El Maestro Steiner |
En la Primera Edición del Concepto Rosacruz, Max Heindel dedicaba dicho Libro a su Maestro y Amigo Rudolph Steiner.
Curiosamente en las siguientes ediciones esa dedicatoria desapareció y se daba a entender que dicho Maestro inspirador no había sido otro que un Misterioso y anónimo Anciano Rosacruz.
Curiosamente en las siguientes ediciones esa dedicatoria desapareció y se daba a entender que dicho Maestro inspirador no había sido otro que un Misterioso y anónimo Anciano Rosacruz.
Max Heindel |
No es difícil de imaginar una mano interesada en que Max Heindel quedara como el único Autor de aquellas originales y misteriosas enseñanzas Rosacruces.
Estas cosas es necesario que se sepan, por amor a la Verdad, le duela a quien le duela: ¡Rudolph Steiner es el auténtico creador del Rosicrucismo Heindeliano!
Advertencia Preliminar
En su autobiografía "El Curso de mi Vida" Rudolf Steiner relata que a fines del siglo XIX miembros de la "Sociedad Teosófica" le pidieron darles conferencias, y que les respondió: "Sólo puedo hablar sobre lo que en mí vive como ciencia espiritual". En dicho libro agrega que poco tiempo después de las primeras conferencias, al haberse fundado la "Sección Alemana de la Sociedad Teosófica", pude desarrollar mi actividad antroposófica ante un auditorio cada vez más numeroso. "Nadie tenía la más mínima duda acerca de que dentro del marco de la Sociedad Teosófica yo únicamente iba a exponer los resultados de mi propia visión clarividente".
Las conferencias pronunciadas en la Biblioteca Teosófica de Berlín desde Septiembre de 1900 hasta Abril de 1901 fueron publicadas en el libro "La mística en los albores de la vida espiritual moderna". En aquel momento Rudolf Steiner declaró: "Ya no existió ningún motivo para no exponer a mí manera el conocimiento espiritual, ante el público teosófico el que en ese momento fue el único que sin reparo le prestara atención. No me comprometí a ningún dogmatismo sectario; simplemente expresé lo que creía poder decir según la propia visión del mundo espiritual".
Esta actitud independiente, como asimismo ciertos síntomas de decadencia dentro de la Sociedad Teosófica de aquel tiempo, condujeron en el año 1913 a la exclusión de Rudolf Steiner y sus adictos, de dicha Sociedad, expresándose Rudolf Steiner con estas palabras: "Nos vimos forzados a fundar la Sociedad Antroposófica como organización independiente." Estos hechos hacen comprender el modo de emplear en estas conferencias las expresiones "teosofía" y "teosófico" en relación con los resultados de la investigación científico-espiritual, para los cuales Rudolf Steiner comúnmente usa las palabras "antroposofía" y "antroposófico".
Conferencia 1: La nueva forma de la sabiduría
Lo que se expondrá en estas conferencias se anuncia como "La teosofía según el método rosicruciano". Con esto nos referimos a una sabiduría antiquísima y, a la vez, siempre nueva, según un método adecuado a nuestro tiempo, un método al que en realidad, en la forma de expresarse en estas conferencias, se conoce desde el siglo XIV. Pero en lo que he de exponer no hablaré sobre historia rosicruciana.
Sabemos que en las escuelas elementales del presente se enseña una determinada geometría de la cual forma parte, por ejemplo, el teorema de Pitágoras. Lo elemental de esta geometría se aprende independientemente de cómo ella misma ha sido creada, ya que el alumno que ahora aprende los primeros elementos de la geometría no sabe nada sobre Euclides; sin embargo, lo que en los colegios se enseña, es la geometría de Euclides.
Sólo mucho más tarde, cuando ya se conoce la materia, el contenido, puede suceder que por la historia de las ciencias se llegue a conocer en qué forma originariamente apareció en el curso de la evolución de la humanidad, lo que ahora se aprende en todas las escuelas elementales. Así como para el discípulo que ahora aprende la geometría elemental, no tiene ninguna importancia la forma originaria en la que Euclides la dio a la humanidad, así tampoco hemos de ocuparnos de cómo en el curso de la historia se ha desarrollado la sabiduría rosicruciana. y lo mismo que el discípulo aprende según los hechos mismos la genuina, verdadera geometría, así también vamos a contemplar de por sí la sabiduría rosicruciana.
