron a lo largo de caminos diferentes. No existe
evidencia que demuestre un origen común o el desarrollo del uno
a partir del otro.
Mucho se ha tratado de utilizar para estos
efectos el hecho de que Elías Ashmole, el primer iniciado no operativo
del que se tiene noticia cierta, también se interesaba en el Rosacrucismo;
pero nada se dice de los demás Masones aceptados conocidos, que
no tenían relación con la Rosacruz (ya fuese real o imaginaria),
ni acerca de los Rosacruces declarados que no tuvieron vínculos
con la Masonería de aceptación.
La escuela no auténtica posee
cuatro enfoques principales, los cuales podrían ser clasificados
como el esotérico, el místico, el simbolista y el romántico. Las
cuatro aproximaciones tienen dos factores en común: la creencia
de que la Francmasonería existe desde «tiempo inmemorial», y una
aparente incapacidad para distinguir entre el hecho histórico y
la leyenda. Las escuelas esotéricas y místicas están de hecho interesadas
en la transmisión de ideas y tradiciones esotéricas, lo cual constituye
en sí una línea de investigación válida.
Lo que ocurre es que
al acercarse a su objeto convierten similitudes entre grupos muy
separados en el tiempo en evidencia de una tradición continua transmitida
de un grupo al otro. Es decir, en una especie de sucesión apostólica
esotérica. Los seguidores de estas escuelas tienden también a profesar
ideas heterodoxas acerca de la naturaleza y propósito de la Francmasonería,
atribuyéndole implicaciones místicas, religiosas e inclusive ocultas
que nunca ha tenido.
Los partidarios de la aproximación esotérica
toman los principios, los rituales, las formas, los símbolos y el
lenguaje de la Francmasonería y rastrean similitudes en los otros
grupos (ignorando el hecho de que los principios y muchos de los
símbolos son universales y no particulares a la Francmasonería).
Suponen que esas similitudes no son fortuitas sino deliberadas y
constituyen, por lo tanto, prueba de una tradición continua.
Colocan también gran énfasis en los grados adicionales, revistiéndolos
de una antigüedad espuria y viendo en ellos un contenido esotérico
y un simbolismo mucho mayores de los que jamás se intentó imprimirles.
Al ver en el conjunto de las diversas ramificaciones de la Francmasonería
un rito iniciático coherente, cosa que no es, la escuela esotérica
la compara con otros ritos iniciáticos, encuentra similitudes -reales
o impuestas- y supone un parentesco. John Yarker es probablemente
el mayor exponente de esta escuela. Su Opus mágnum, «Las escuelas
arcanas» (Belfast, 1909), es un monumento a la erudición mal aplicada.
No solamente revela la amplitud de sus lecturas, sino también su
dificultad para digerir, o en algunos casos incluso para entender
aquello que había leído. A primera vista parecería que trabajase
en la escuela auténtica ya que hace constante uso de «evidencia
documentaria».
Un examen más detenido muestra que él no efectuaba
un análisis crítico de sus fuentes, con lo cual aceptaba como hechos
las leyendas, la tradición y el folklore a la vez que negaba hechos
reales adecuadamente documentados. Yarker estaba firmemente convencido
de que la Masonería había existido entre los talladores de piedra
operativos de la Edad Media y que ellos habían trabajado en una
compleja serie de grados que abarcaba los tres grados azules (El
Oficio) y muchos de los grados adicionales.
Creía también que
dicho sistema había declinado y que su «resurgimiento» en el siglo
XVIII constituía un renacimiento pero en una forma distorsionada.
Para poder aceptar las tesis de Yarker, tendríamos que aceptar que
los talladores de piedra medioevales eran hombres intelectualmente
preclaros, dotados con el manejo de unas ideas que no ingresaron
en el acervo de la filosofía occidental hasta después del Renacimiento.
Yarker vio la Francmasonería como la culminación o el summum bonum
de todos los sistemas esotéricos. Al fracasar en la «depuración»
del sistema existente, Yarker introdujo desde los Estados Unidos
el Antiguo y Primitivo Rito de la Francmasonería. Este rito combinaba
y reducía los noventa y siete grados del Rito de Misraim y los noventa
y cinco grados del Rito de Menfis, convirtiéndolos en un popurrí
de Egiptología, Gnosticismo, Rosacrucismo, Cábala, Alquimia, Misticismo
Oriental y Cristianismo.
