La Orden Iluminati, como es lógico, no comparte parte de las aseveraciones tendenciosas del prólogo; pero por amor a la Verdad, incluimos el Artículo de forma Íntegra. Con el paso de los años hemos venido descubriendo la Trampa del Ecumenismo entre las grandes religiones del planeta; dado que recuerda a los acuerdos que se producen entre Multinacionales cuando deciden subir, al unísono, los precios de sus productos. Es como si de algún modo intentaran protegerse ante la proliferación de nuevas religiones emergentes. CESNUR, arropada por su Categroría de Sociedad Científica, no deja de ser una Herramienta Ecuménica de la propia Iglesia Católica de Roma, aunque se presente como algo más imparcial; pero la entrevista está muy bien documentada y no tiene desperdicio alguno. (Por sus frutos los conoceréis. ¿Cógense uvas de los espinos, ó higos de los abrojos? Mateo 7:16)
(Aralba)
(Aralba)
CESNUR Centro de Estudios sobre las Nuevas Religiones: Es
una red internacional de asociaciones cientificas que se desempeñan en
el campo de los nuevos movimientos religiosos. Su director es
el especialista italiano Massimo Introvigne. El CESNUR es un centro
independiente de todo grupo religioso, Iglesia o movimiento.
La pagina web es publicada por el CESNUR Internacional de Turín, Italia (Via Confienza 19, 10121 Torino, Italy, te: 39-011-541950, fax 39-011-541905, E-mail: cesnur_to@virgilio.it) de modo independiente de toda otra asociación. Los artículos publicados han sido elegidos por su contenido cientifico respetando el punto de vista de cada autor, del cual el CESNUR no se hace responsable.
La Biblioteca Internacional del CESNUR - la más grande en Europa y la segunda en el mundo en su sector- es abierta al público de Lunes a Viernes de 10 a 13 horas en Turín. Se sugiere solicitar cita anticipadamente por telefono.
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Massimo
Introvigne. Traducido por. Ángel Expósito Correa
Una de las sociedades
secretas que con mayor frecuencia recurre en la literatura «conspiracionista»
(también católica) es la de los Illuminati. Dan Brown, por ejemplo (y para
citar un autor que convierte sus calumnias, sus manipulaciones y sus fantasías
en realidad histórica), la transforma en el sujeto fundamental de la trama de
su última novela «Ángeles y Demonios». Ahora bien, ¿qué hay de cierto y de
falso en la leyenda de esta sociedad secreta? La respuesta nos la ofrece un
cuestionario sobre las preguntas más frecuentes acerca de los Illuminati que el
sociólogo de las religiones (además de experto internacional de fundamentalismo
y terrorismo islámico), Massimo Introvigne, ha publicado en la página web del
Centro Europeo Sobre Las Nuevas Religiones (CESNUR) de Turín*. El mismo autor,
en una entrevista concedida a un diario italiano (1), nos da asimismo las
razones para entender el éxito de estas novelas (en especial, del Código Da
Vinci) y de las varias teorías de la conspiración: según él "Las razones
son distintas. La primera es el deleite en períodos de crisis, cuando la
historia se hace complicada, por teorías de la conspiración que la semplifican.
El segundo es la boga anticatólica, que hoy ya no viene principalmente del
mundo protestante (que al contrario ha sido el primero en movilizarse contra
“El Código Da Vinci”) sino de los legisladores de lo políticamente correcto
feminista, abortista y pro-gay. El tercero es que “El Código Da Vinci” es un
poco el manifiesto de aquellos que quieren creer pero no quieren pertenecer a
instituciones religiosas ni derivar de las religiones códigos y normas de
comportamiento. Como hemos visto, se trata de la mayoría de los occidentales”
Bien, ahora pasemos
al cuestionario y a la realidad sobre los Illuminati. Que cada uno saque sus
conclusiones.
Ángeles y Demonios de
Dan Brown es la última de las muchas novelas que afirman que los Illuminati
son, o han sido, una poderosísima sociedad secreta. ¿Pero, se trata sólo de una
novela?
No según el mismo Dan
Brown. En su página web el novelista americano defiende que: “Sociedades secretas
como los Illuminati recurren a las medidas más extremas para quedar escondidas.