Por de pronto, el que conoce la historia y principalmente la historia exterior del movimiento rosacruz, tal como se encuentra en la literatura, sabe muy poco del verdadero contenido de la teosofía rosicruciana. La misma vive desde el siglo XIV como algo que es verdad independientemente de su historia, lo mismo que la geometría es verdad y cognoscible, independientemente de su historia y su paulatino desarrollo.
En virtud de ello sólo hemos de aludir ligeramente a ciertos hechos que la historia da a conocer Aconteció en el año 1459 que una sublime individualidad espiritual, encarnada en la personalidad humana que ante el mundo lleva el nombre Christian Rosenkreutz, empezara a actuar, haciéndolo al principio como maestro de un pequeño círculo de discípulos iniciados. En 1459, dentro de la fraternidad espiritual Rosae Crucis, estrictamente aislada del mundo, Christian Rosenkreutz fue nombrado Eques lapidis aurei, caballero de la piedra aúrea. En el curso de estas conferencias se verá cada vez más claramente lo que esto significa.
La sublime individualidad espiritual que entró en el plano físico como la personalidad exterior de Christian Rosenkreutz volvió a actuar siempre de nuevo "en el mismo cuerpo", como se dice en el ocultismo, como conductor y maestro de la corriente rosicruciana. El significado de la expresión "siempre de nuevo en el mismo cuerpo" también lo llegaremos a conocer en el curso de las próximas conferencias, cuando hablaremos sobre el destino del hombre después de la muerte.
La sabiduría de que aquí hablamos existió hasta muy avanzado el siglo XVIII, aislada dentro de una delimitada fraternidad, la que tenía reglas muy estrictas, propias para aislarla del mundo exterior exotérico.
En el siglo XVIII dicha fraternidad tenía la misión de hacer fluir en la cultura de Europa Central, por un camino espiritual, algo del saber esotérico; y a raíz de ello vemos que dentro de la cultura exotérica suelen aparecer diversas cosas que, no obstante tener un carácter exterior, exotérico, no son sino expresión de sabiduría esotérica.
En el curso de los siglos unos y otros se esforzaron por llegar a comprender la sabiduría rosicruciana, pero sin alcanzarlo. Leibniz, por ejemplo, vanamente ha hecho esfuerzos por acercarse a la fuente de la sabiduría rosa cruz; Pero como la luz del relámpago dicha sabiduría centelleó en un escrito exotérico que apareció cuando Lessing se aproximaba a su última perfección en el plano físico. Me refiero a su obra "La educación del género humano". Hay que saber leerla entre líneas para descubrir -lo que sólo logrará el esotérico, por cierto- que la singular contemplación final es una expresión exterior de sabiduría rosicruciana.
Particularmente grandiosa se presenta esta sabiduría en la personalidad que refleja la cultura europea finisecular del siglo XVIII, más precisamente, la cultura internacional, el genio de Goethe. Cuando él, relativamente joven, tuvo cierto contacto con una fuente rosicruciana, recibió algo de una alta iniciación bastante extraña. Fácilmente podría entenderse mal el que se hable de una iniciación de Goethe; debido a ello parece dado explicar lo particular de la misma. En el tiempo entre el retirarse de la Universidad de Leipzig y su trasladarse a Estrasburgo, sucedió algo sumamente extraño.
Goethe tuvo entonces una experiencia que influyó en lo profundo de su alma y que exteriormente se expresó en el hecho de que hacia el fin de su período de Leipzig estuvo en peligro de morirse. En el curso de su enfermedad tuvo una experiencia muy importante, una suerte de iniciación, sin ser consciente de la misma al principio, pues se expresó en su alma como una cierta corriente poética. Fue un proceso singular la manera de cómo esta corriente siguió actuando y poniéndose de manifiesto en sus distintas producciones.
Tal resplandor se nos presenta en el poema "Los Secretos", el que por los amigos más íntimos de Goethe ha sido calificado como una de sus más profundas creaciones, y que efectivamente es de carácter tan profundo que él jamás encontró la fuerza para terminar este fragmento. La corriente cultural de aquella época aún no tenía la fuerza para dar forma exterior a toda la profundidad de la vida que pulsa en dicho poema, el que se debe entender como una de las fuentes más hondas del alma de Goethe.