Resume perfectamente la mente ecléctica
y acrítica de su principal promotor en Inglaterra. Este Rito a duras
penas sobrevivió a la muerte de Yarker.
Tal vez los representantes
más característicos de la escuela mística son el Reverendo George
Oliver y A. E. Waite.
Oliver fue un ferviente fundamentalista
pre darwiniano que creía firmemente que la Francmasonería era esencialmente
cristiana y había existido bajo una forma u otra desde el comienzo
de los tiempos. En varios sentidos pudo haber sido el progenitor
de la escuela auténtica. Leía con avidez cualquier libro masónico
a su alcance y coleccionaba hasta las piezas de evidencia más ínfimas
que podía encontrar; pero al igual que Yarker, su forma de lectura
era acrítica y se inclinaba por la invención cuando escaseaba la
evidencia.
Waite, como Oliver, creía que la Francmasonería era
esencialmente cristiana tanto en su origen como en su carácter.
Él creía que la Francmasonería tenía sus raíces en el sistema de
las guildas; pero que había sido convertida en un sistema místico.
Sus rituales, en particular aquellos de los grados adicionales,
contendrían conocimiento secreto dentro de la tradición de los Misterios.
Su desorganizada «Nueva Enciclopedia de la Francmasonería», en la
cual hizo un pesado énfasis sobre los grados adicionales, tanto
existentes como extintos, fue demolida por la crítica de la escuela
auténtica en el momento de su publicación en 1921.
La escuela
simbolista busca los orígenes de la Francmasonería mediante la comparación
y la correlación del simbolismo y del lenguaje ritual, y trata de
encontrar la filiación directa entre la Francmasonería y varias
religiones, cultos, misterios y sociedades.
Al igual que la escuela
esotérica, esta línea de investigación posee cierta validez; pero
como una antropología del simbolismo y no como investigación acerca
de los orígenes de la Francmasonería.
La incidencia de ciertos
símbolos, gestos y terminología condujeron a esta escuela a comparar
la Francmasonería con religiones de los amerindios, ceremonias Mayas,
rituales mitraicos y aborígenes, pinturas de templos egipcios, marcas
de casta hindúes, etc. El problema es que los símbolos Masónicos
no son exclusivos de la Francmasonería, sino que son universales.
Dentro de la escuela simbolista se encuentran quienes han buscado
el origen del ritual Masónico mediante la exégesis de obras de escritores
bien conocidos, con el fin de encontrar ejemplos de «lenguaje masónico».
El más excéntrico de ellos fue probablemente Alfred Dodd, quien
se convenció a sí mismo que Shakespeare (llámese Shakespeare, Bacon
o Marlowe) compuso el ritual del Oficio(13).
En un sentido, los
seguidores de la escuela romántica se acogen a la tradición andersoniana,
ya que implícitamente creen en la conexión directa entre la Masonería
Operativa y la Masonería Especulativa, bien sea que dicho vínculo
se remonte a Adán, Salomón o a los constructores medioevales.
Difieren de la escuela auténtica por su rechazo a, o su desconocimiento
de las numerosas formas en las cuales la Francmasonería ha cambiado
y se ha desarrollado durante el período para el cual existen registros
históricos. Están dispuestos a creer que el ritual ha sido practicado
desde tiempo inmemorial, bien sea en sus formas fundamentales o
bien conservando íntegramente su detalle.
La carencia de conocimiento
acerca del origen de la Francmasonería y la variedad de aproximaciones
que existen para enfocar este interrogante, explican tal vez la
intensidad con la cual se investiga y la persistente atracción que
ejerce.
La ausencia de dogmas oficiales implica que cada miembro
de la Orden puede conferirle al ritual tanto o tan poco significado
como desee. Ni siquiera en Inglaterra existe un patrón, ya se trate
de un ritual controlado de manera centralizada o de una interpretación
del ritual que deba ser aceptada por todas las logias.