Aunque muchos informes de servicios secretos hayan sido escritos sobre esta
sociedad, pocos han sido publicados. Las teorías sobre el complot de los
Illuminati hablan de una infiltración del Parlamento inglés y del Departamento
del Tesoro americano, de una conexión secreta con la masonería, de una
afiliación con sectas satánicas clandestinas, e incluso del renacimiento de su
antiguo propósito de destruir el Vaticano. Separar la realidad de la ficción a
propósito de los Illuminati puede ser difícil a causa de la intensa cantidad de
desinformación que ha sido difundida sobre esta sociedad secreta. Algunos
piensan que esta plétora de desinformación haya sido creada por los mismos
Illuminati para desacreditar anticipadamente toda información factual que haya
podido salir a la luz. Esta táctica para ocultar los hechos – conocida como
“siembra de noticias” – es usada a menudo por los servicios secretos
americanos”. Dan Brown parece aquí más crédulo cuanto a la existencia en
nuestros días y al poder de los Illuminati que su mismo personaje Robert
Langdon.
Sin embargo la
existencia de los Illuminati es un hecho histórico, ¿verdad?
Sí. El Orden de los
Illuminati es fundado el 1 de mayo de 1776 en la Universidad de Ingolstadt,
entonces parte del Reino de Baviera, en Alemania, por un profesor de derecho,
Adam Weishaupt (1748-1830). Los Illuminati constituían una interesante
organización, que por una parte ofrecían a sus miembros rituales esotéricos,
por otra tenían un objetivo político y aspiraba a derrocar el régimen
monárquico, católico y más bien conservador, del Reino de Baviera,
sostituyéndolo con una república inspirada en las ideas de la Ilustración.
¿Pero la Orden de los
Illuminati era un ramo de la masonería?
Al principio
Weishaupt era más bien crítico hacia la masonería, y se propone fundar una
orden autónoma, con rituales distintos. Sin embargo, sus primeros rituales no
consiguen atraer un número suficiente de seguidores, y en febrero de 1777
Weishaupt es iniciado como masón en una logia de Múnich llamada Zur
Behutsamkeit (“A la Prudencia”). En 1780 un personaje ya bien conocido en la
masonería alemana, el barón Adolf Franz Friedrich Ludwig von Knigge
(1752-1796), se adhiere a los Illuminati y en el período enero 1781 – enero
1782 reelabora los rituales de éstos en una forma más propiamente masónica.
Mas, si es verdad que estos rituales son de tipo masónico y que muchos de los
miembros de los Illuminati son masones, técnicamente no se puede afirmar que la
Orden de los Illuminati sea «un ramo» de la masonería, tratándose más bien de
una orden independiente.
¿Y los Illuminati han
tenido éxito?
En cierto sentido,
sí. Los nuevos rituales de Knigge atraen bastantes miembros, y los Illuminati
en el transcurso de su historia inician alrededor de 2.500 personas en Baviera
y en otros numerosos Estados europeos, un número no pequeño para las órdenes
iniciáticas en general. En otro sentido, sin embargo, los Illuminati fracasan:
no consiguen realizar su proyecto político. Entre 1784 y 1787 la policía bávara
se adueña de varios documentos comprometedores que prueban como el de los
Illuminati sea en efecto una conspiración que aspira a derrocar el gobierno.
Algunos miembros son detenidos, pero no son tratados muy severamente: salieron
del paso con algunos meses de cárcel o con fuertas multas. Weishaupt escapa de
Baviera y conduce una existencia más bien pacífica en otros Estados de Alemania
hasta su muerte en 1830. Los Illuminati sobreviven durante algunos años fuera
de Baviera merced a uno de sus dirigentes, Johann Joachim Christoph Bode
(1730-1793), pero en 1790 abandonan toda actividad.
En los planes de los
Illuminati, ¿hay realmente algo de siniestro?
Sí. Sus objetivos
políticos no son perseguidos sólo con medios legales. En octubre de 1786 la
policía registra la residencia de un importante miembro de los Illuminati, el
diplomático Franz Xavier von Zwack (1755-1843), y secuestra documentos que
demuestran como la Orden proyecte usar el veneno contra sus enemigos, aunque no
haya pruebas que estos planes hayan sido llevados a la práctica.
¿Pero los Illuminati
no reclaman que su Orden es más antigua de 1776?