Para todos los comentadores de la obra de Goethe resulta ser un misterio. Más tarde la referida iniciación encontró mayor realidad y finalmente, al ser cada vez más consciente de la misma, le fue posible crear esa singular poesía en prosa "El cuento de la serpiente verde y el bello lirio", uno de los escritos más profundos de la literatura mundial. Quien sepa interpretarlo de la justa manera conocerá mucho de la sabiduría rosa cruz.
Pero en aquel tiempo, cuando la sabiduría rosicruciana debería haber fluido en la cultura general, sucedió que, en una forma sobre la que no hace falta decir algo más, se cometiera una especie de traición mediante dicha sabiduría, de modo que ciertas ideas de la misma trascendieron exotéricamente al mundo en general.
Dicha traición por un lado, y por el otro, la necesidad de que, por un tiempo en el curso del siglo XIX, la cultura de Occidente del plano físico quedara libre de influencia por parte del esoterismo, las dos cosas condujeron a la necesidad de que las fuentes de la sabiduría rosicruciana, y ante todo su gran fundador, quien desde el tiempo arriba indicado siempre había estado en el plano físico, aparentemente quedasen retirados de modo que en la primera y en gran parte de la segunda mitad del siglo XIX no se podía descubrir mucho de la sabiduría rosicruciana.
Sólo en nuestro tiempo volvió a ser posible abrir las fuentes de la misma a fin de hacerla fluir en la otra parte de la cultura general; y cuando contemplemos esta cultura, llegaremos a conocer las causas del porqué eso debe tener lugar.
Ahora quisiera indicarles dos hechos característicos los que distinguen la sabiduría rosa cruz y que son importantes en cuanto a su misión universal. Uno se relaciona con la posición del hombre frente a la sabiduría rosicruciana, la que es algo distinto de la forma oculta de la sabiduría cristiana gnóstica. Para comprender claramente esta posición particular, en primer lugar debemos referirnos brevemente a dos hechos de la vida espiritual. El primero de los dos hechos reside en lo que se llama la relación del discípulo con el maestro; y a este respecto hemos de considerar dos aspectos: en primer lugar hemos de considerar lo que se llama clarividencia, después, lo que se llama la fe en la autoridad.
Con la palabra clarividencia -en realidad una expresión incompletase entiende no sólo la visión, sino también la audición espiritual. Las dos facultades son la fuente de toda sabiduría, y de ninguna otra pueden emanar conocimientos verdaderos de los mundos espirituales. Empero, para el método rosicruciano existe una diferencia esencial entre el descubrimiento y la comprensión de las verdades espirituales.
Quien no haya desarrollado un grado superior de la facultad espiritual, quiere decir de la clarividencia, no podrá encontrar directamente en los mundos superiores una verdad espiritual. La clarividencia es el requisito necesario para encontrar la verdad espiritual, pero tan sólo para encontrarla, pues hasta ahora y lo mismo hasta un futuro lejano, ningún verdadero centro rosacruz enseñará cosa alguna que no resulte comprensible para el intelecto común de la lógica general. Esto es lo que importa. Si contra esta forma rosicruciana de la teosofía se objeta que para la comprensión se requiere clarividencia, esto no es cierto, pues lo que importa no es la facultad de la percepción.
Al que no es capaz de comprender la sabiduría rosa cruz mediante el pensar, sólo le falta desarrollar suficientemente el intelecto lógico. Quien haga suyo todo lo que da la cultura del presente, todo cuanto logre alcanzar con la debida paciencia y perseverancia, sin omitir esfuerzos por aprender, podrá comprender y entender lo que enseña el maestro rosa cruz. En cambio, si de alguna manera alguien pone dudas en la sabiduría rosicruciana, diciendo: no la comprendo, esto no se debe a que él todavía no sea capaz de elevarse a los planos superiores, sino a que le falta emplear debidamente su intelecto lógico, o bien que no quiere aportar suficiente cantidad de experiencias de la vida cultural común, a fin de poder comprender realmente.