El que
alguna vez lleguemos a estar en medida de descubrir los verdaderos
orígenes de la Francmasonería, es un interrogante que queda abierto.
«Los registros y documentos relacionados con la construcción medieval
han sido revisados en su totalidad; pero los archivos religiosos,
familiares y locales permanecen prácticamente inexplorados. Por
otra parte, de ser cierta la afirmación de Anderson de que numerosos
manuscritos fueron quemados deliberadamente en 1720 «por algunos
hermanos preocupados de que dichos papeles fuesen a caer en manos
extrañas», es bien posible que la evidencia crucial que buscamos
ya esté perdida».
R.·. H.·. John Hamill, Bibliotecario y Curador de la Gran
Logia Unida de Inglaterra y Past Master de la Logia de investigación
Quatuor Coronati N° 2076.
Notas
- [1]. Siguiendo la tradición masónica inglesa, el autor denomina
El Oficio (The Craft) al conjunto de los tres grados fundamentales
de la masonería y de sus miembros. Los tres grados fundamentales,
Aprendiz, Compañero y Maestro, también se conocen como masonería
azul.
- [2]. James Anderson, Las Constituciones de los Francmasones.
Con la historia, obligaciones, reglamentos Etc. de esta muy
Antigua y Venerable Fraternidad, Londres, 1723.
- [3]. Las Constituciones Góticas (Gothic Constitutions) son
la recopilación de preceptos corporativos también conocida como
Los Antiguos Deberes (The Old Charges)
- [4]. Para una discusión sobre el tema de la leyenda de York,
ver Begemann AQC 6 (1893); Gould AQC 5 (1892); Oliver AQC 61
(1948); Speth AQC 6 (1893) y Alex Horne La Leyenda de York en
los Antiguos Deberes (The York Legend in the Old Charges) (Shepperton;
A. Lewis, 1978). AQC: Anales de la Quatuor Coronati, Logia de
estudios históricos perteneciente a la Gran Logia Unida de Inglaterra.
- [5]. Anderson es la única fuente que puede citarse para
sustentar la idea de que los eventos de 1717 constituyeron una
restauración.
- [6]. Los Pocket Companions comenzaron a aparecer en 1735
y eran una mezcla poco afortunada de plagios de las reglas y
el recuento histórico de Anderson, junto con varios deberes
y oraciones.
- [7]. Ver Douglas Knoop, La Palabra Masónica (The Mason Word),
AQC 51(1938).
- [8]. El recuento más reciente de la teoría de la transición
operativa-especulativa es 600 Años de Ritual del Oficio (600
Years of Craft Ritual) de Harry Carr, texto que se encuentra
en el libro El Mundo de la Masonería de Harry Carr (Harry Carr’s
World of Freemasonry) publicado en Londres por A. Lewis, 1984.
- [9]. Ver C.F.W. Dyer, Algunas reflexiones acerca del origen
de la Masonería Especulativa (Some Thoughts on the Origin of
Speculative Masonry), AQC 95 (1982).
- [10]. Andrew Durr, El origen del Oficio (The Origin of the
Craft), AQC 96 (1983).
- [11]. Henry Sadler, Hechos y ficciones masónicos (Masonic
Facts and Fictions), Londres 1887; reimpreso por Wellingborough
(Aquarian Press, 1984).
- [12]. Ver J. S. M. Ward, La Francmasonería y los antiguos
dioses (Freemasonry and the Ancient Gods) segunda edición (Londres,
1926). A. E. Waite, La tradición secreta en la Francmasonería
(The Secret Tradition in Freemasonry), (Londres, 1911).
- [13]. Alfred Dodd, Shakespeare: creador de la Francmasonería
(Shakespeare: Creator of Freemasonry) (Londres, circa 1935)
y ¿Fue Shakespeare el creador de los rituales de la Francmasonería?
(Was Shake- speare the Creator of the Rituals of Freemasonry?),
(Liverpool, sin fecha).
Y que la Masonería siga no siendo nada a los ojos del iluso es la mejor prueba de su valor.