Cierto. Al principio,
Weishaupt explica que los Illuminati han sido fundados por el último rey de
Persia que ha profesado la religión zoroastriana, Yadzegerd III (+651 d.C.),
que él confunde con Yadzgerd II (+457 d.C., rey de Persia desde 438 al 457), y
a partir de ello construye una compleja genealogía en la cual implica a muchos
afamados personajes históricos. Cuando Knigge se adhiere a la Orden, pide a
Weishaupt las pruebas de esta genealogía. Weishaupt le contesta con una carta
de enero de 1781 en la que afirma que la genealogía es una “inocente mistificación”,
necesaria porque bien pocos se hubieran interesado a una orden que se
presentara como recién fundada (cfr. René Le Forestier, Les Illuninés de
Bavière et la francmaçonnerie allemande, Hachette, París 1914, pág. 227 – este
libro, que procede de la tesis doctoral de un ínclito historiador francés,
constituye aún hoy la fuente primaria en todo lo que guarda relación con los
Illuminati). En lugar de ofenderse, Knigge está de acuerdo sobre el hecho que
una genealogía mítica sea necesaria, y construye una nueva donde declara que
los Illuminati han sido fundados por Noé y “despertados” (el término es de
origen masónico) tras un período de decadencia por San Juan Evangelista.
¿Y los templarios?
¿No guardaban ellos también relación con los Illuminati?
Sí, pero sólo según
la genealogía de Knigge. En realidad toda la masonería alemana de la época
reivindica los templarios como antepasados. La explicación está en el hecho
que, cuando la masonería penetra en Europa continental desde la Gran Bretaña,
muchos nobles europeos a los que es propuesta la adhesión son reacios a entrar
en una organización cuyos reales orígenes se ubican en las corporaciones de los
“libres albañiles” que aglutinaban, junto a los arquitectos, también a los
simples operarios constructores. En 1736 el caballero André Michel de Ramsay
(1686-1743) asegura en un famoso discurso a los nobles franceses, que espera
reclutar en la masonería, que en realidad las corporaciones de libres albañiles
británicas han dado cobijo a «caballeros perseguidos», creando así un origen
del todo mítico – pero más aceptable – para las logias masónicas. En Alemania,
donde ya desde años corren especulaciones sobre una pretendida continuación
secreta de la Orden de los Templarios tras la supresión de 1307, los “caballeros
perseguidos” de Ramsay son rápidamente identificados, precisamente, con los
templarios. Es verdad que después de 1307 los templarios han continuado a
existir por algún tiempo en algunos países europeos, pero la idea de una
prosecución de éstos tras el siglo XV es considerada por los especialistas
académicos de la historia de los templarios “completamente demencial” y ligada
a leyendas “unifórmemente estúpidas” (así se exprime la historiadora francesa
Régine de Pernoud [1909-1998]). En realidad todas las organizaciones esotéricas
fundadas desde el siglo XVIII hasta hoy se equipan con genealogías míticas que
se remontan a los templarios, a Noé, a San Juan o a Salomón y pasan por
personajes famosos de la historia, de la literatura y del arte. Por regla general
sus miembros menos desprevenidos son conscientes del carácter meramente
simbólico y mítico de estas genealogías. Ciertamente sea Weishaupt sea Knigge
saben bien que las genealogías que proponen a los miembros de los Illuminati
son «simbólicas» o, para decirlo de manera más sencilla, inventadas por ellos.
No existen Illuminati antes de 1776.
¿Pero entonces no han
sido los Illuminati a proyectar y guiar la Revolución francesa?
No es del todo
correcto. Autores hostiles a la Revolución, como el protestante John Robinson
(1739-1805) y el católico padre Agustin Barruel (1741-1820), defienden tras el
1789 que la Revolución es fruto de una conspiración masónica en el curso de la
cual la masonería francesa ha sido dirigida por los Illuminati. En esta sede no
es necesario desatar los complejos nudos históricos relativos a las relaciones
entre masonería, Ilustración y Revolución francesa. Podemos sin embargo afirmar
con seguridad que los Illuminati, que en 1789 estaban a punto de cesar su
existencia, no han guiado la Revolución francesa, y no han ni siquiera dado una
contribución importante a su proyectación. Los vínculos entre la Orden bávara y
la masonería francesa existen, pero son más bien ténues. La mayoría de los
masones franceses (entre otras cosas bastante divididos entre ellos en el siglo
XVIII) no aman los Illuminati, ni estarían dispuestos a dejarse «dirigir» por
una orden alemana. Por una serie de razones políticas, los escritos de Robinson
tienen no obstante particular éxito en los Estados Unidos, donde el presidente
Thomas Jefferson (1743-1826) es reiteradamente acusado por sus adversarios de
ser miembro de los Illuminati.