Téngase presente la extensa popularización de la sabiduría que ha tenido lugar desde la aparición del cristianismo hasta nuestro tiempo, y traten ustedes de ponerse ante el alma la imagen del movimiento rosicruciano-cristiano del siglo XIV. Imagínense de qué modo en aquel tiempo el individuo con su vida en el mundo exterior se encontraba frente a los maestros, cuando sólo por medio de la palabra hablada era posible actuar.
Generalmente no se piensa de la justa manera con respecto a la gigante evolución que desde aquella época ha tenido lugar. Basta con que se tenga presente el invento del arte de la imprenta, el que ha conducido a que mediante el mismo, a través de innumerables conductos ha podido fluir en toda la vida cultural lo que en el presente pertenece a lo más alto de la vida espiritual.
Desde el libro impreso hasta la más insignificante noticia periodística existe una infinidad de conductos por los cuales innumerables ideas fluyen en la vida general. Se trata de posibilidades que sólo desde aquel momento se presentaron a la humanidad con el resultado de que el intelecto de la cultura occidental haya adoptado formas totalmente nuevas, de modo que desde entonces el intelecto de Occidente obra absolutamente de distinta manera.
La nueva forma de la sabiduría tuvo que tomar en cuenta lo que precede; fue necesario crear una forma de la misma apta para mantenerse firme frente a lo que por miles de conductos fluye en la vida general. La sabiduría rosicruciana es precisamente de tal carácter que resiste enteramente a toda objeción que pueda provenir de ciencia cualquiera, ya sea popular, o de la esfera más alta. La sabiduría rosicruciana posee en sí misma las fuentes que le permiten mantenerse firme frente a cualquier objeción de la ciencia.
El correcto entendimiento de la ciencia moderna, no aquel entendimiento que se nota hasta en profesores universitarios, sino la comprensión que trabaja exenta de todas las teorías abstractas y fantasías materialistas, ateniéndose estrictamente a los hechos, sin trascenderlos, dará en todos los pormenores, precisamente a través de la ciencia, la comprobación de las verdades espirituales rosicrucianas.
La segunda característica de la sabiduría rosicruciana en cuanto al vínculo entre el maestro y el discípulo consiste en que esencialmente la relación del discípulo con el "gurú", el maestro oriental, es otra que la que existe en otras iniciaciones. La manera de cómo el discípulo se sitúa frente al gurú, en realidad no se puede calificar, dentro de la sabiduría rosicruciana, de fe en la autoridad. Lo voy a ilustrar por medio de un ejemplo tomado de la vida común.
El maestro rosa cruz no desea adoptar, frente a su discípulo, otra actitud que la del matemático experto frente al discípulo de esta disciplina. ¿Podemos decir que tal discípulo basa su relación con el maestro en la fe de autoridad? De ninguna manera. ¿Podemos decir que el discípulo de las matemáticas no tiene necesidad del maestro? Muchos podrían responder: ciertamente, cuando quizás se tenga la posibilidad de hacer el estudio mediante buenos libros. Pero tal camino es otro que en la enseñanza común. En principio es posible emprenderlo, indudablemente.
En el mismo sentido sería posible que el hombre que alcance un cierto grado de clarividencia llegue a encontrar todas las verdades espirituales; pero cada uno lo ha de considerar como insensato llegar a la meta por caminos más largos. Del mismo modo sería insensato decir: mi ser interior tiene que ser la fuente de todas las verdades espirituales. Si el maestro es conocedor de las verdades matemáticas y las transmite al discípulo, a éste ya no le hará falta la fe en la autoridad, pues comprenderá las verdades matemáticas por su propia certinitad y ya no necesita otra cosa que comprenderlas correctamente.
Lo mismo ocurre con respecto a toda la evolución oculta en el sentido rosa cruz. El maestro es el amigo que da los consejos y el ejemplo de las experiencias ocultas para que el discípulo también las pueda tener. Tan pronto que esto se alcance ya no hace falta admitirlo, al igual que en las matemáticas el teorema: los tres ángulos del triángulo suman 180 grados. En el movimiento rosa cruz toda autoridad no lo es realmente, antes bien es la que se precisa para acortar el camino hacia las verdades superiores.
Lo que antecede es el primero de los hechos; el otro reside en lo referente a la relación de la sabiduría espiritual con toda la cultura espiritual. En las contemplaciones a desarrollarse en los próximos días se evidenciará que la verdad espiritual puede fluir directamente en la vida práctica. No establecemos ningún sistema que únicamente pueda practicarse teóricamente, sino algo que es útil para conocer los profundos fundamentos de nuestro actual saber cósmico y para hacer fluir las verdades espirituales en la vida cotidiana.
