1) Jamás me atrevería, por
respeto, el poner en solfa cualquiera de los libros que son venerados por los
seguidores de todas las religiones; pero todos ellos sufren de un terrible
defecto: están creados por mentes humanas, con palabras de éste Mundo e impresas
en materiales terrenales; es decir, están contaminados; por lo que podría
decirse que, si son Palabra Sagrada, lo son solo de forma parcial pues sufren
de la enfermedad propia de éste Mundo. Es por ello, que jamás deberían
interpretarse de forma literal sino de forma simbólica.
Allá donde parece
encontrarse el Bien podría estar el Mal. Allí donde pareciera encontrarse
sabiduría podría esconderse engaño.
Todo amor, todo felicidad
y todo sabiduría, no es propio de éste Mundo por lo que hay que colocarse unas
gafas tintadas especiales para poder discernir entre la verdad y el engaño.
Quizá el Dios bondadoso que muestran no sea otro que el Adversario.
2) se nos insta a
elevarnos a lo alto, a contemplar la majestuosa belleza de la Naturaleza, a
buscar la sabiduría y la verdad en la luz que observamos; pero...
Pero si nos colocamos los
anteojos del discernimiento, de la Ciencia, comprobamos algo mucho más
tenebroso y siniestro, claro que para ello debemos trascender de la ilusión,
del espejismo de lo superficial.
Así encontramos un mundo
muy distinto. Un mundo donde la depredación y la ley del más fuerte o del más
listo es madre y señora. Vemos un majestuoso árbol milenario; pero también
están allí, agazapados y de forma oculta, los parásitos que se alimentarán de
él hasta destruirlo.
No, la Verdad y la
Sabiduría no se encuentra solo en la luz que observamos sino en las sombras,
sombra que también está repleta de luz, pero que nuestros ojos no pueden
observar sin ayuda externa.
Tenemos que enfangarnos y
traspasar las tinieblas, al contrario de lo que nos han contado, para descubrir
la semilla del nuevo árbol que germina dentro del estiércol y se alimenta de lo
eyecto, de lo sucio y maloliente; porque ahí también está la Verdad y si solo
contemplamos lo superficial, nos quedamos con una parte efímera de esa Verdad,
una realidad que tan solo es mera ilusión.
Si creemos ver la Verdad
en esa ilusión seguiremos encadenados a ésta prisión de mentiras y donde todo
está tergiversado.
De ahí la importancia de
que despierte el Maestro interior. Solo él puede proporcionarnos las lentes que
nos permita ver la verdad que se esconde tras el velo de la ilusión.
3) Del mismo modo que las
bibliotecas están llenas de libros así Internet está repleto de bibliotecas
virtuales. Bibliotecas de todo tipo y donde no pueden faltar las esotéricas y
sobre todas ellas, las que más abundan, son las de frases enlatadas y muchas
veces fuera de contexto. Frases políticamente correctas que son tomadas como
mensajes celestiales.
Pues bien, no dejan de ser
más que espejismos reflejados en un cristal roto. Jamás leerás, salvo aquí
donde somos políticamente incorrectos, que las perlas de sabiduría solo puedes
encontrarlas si estás dispuesto a enfangarte en las cloacas de las porquerizas
más fétidas y malolientes.
Hay mucho timorato que
huye como alma que lleva el diablo de todo aquello que no sea políticamente
correcto y superficialmente bello y agradablemente oloroso.
Para ellos solo hay verdad
en la marmórea belleza de la estatuaria renacentista o griega y una fragancia
agradable si está constituida de pétalos de flores suavemente fragantes como la
rosa o el jazmín. Para esas personas, la mayoría, es donde creen que pueden
encontrar un reflejo de la verdad espiritual, dejando al margen lo mayoritario,
la sombra tenebrosa y gótica, lo maloliente y vomitivo.
Lo oscuro también
pertenece a la verdad y en ello hay mucha verdad aunque no podamos o no estemos
capacitados para poder verla.
En lo negado y rechazado,
en lo sexualmente explícito, en lo reptante, tenebroso y supuestamente maligno
se encuentran ocultas las verdaderas perlas de sabiduría que contienen la
verdad al completo. La luz visible con los ojos solo permite observar el escaparate,
no el interior y donde se encuentra el mayor volumen de información.
El sexo, en cualquier
manifestación aceptada o no, se encuentra no solo una parte importante de la
iniciación espiritual, sino también la base necesaria para que esa iniciación pueda
llegar a ser efectiva.
La religión nos ha robado
el sexo a la humanidad pues éste es un pilar básico para poder salir del
perverso sistema donde nos encontramos encarcelados. Solo mediante el sexo y la
pasión más arrebatada puede encenderse el fuego que despierte a la serpiente
enrollada.
Esa serpiente sacro
espinal que deberá elevarse por la columna encendiendo todos y cada uno de los
centros espirituales de nuestro organismo. Es cierto que existen sucedáneos que
dicen hacer lo mismo mediante supuestas magias blancas aceptadas como
políticamente correctas tales que la teúrgia, la cábala angélica y otras; pero
no son otra cosa que pérdidas de tiempo y burdos pasatiempos de ilusionismo que
siempre nos devolverá al punto de partida del juego de la oca que la Vida es.
La espiritualidad no se
puede prender en el corazón si antes no elevamos hasta él el fuego latente en
los órganos sexuales.
No hay otro modo y todo lo
demás es timorato e instituido por el pérfido Sistema para que sigamos
perdiendo el tiempo y no podamos conseguir la única y verdadera iniciación
efectiva: la producida mediante el coito de dos personas sean del mismo o de
diferente sexo, sea anal o vaginal, entre personas conocidas o desconocidas.
No solo es la vía
prometeica o luciferina sino que es la única vía posible porque las perlas que
contienen la verdad y que son fuente de la verdadera sabiduría se encuentran
cubiertas y a resguardo, muy bien escondidas, en el interior de materia fecal.
Aralba