No obstante, ¿no es
acaso verdad que el reverso del sello oficial de los Estados Unidos – aquél que
aparece todavía hoy en los billetes de un dólar y representa una pirámide
inacabada coronada por un ojo en un triángulo – es un símbolo de los
Illuminati?
No, no es verdad,
aunque se siga repitiéndolo casi por doquier. El símbolo con la pirámide
inacabada y el ojo en el triángulo no se encuentra de ninguna manera entre los
Illuminati. En realidad no es ni siquiera un símbolo masón, aunque en la
masonería del siglo XVIII y XIX, fascinada por todo lo egipcio, se encuentren a
veces símbolos parecidos. La específica pirámide usada en el símbolo americano
es sacada de la Pyramidographia, un libro publicado en 1646 en Londres por John
Greaves (1602-1652) tras un viaje a Egipto. El ojo en triángulo es presentado
por el secretario del Cogreso americano, Charles Thomson (1729-1824) – que
entre otras cosas jamás había sido masón -, en su discurso en 1792 que precede
el voto con el cual el Congreso adopta oficialmente el Sello, como un símbolo
cristiano, el “ojo de la Providencia” trinitaria que preside los destinos de
los Estados Unidos. Como tal, el símbolo se encuentra en la iconografía
cristiana no sólo prescindiendo de sino también mucho antes de su utilización
en algunas fuentes masónicas.
Sin embargo muchos
han aceptado la teoría según la cual los Illuminati guian el mundo, o al menos
los Estados Unidos...
En realidad la han
aceptado en pocos antes de 1975. Desde la mitad del siglo XIX la teoría del
“gran complot de los Illuminati” se encuentra sólo entre una minoría de autores
“conspirativistas” no particularmente conocidos al gran público. En 1975 es
publicada la trilogía Illuminatus de la cual son autores Robert Joseph Shea
(1933-1994) y Robert Anton Wilson (nacido en 1932). Las tres novelas son
escritas en tono satírico, y Shea y Wilson forman parte del grupo neo-pagano
(difícil de entender si no se enmarca en la contracultura hippie de la que
nace) de los Discordianos, que veneran Eris, diosa de la Discordia y del Caos,
jugando «bromas cósmicas» al mundo entero. Se trata en realidad de novelas
libertarias, donde Weishaupt no muere en Alemania sino emigra en las colonias
británicas del Nuevo Mundo, donde toma el nombre de George Washington y se
convierte en el primer presidente de los Estados Unidos. Cuando éstos se
revelan un Estado reaccionario y represivo guiado por los Illuminati, los Discordianos
organizan la resistencia en nombre del Desorden, del Caos y de la Gran Diosa
Eris. Sólo tras la trilogía de Shea y Wilson los Illuminati comienzan a
aparecer en todas partes, desde El Péndulo de Foucault de Umberto Eco (1988) a
la película Lara Croft:Tomb Raider (2001), y en otro número innumerable de
películas, novelas, cómics, juegos de rol. Lamentablemente, no todos se dan
cuenta de la naturaleza de la trilogía Illuminatus, incluso algunos defienden
explícitamente que Shea y Wilson fingiendo bromear han publicado informaciones
absolutamente fehacientes. Estas teorías tienen cierto éxito en ambientes
fundamentalistas protestantes americanos. Son expuestas en particular por
Milton William Cooper (1943-2001), que muere el 5 de noviembre de 2001 en un
enfrentamiento armado con agentes de policía. Cooper rechazaba pagar los
impuestos al gobierno de los Estados Unidos, alegando que estaba controlado por
los Illuminati.
¿Y la Skull and Bones
(“Calavera y Tibias”), la famosa sociedad secreta que reune estudiantes y
ex-alumnos de la Universidad de Yale? A menudo se oye decir que es un ramo de
los Illuminati...
