Recientemente tuve una brevísima discusión, con un Hermano, sobre lo que yo entendía por El Gran Arquitecto del Universo y la verdad es que es muy difícil dar una explicación a otra persona siempre y cuando no esté en una misma sintonía y no se tenga el tiempo necesario.
Muchas personas equivocan el Gran Arquitecto del Universo con cualquiera de las individualidades demiúrgicas que han colaborado de forma activa como constructores del Universo. Ángeles en sus diversas jerarquías, dioses, arcontes, demians, eones, héroes, humanos…
El concepto de Dios es algo de naturaleza humana y cualesquiera de los nombres vocalizables que son capaces de denominarlo se están refiriendo a una individualidad o a una jerarquía creadora; pero el error es confundir a los Elohim constructores del Multiverso con aquel que nos engloba a todos y que además de ser la Unidad también es la colectividad del todo; dado que todo está contenido en Él y nada existe fuera de Él. A cualquier Ser, sea de la naturaleza que sea y al que podamos colocar un nombre vocalizable, con sonidos nacidos del plano material, nunca podrá ser denominado como El Gran Arquitecto del Universo. Dado que Él lo trasciende todo.
Cuando denominamos al supuesto Gran Arquitecto del Universo con cualesquiera de los nombres con que la humanidad material lo ha conocido, léanse Jehová, Alá, el Desconocido, Ishtar o Moloch, tan solo mostramos lo poco o mucho que conocemos de él; siendo esto siempre, una porción minúscula e infinitesimal; dado que El Gran Arquitecto del Universo engloba a todos los Demiurgos creadores, a todas las potencias constructoras y directoras así como a las jerarquías arcangélicas o arcónticas; pero también a las partículas más diminutas de la creación como los neutrinos, electrones, supuestos taquiones y bosones de Higgs.
El Gran Arquitecto, su esencia, está contenido en todo lo que existe, desde las infinitesimales y caóticas partículas cuánticas hasta los inmensos campos de Higgs, supuesto espacio vacío cargado de Éter, que hay entre los diversos cúmulos estelares. No podemos ni debemos caer en el error de creer que el Gran Arquitecto, el Gran Diseñador no lo olvidemos nunca, es uno de los simples constructores estelares, eones dormidos y ni siquiera aquellos pilares, arcontes que administran las leyes cósmicas, sobre los que están sustentados los múltiples universos que se encuentran entrelazados por las múltiples dimensiones de cuerdas cósmicas.
Es un error creer que el Gran Arquitecto del Universo vive fuera de nosotros y es un Ser extraño al Ser Humano. El Gran Arquitecto forma parte de nuestra programación genética. Todo ha sido diseñado por él y nosotros también; pero el está en la esencia de nuestro diseño. Somos parte de él como los dedos forman parte de nuestras manos y nuestras manos son consustanciales con el resto del cuerpo material que sustenta a nuestro espíritu. De ahí ese gran amor que sentía Francisco de Asís hacia todo aquello que consideraba sintiente; desde la minúscula hormiga hasta el mayor de los cetáceos del océano. El auténtico creador está en todo y lo es todo. Está en el ácaro y en la hormiga y en cada uno de los compuestos genéticos de la naturaleza humana.
¿Cómo podemos conocer que una supuesta divinidad no es el Gran Arquitecto del Universo? Dado que el Gran Arquitecto del Universo es la Unidad de la cabeza del compás no puede existir dualidad en él y por ello tampoco puede existir controversia u error de duplicidad, triplicidad o multiplicidad. El Gran Arquitecto del Universo lo es en tanto en cuanto imagina un entorno de creación multidimensional; pero deja de serlo en cuanto entra en su propia creación y se disgrega en cuasi infinitas partículas. Es entonces, al identificarse el Diseñador con su Creación, cuando empiezan a tomar el relevo de la función, ahora constructora, los Maestros Constructores, eones y demiurgos. El Gran Arquitecto lo es mientras su manifestación no excede del Pleroma, de sí mismo; pero cuando se disgrega en partículas previamente organizadas mentalmente, de algún modo, se transforma en sus propias criaturas preprogramadas con anterioridad al Verbo creador.
Esas criaturas preprogramadas y que no poseen una vida propia, mucho menos consciencia, cuyo cometido es mantener de forma programada y automática los cimientos y pilares del Multiverso y después sustentar la obra mientras sea necesario hasta completar la Obra de la Divina Comedia, es a las que sí, nos dirigimos como divinidades, deidades únicas o múltiples, monoteístas o politeístas. El Gran Arquitecto del Universo nunca podrá dirigir un ejército para luchar contra ¿Quién? Contra sí mismo. Del Gran Arquitecto del Universo, del Todo, del Pleroma es de donde todo ha emanado y su esencia es Amor unificador nunca separador. Ninguna criatura de este Universo o de otros de las múltiples dimensiones existentes podrá invocar jamás su nombre para luchar por una determinada causa, dentro del plano material y si así se hiciera, podemos estar seguros que ese Ser, esa Entidad solo es un Dios menor, nunca el Ser Supremo, independientemente de que usemos el nombre del Gran Arquitecto del Universo, Jehová, Alá u otros para referirnos a él.