La sabiduría rosicruciana debe acogerse no solamente en la cabeza y en el corazón, sino en las manos, en nuestras capacidades manuales, en aquello que el hombre realiza todos los días. No se trata de un sentir sentimental para con los semejantes, sino un activo desarrollar de las capacidades que permiten actuar para el Bien de la humanidad. Imagínense que haya una Sociedad con el único designio de fraternidad y que no haría otra cosa que predicar la fraternidad humana.
Esto no sería un actuar rosicruciano, pues el rosicruciano dice: imagínate que en la calle haya un hombre con un hueso de pierna dislocado. Si en torno de tal escena catorce personas están paradas con vivo sentimiento y compasión, pero entre las mismas ninguna que sepa reponer el hueso, resulta que todas ellas son de menor valor que aquel que quizás no es un hombre sentimental, pero que posee la capacidad para reponer el hueso y efectivamente lo hace.
He aquí el estado del alma que caracteriza al rosicruciano. Lo que importa es el conocimiento práctico, la posibilidad de actuar en la vida sobre la base del conocimiento. En el mero hablar sobre la compasión incluso hay algo peligroso para la sabiduría rosicruciana, pues el continuo encarecimiento de la compasión le parece como una especie de voluptuosidad astral. Lo que en el plano físico es la baja voluptuosidad, aparece en el plano astral como la manera de ser que sólo quiere sentir y no conocer.
El conocimiento práctico que capacita para actuar en la vida, no en sentido materialista, por cierto, sino impulsado por lo que se recibe de los planes espirituales, nos da la capacidad para actuar con eficacia. Del conocimiento de la necesidad de que el mundo debe progresar, fluye de por sí la armonía, y de un modo tanto más seguro, puesto que resulta de por sí cuando se posee el conocimiento. Con respecto a la persona que sabe reponer un hueso dislocado, se podría decir: si no es hombre filantrópico, quizás deja de atender al que ha sufrido un accidente.
Esto es posible para el mero conocimiento del plano físico, pero tal reparo no se puede hacer con respecto al conocimiento espiritual. No puede haber un conocimiento espiritual que no fluya en la vida práctica. Lo que se designa como el segundo aspecto de la sabiduría rosacruz consiste en que sólo se la puede encontrar mediante las fuerzas clarividentes, pero que es posible comprenderla por medio del sentido común. Con esto se expresa aparentemente algo extraño: para tener experiencias en el mundo espiritual es preciso ser clarividente, lo que no es necesario para comprender lo que dice el clarividente.
Cuando el vidente desciende de los mundos espirituales y comunica hechos que allí suceden, dando a conocer algo que la humanidad de nuestro tiempo necesita, es posible comprenderlo, si los oyentes lo quieren comprender, pues el hombre es de tal naturaleza que lo puede encontrar convincente. En primer lugar llegaremos ahora a conocer la naturaleza humana septenaria según el método rosicruciano. Vamos a conocer toda la naturaleza humana, tal como la misma se nos presenta.
Conoceremos el cuerpo físico, al que cada uno cree conocer, sin conocerlo realmente. Así como no es posible percibir el oxígeno del agua, sino que primero hay que separarlo del hidrógeno, a fin de conocerlo, así tampoco se ve al hombre físico, cuando se tiene ante sí a otro hombre. El ser humano es una mezcla de cuerpo físico, cuerpo etéreo, cuerpo astral y los demás principios de su naturaleza superior, al igual que el agua se compone de oxígeno e hidrógeno, y se percibe el conjunto de todos los principios humanos. Para ver el cuerpo físico es preciso sacar primero el cuerpo astral, como esto es el caso durante el sueño sin ensueños.
El sueño es algo así como una separación química superior del cuerpo astral conjuntamente con los principios superiores humanos, del cuerpo etéreo y el físico. Pero en este estado tampoco tenemos ante nosotros el verdadero cuerpo físico. Sólo con la muerte, cuando también se ha desprendido el cuerpo etéreo del cuerpo físico, nos queda el cuerpo físico solamente.