En realidad las dos
organizaciones no tienen nada en común. La sociedad Skull and Bones es fundada
en 1832 por William Huntington Russell (1809-1885), cuando como hemos visto los
Illuminati no existían ya desde más de cuarenta años. Algunas vagas semejanzas
derivan del hecho que sea los Illuminati de Weishaupt sea la Skull and Bones de
Russell han sacado elementos de las sociedades «secretas» estudiantiles que
existían en las universidades alemanas desde el siglo XVIII. Entre paréntesis,
muchas leyendas que circulan sobre la sociedad Skull and Bones carecen de todo
fundamento. Es verdad que la componen personas ricas y poderosas, pero también
es cierto que las personas ricas y poderosas no son precisamente raras entre
los ex-alumnos de una universidad como Yale. La Skull and Bones es la species
de Yale de un genus, la sociedad «secreta» estudiantil, todavía muy difundida
en los Estados Unidos pero desaparecida en Europa desde hace tanto tiempo que
nos resulta difícil entenderlo. Entre otras cosas, en 1986 ha sido
definitivamente verificado que la famosa calavera que entra en el nombre de la
Skull and Bones no es el del legendario jefe indio Jerónimo (1829-1909). Los
Apaches, a los que la sociedad estaba dispuesta a devolver la calavera, lo han
hecho examinar, han concluido que no tiene nada que ver con Jerónimo, y han
rechazado quedarse con él.
Sin embargo, una
Orden de los Illumanti vuelve a aparecer en el siglo XIX, ¿no es verdad?
Sí. En el marco del
denominado “despertar del ocultismo” alemán que comienza en el último decenio
del siglo XIX, Leopold Engel (1858-1931) “despierta” la Orden de los Illuminati
el 12 de marzo de 1901. Engel y el co-fundador Theodor Reuss (1855-1923) – que
más tarde se hará famoso por sus actividades en el campo de la magia sexual y
su colaboración (no siempre pacífica) con el famoso magista inglés Alesteir
Crowley (1875-1947) – habían comenzado a hablar de un “despertar” de la Orden
desde 1896. Más tarde, tratarán de antedatar este “despertar” a 1880, una fecha
seguramente falsa. Como siempre ocurre en estos casos, Engel y Reuss aseguran a
los miembros de la recién nacida orden sea que sus orígenes son muy antiguas,
sea que se trata de una legítima reproposición de los Illuminati de Baviera,
cuya sucesión se habría transmitido de padre en hijo dentro de la familia de
Reuss. Se afirma que los Illuminati encuentran sus orígenes en India y luego en
Egipto, han inspirado el Renacimiento y la posterior primavera de las artes y
las ciencias en Italia (de aquí las referencias a Gian Lorenzo Bernini
[1598-1680] y Galileo Galilei [1564-1642], bien conocidos a los lectores de
Ángeles y Demonios), y han tenido entre sus miembros un número impresionante de
personajes históricos famosos, desde el mítico Ulises y Aristóteles hasta el
mismo Thomas Jefferson. Pero también esta vez Engel acaba por admitir – por
escrito – que toda esta genealogía tiene un carácter mítico y simbólico y no va
tomada a la letra. Engel más tarde declarará que la idea de una sucesión de los
Illuminati de Baviera transmitida dentro de la familia de Reuss ha salido de la
creativa fantasía de este último.
¿Pero quién era en
realidad Leopold Engel?
Un personaje más bien
interesante. Se le puede definir como a un miembro del grupo más interno del
grupo de seguidores (organizado como network más que como verdadero movimiento
religioso) del visionario y místico austríaco Jakob Lorber (1800-1864). Engel “recibe”
gracias a sus capacidades mediánicas el undécimo volumen que completa el
incumplido Gran Evangelio de Juan de Lorber. Todavía hoy muchos lobberianos (no
todos) aceptan este volumen como parte integrante del corpus de Lorber. Engel
es también un prolífico autor de novelas de ciencia ficción y de cuentos para
fascículos populares, un género un tiempo despreciado pero actualmente
redescubierto por los críticos. En efecto, parece que Engel viva una doble vida
como seguidor de Lorber y como fundador de los Illuminati, manteniendo
separadas sus dos actividades, aunque en el material que prepara para su Orden
de los Illuminati no es difícil notar una influencia lobberiana.