Es por dicha causa que aunque se utiliza el nombre del Gran Arquitecto del Universo como sinónimo de cualquiera de las denominaciones del Dios monoteísta, esto solo es cierto en unos ciertos niveles de consciencia. En cuanto el Ser Humano despierta en sí mismo la consciencia espiritual divina, propia del Gran Arquitecto del Universo, comienza a vislumbra la auténtica Verdad y es: Que a todo aquello que anteriormente denominaba como Dios no eran más que imágenes idolátricas, supuestamente objetivas, de algo mucho más abstracto, subjetivo y de lo que jamás pudo entender por no estar investido de la metanoia shambálica.
El Gran Arquitecto del Universo no tiene hijos más queridos e hijos menos queridos. El Gran Arquitecto del Universo jamás tuvo un pueblo elegido y él sabe como deberíamos comprender nosotros, ahora, que nada de su Diseño creador se perderá en el transcurso de la cósmica interpretación. Es cierto que cada cosa tiene una misión dentro de la función y que el grado de consciencia se activa en el momento en que es útil para el conjunto de la Obra.
El Gran Arquitecto no puede ser puesto como causa para declarar la guerra a nuestros vecinos infieles o gentiles, y servir como excusa para considerar válidas cierta cantidad de bajas colaterales tales que los adultos varones y machos del ganado de los pueblos invadidos en nombre de cualquier nombre de Dios. No. Es cierto que a cierto nivel podemos considerar a nuestro Dios del Sistema, Jehová en el caso de los Judíos y Cristianos, Alá en el caso de los Musulmanes, como el Gran Arquitecto; pero ello es así porque no somos capaces de mirar por encima de las nubes y a determinado nivel todo lo vemos del mismo color azul y denominamos a lo que nos trasciende como a Dios, como al Creador, como al Gran Diseñador. No, al Gran Arquitecto lo llevamos dentro, dicen que en nuestro Corazón. Nosotros decimos que en el minúsculo interior de nuestro código Genético.
El Multiverso es como un gigantesco holograma que contiene en sí los múltiples hologramas que son los universos individuales y en sí, estos universos, contienen a todas y cada una de sus partículas; pero lo curioso del asunto es que el conjunto del Holograma se encuentra íntegro en el interior de la más diminuta de sus partículas. Así como teóricamente, conociendo el código genético de una especie extinta, podríamos reconstruirlo, así podríamos hacer con el Multiverso, el Pleroma o hasta con el propio Gran Arquitecto del Universo. Con la partícula cuántica más diminuta y aún no descubierta por los científicos se podría reconstruir todo lo que existió o existe hasta llegar a la totalidad del Universo conocido, del Multiverso desconocido, del propio e inalcanzable Pleroma y del Propio Arquitecto del Universo. Es decir, el Gran Arquitecto del Universo está pleno y latente en nosotros mismos, independientemente de que se encuentre dormido o consciente y en activo. Todas las cosas se encuentra en el Todo y el Todo se encuentra contenido en lo más diminuto. De ahí la parábola que utilizara Jesús de Nazaret del grano de Mostaza. Muy probablemente si en aquella época se hubiese conocido la naturaleza cuántica de la existencia, Jesús habría sustituido el grano de mostaza por el diminuto pero energético Bosón de Higgs.
¿Porqué se produce, entonces, esa equivocación en la denominación del Gran Arquitecto del Multiverso, cuando nos referimos a alguna o algunas de las criaturas de la Jerarquía creadora? ¿Quién o qué está interesado en que el Consciente Ser Humano permanezca en la confusión y siga dirigiendo sus energías de adoración hacia Entidades que, al menos, no son superiores a él mismo? Sí, porque El Gran Arquitecto del Universo no pide para sí adoración sino simple Trabajo para conseguir el cumplimiento de la Obra Total y de la cual, cada uno poseemos, dentro de nosotros, una porción de ella y a la que venimos a denominar como Destino.