Esto tiene una inmediata significación práctica, cuyo sentido les explicaré mediante un ejemplo. Representémonos una parte determinada del cuerpo astral. Las imágenes que en un pasado remoto el hombre podía percibir mediante una clarividencia opaca penumbrosa, tenían entonces un carácter bien distinto de lo que ahora sucede. Esas imágenes se impregnaban primeramente en su cuerpo astral. Podemos imaginarnos que en un tiempo remoto se impregnaban en el cuerpo astral imágenes de las tres dimensiones del espacio: longitud, ancho, profundidad.
Esta imagen del espacio tridimensional la que otrora a través de una primitiva clarividencia opaca había sido impresa en el cuerpo astral, se transmitía al cuerpo etéreo. Así como se imprime un sello en el lacre líquido, se imprimía la imagen astral en el cuerpo etéreo, y tal imagen plasmaba plásticamente las formas del cuerpo físico, y de este modo la imagen del espacio tridimensional plasmaba un órgano en un punto bien determinado del cuerpo físico.
Originariamente había sido la imagen de tres líneas perpendiculares en el cuerpo astral, la que después se imprimía como mediante un sello en el cuerpo etéreo, y una parte de este último plasmaba un órgano en el oído humano.
Así se formaron los tres canales en forma semicircular, los que todos nosotros tenemos en el oído. Cuando los mismos se lesionan, el hombre deja de poder orientarse dentro de las tres líneas espaciales, se marea y pierde el equilibrio dentro de las dimensiones del espacio. Así se interrelacionan las imágenes del cuerpo astral con las fuerzas del cuerpo etéreo y los órganos del cuerpo físico.
Todo el cuerpo físico humano con sus formas plásticas es el resultado creado por las imágenes del cuerpo astral y el conjunto de las fuerzas del cuerpo etéreo. Debido a ello no es posible comprender el cuerpo físico, sin conocer previamente el cuerpo astral y el etéreo. El cuerpo astral es el precursor del cuerpo etéreo, y éste es el precursor del cuerpo físico. Tan complejo se presenta el todo.
Los tres canales en forma semicircular son un órgano físico al igual que la nariz. Las narices de todos los hombres se diferencian entre sí; pero es posible descubrir semejanzas entre las narices de padres e hijos. Quien sepa estudiar los tres canales de forma semicircular, descubrirá diferencias y semejanzas de un modo análogo a como las que existen en las narices, y verá que con respecto a esos canales los hijos pueden parecerse a la madre, o al padre. Lo que no se transmite por herencia es lo más profundo de lo espiritual, lo eterno, esto es lo que pasa por las encarnaciones humanas.
Lo que se llama talentos específicos, facultades, no tiene su fundamento en el cerebro. La lógica es la misma tanto en las matemáticas como en la filosofía, o en la vida práctica. La diferencia de las facultades sólo aparece cuando la lógica se emplea en los campos que, por ejemplo, tienen su órgano de conocimiento en los canales de forma semicircular.
El don matemático se expresa especialmente en el individuo que posea dichos órganos específicamente desarrollados. Un ejemplo a este respecto lo ofrece la familia Bernouilli, en la cual sucesivamente aparecieron buenos matemáticos. Una individualidad, aunque trajese consigo las más importantes disposiciones para la capacidad musical, u otras, no las podría practicar si no naciera en un cuerpo humano capaz de heredar las formas y los órganos necesarios para ello.
Vemos pues que no es posible conocer el mundo físicamente, si no se posee el conocimiento de cómo ha sido creado. El rosicruciano no ve su misión en el retirarse del mundo físico; por el contrario, esto sería una cosa muy mala, puesto que su misión consiste precisamente en la espiritualización del mundo físico; él tiene que ascender a las regiones sublimes de la vida espiritual para poder trabajar dentro de todo el mundo físico y especialmente en la humanidad, empleando los conocimientos espirituales adquiridos. He aquí el espíritu rosicruciano el que resulta directamente como consecuencia de la sabiduría.
Vamos a contemplar semejante sistema de sabiduría, por el cual comprenderemos hasta lo más insignificante. Hemos de tener presente que lo más insignificante en el mundo tiene importancia para lo más grande, y que lo más insignificante, colocado en el lugar adecuado, puede conducir al objetivo más sublime.
Rudolph Steiner