Digamos que el Arquitecto que diseñó el Escenario de la Vida acabó su trabajo con ese simple acto de emitir su orden y al que se conoce como Verbo Creador. Una vez que las fuerzas creadoras se disgregaron dentro de la creación y empezaron a tomar su cometido en la función, el Arquitecto descansó; como cualquier Arquitecto de nuestro mundo acabaría su trabajo con la entrega de los planos al Maestro de Obra para que ponga a los albañiles a trabajar en la construcción del Proyecto. Algo salió mal, al igual que en múltiples ocasiones, por error de diseño o de comprensión de los artesanos, partes de la obra hay que derribarlas para proseguir por el buen camino y completar la Idea Original del Arquitecto. Ahí, sí está el Gran Arquitecto pendiente de lo que hacen sus trabajadores; pero nunca se arremanga él mismo las manos y se pone a colocar argamasa entre piedra y piedra. El Gran Arquitecto funciona como una Luz interior dentro de los Maestros y operarios diciéndoles que es lo que ha podido salir mal y que es lo que deberán de corregir.
Si los artesanos no están suficientemente instruidos no podrán comprender esa voz interior que les indica lo que deben de hacer. Es un error considerar al Gran Arquitecto del Universo, al conjunto de multiversos, al Pleroma, como a un Ser todo poderoso, omnisciente y que jamás podría equivocarse. Es el mismo error que poseen nuestros niños cuando consideran a sus padres como héroes todo poderosos y según van haciéndose mayores comprueban como sus padres son simples humanos y se equivocan como cualquier otra de las personas que ellos conocen. Entonces llega la decepción que nunca debería de haberse producido si al niño se le hubiese instruido, que no adoctrinado, en que él es tan hombre como sus progenitores aunque algo más chiquito.
La concepción de un Gran Arquitecto omnisciente, todopoderoso la reflejamos sobre las jerarquías constructoras del Universo que no son mucho mayores que nosotros, a nivel espiritual y que poseen parecidos defectos a nosotros mismos, y así vienen los disgustos y las descreencias cuando le echamos la culpa a él, al Gran Arquitecto, cuando se producen guerras, terremotos o grandes calamidades que acaban con multitudes de seres humanos. Este error de percepción acabaría en tanto en cuanto comprendiésemos estas dos grandes verdades: Que cada criatura o cosa, en esencia, posee en su interior a la totalidad del Gran Arquitecto del Universo y que cada efecto, por cruel que parezca, fue previamente diseñado con algún motivo aunque la personalidad humana desconoce el motivo; pero la esencia divina que mora en nosotros sí es capaz de comprender.
Se produjo un accidente en el comienzo de la creación y al que todas las religiones han denominado, erróneamente, como la Gran Caída o Pecado Original. Ello sucedió porque al contrario de lo que creemos del Ser supremo, que lo contiene todo y al que todos contenemos en nuestro interior, no es perfecto ni muchísimo menos. Tampoco es omnisciente ni todo poderoso aunque sí sea eterno e inmortal en todas y cada una de sus criaturas. La Energía ni se crea ni se destruye tan solo se transforma. Dios, recordemos es Luz.
Se produjo un error no calculado y como buenamente pudieron, las partículas desgajadas del Original Creador pusieron en marcha el Programa automático de mantenimiento que pudiese desarrollar el cometido de construcción original. Todas esas criaturas, los Arcontes, Jerarquías angélicas y pretendidas divinidades, se pusieron a trabajar con los planos grabados que tenían a su alcance y con la cósmica intuición que les decía lo que tenían que hacer a cada momento; pero, en principio, el trabajo realizado fue un a prueba y error continuo. Las partículas de Adám Kadmón, El gran Diseñador, estaban desperdigadas por el infinito Cosmos como Eones potencialmente creadores pero completamente inconscientes, dormidos.
Con el transcurrir de las edades, ciertas entidades automáticas fueron adquiriendo una especie de Consciencia individual inducida por la majestad de los eones o partículas divinas. Ellos, las Jerarquías constructoras y directoras, las inteligencias arcónticas fueron viendo la verdad de su propio Ser y para lo que habían sido constituidas. Eran simples directrices o caminos de fuerza que algún día en el futuro deberían de desactivarse para que la gran Función acabara; es decir para que el telón bajara y los actores pudiesen regresar a sus casas. Pero si ello sucedía así, se dieron cuenta, que su supuesta consciencia debería regresar a sus legítimos propietarios, las células de Adam Kadmón, el Gran Arquitecto dormido del Multiverso, quedando ellos sumidos, para siempre, en la inconsciencia de la inexistencia.
Desde entonces, el día que empezaron a tomar consciencia de su Verdad, están evitando que llegue el día que el telón tenga que ser bajado, permitiendo que los eones sigan dormidos, porque ese día ellos dejarán de existir, dado que en el fondo jamás existieron como Seres Espirituales individuales. Muy a pesar suyo, no obstante, los Eones fueron tomando consciencia paulatinamente en infinidad de criaturas surgidas, a modo de salvavidas, de sus propios cuerpos estelares. Esos seres depositarios de la consciencia de las células espirituales del Gran Arquitecto del Multiverso somos algunos Seres Humanos de la Tierra, de otros planetas de los universos existentes y de dimensiones desconocidas. Con el paso del Tiempo, las razas creadas para servir como cuerpos provisionales a la divinidad, hemos ido evolucionando para poder ocupar, en nosotros mismos, mayor porción del Espíritu Universal. Gracias a los Profetas, que nunca poseyeron la totalidad de la verdad sino que esta nos ha sido entregada dosificada de forma paulatina, ahora es el Tiempo de que la Humanidad, por lo menos una parte sustancial, llegue a la verdadera y auténtica Iluminación.
1º No es cierto que el Cielo y el Paraíso vayan a constituirse en los mundos materiales que conocemos.
2º Para que retorne a la consciencia Plena, El gran Arquitecto del Universo, este Multiverso que los humanos conocemos algún día deberá dejar de ser.
3º La Vida más que una bendición, es lo que nos han contado, es una auténtica maldición que debemos usar de la mejor forma posible, a modo de prótesis o muletas, para que la manifestación divina y el despertar de su consciencia pueda hacerse plena a través nuestra.
4º En nuestras manos y en las de nuestros hermanos cósmicos, de otros planetas, de otros universos y de otras dimensiones está que los Eones despierten su consciencia y comprendan que deben dejar de expandirse por toda la eternidad. Que los universos deben dejar de plegarse sobre sí mismos en las múltiples dimensiones que suponen los recovecos de las supercuerdas. Que toda esa materia que supuestamente falta y a la que los astrofísicos denomina como materia oscura, debe salir de los pliegues para que la expansión estelar se detenga y se invierta hasta conseguir que todos los cuerpos luminosos de los eones, las estrellas y otros cuerpos estelares, se fundan en uno solo, el Divino Cuerpo de Adam Kadmón. Entonces se producirá el Big Crunch que le permita salir del Escenario que conocemos como Creación. Es solo entonces cuando conoceremos tal y como somos conocidos y será el denominado Juicio Universal donde nada ni ninguna de la criaturas de la Creación se habrá perdido, para toda la Eternidad, en el inexistente lago de fuego y azufre del Infierno.
Es en los seres despiertos, como el Hombre, en quienes recae tan inmensa responsabilidad. La responsabilidad de despertar a los superpoderosos; pero durmientes eones y que son los cuerpos celestes de los espíritus eternos que moran en el interior de nuestro código genético. Mientras no despierten el Mundo seguirá tal cual como el día de la Marmota con sus giros y revueltas sin final.
Si nos intentamos aferrar a la Vida terrena, temiendo a la amada Muerte, estaremos interfiriendo en el Despertar nuestro primero y en el del Gran Hacedor consecuentemente.
Cuando un Ser Humano despierta, en cierto grado, se ha convertido en un Iluminado, Profeta o Adepto Iniciado del Gran Hacedor. Nuestro destino consiste en transmitir esta simple información para que el resto de nuestros hermanos humanos despierten. Esto no es simple instrucción, mucho menos adoctrinamiento, es siembra espiritual. Es evidente que solo el Maestro interior, que todos llevamos con nosotros mismos, será quien decida si esa semilla germinará o no dentro de nuestro Ser.
Se nos han contado muchas historias, cuentos, mitos y leyendas. Algunos llevan grandes verdades dentro de su interior; pero muchas veces se nos han interpretado de forma errónea. Eso se denomina adoctrinamiento. La Verdad debe de ser simplemente transmitida al igual que la semilla se deja caer sobre la Tierra. Tendremos que ser nosotros quienes decidamos si esa semilla fructificará, así como es la Tierra quien decidirá si esa planta, latente, sobrevivirá o morirá.
Tómense esto, hermanos míos, como un simple cuento más. No intentamos convencer a nadie de nada; pero intenten ser sinceros con ustedes mismos y comprueben si existe algún tipo de resonancia de su ser interno con estas palabras que os aseguro no han sido inventadas. ¿Será producto de alguna canalización de una Entidad Superior? Craso error si pensamos así basados en lo que hemos podido leer en los múltiples libros que pululan sobre metafísica, la New Age, y los maestros ascendidos. El Maestro, nuestro auténtico Maestro, el Tuyo y el mío, nunca dejaron de estar a nuestro lado y está esperando que afinemos nuestro oído para que podamos escuchar su divino clamor.
Libertad, Igualdad y Fraternidad
Aralba