¿Y los Illuminati
existen todavía?
Sí, aunque reducidos
a poca cosa. Perseguidos en la Alemania nazi, los Illuminati sobreviven en
Suiza merced a la actividad de Felix Lazerus Pinkus (1881-1947), un rico
economista de ideas socialistas. Pinkus inicia Hermann Joseph Metzger
(1919-1990), un ex-panadero e hipnotista de teatro, que mantiene en vida la
Orden de los Illuminati hasta su muerte, en 1990 y establece un centro en
Stein, en el Cantón suizo de Appenzeller Externo. Un pequeño número de sus
discípulos vive o al menos se reune periódicamente todavía hoy en Stein, y se
trata de los únicos herederos legítimos de la Orden de los Illuminati de Engel.
Por supuesto, hoy cualquiera puede adherir a un amplio número de «Órdenes de
los Illuminati”, algunas incluso vía Internet (con tal que se tenga tarjeta de
crédito), pero se trata de órdenes que existen sólo sobre el papel y en todo
caso no tienen siquiera aquélla «legitimidad» que procede de una sucesión que
origina de Engel.
¿Dan Browon tiene
razón cuando define a los Illuminati como los protagonistas de un complot para
“destruir el Vaticano” en nombre de la razón y de la ciencia?
Como se ha visto, los
nombres de científicos famosos citados como miembros de los Illuminati forman
parte de genealogías míticas que no tienen ninguna base histórica. Los
Illuminati de Baviera reclutaban principalmente entre abogados, funcionarios
gubernamentales, y también entre algunos miembros del clero de ideas
ilustradas, tenían entre sus miembros poquísimos «científicos» de profesión, si
es que tenían alguno. A sus nuevos reclutas enseñaban una blanda versión de la
Ilustración, próxima a la filosofía de Emmanuel Kant (1724-1804). Weishaupt les
aseguraba de estar en contra de la siempre acechante influencia de los Jesuitas
(a pesar de que éstos hubieran sido prohibidos – no definitivamente, como
quedará claro sólo más tarde – en 1773), pero no contra la Iglesia católica o
el cristianismo en general. Sin embargo, quien llegaba a formar parte de su
grupo más interno se hallaba expuesto a enseñanzas de tono decididamente
anticlerical y anti-católico, y algunos documentos propagandaban abiertamente
la lucha contra la religión y el ateísmo. También en la Orden de los Illuminati
de Engel había aspectos anticlericales, aunque no se tratara de un tema al cual
se dedicaba particular atención. De ésto a defender que las Órdenes de los
Illuminati históricamente existidas se propusieran «destruir el Vaticano» hay
un salto lógico, y la pretensión hubiera sido objetivamente ridícula
considerando las fuerzas reales que los Illuminati – también los de Baviera -
tenían a disposición.
¿Los Illuminati son,
o al menos han sido, una sociedad secreta muy poderosa?
Ciertamente no lo son
hoy. Lo máximo a lo que puede aspirar el grupo de Stein, reducido a una docena
de miembros, es sobrevivir. Ni la Orden de los Illuminati de Engel ha tenído
nunca un particular poder. Ha tenído, eso sí, una cierta influencia cultural, y
dos novelistas de cierta fama, Gustav Meyrink (1868-1932) y Franz Spunda
(1890-1963), formaron parte de la Orden. Se trata no obstante de una influencia
en gran parte limitada a la subcultura esotérica. Las cosas son distintas en el
caso de los Illuminati de Baviera, una organización mucho más relevante que
merece más de una anotación a pié de página en la historia alemana. Los
Illuminati de Weishaupt consiguen reclutar incluso tres cabezas coronadas, el
duque Carlos Augusto de Sajonia-Weimar (1757-1828), el duque Ernesto II de
Sajonia-Gotha (1745-1804), y el duque Carlos Guillermo Fernando de Brunswick
(1735-1806). Y es Carlos Augusto de Sajonia-Weimar quien persuade a afiliarse a
los Illuminati, en 1783, sus dos reclutas más famosos: Johann Wolfgang Goethe
(1749-1832) y Johann Gottfried von Herder (1744-1803), los dos más importantes
intelectuales alemanes de la época, que además son iniciados para complacer al
duque pero no serán jamás realmente activos en la Orden. También es cierto que
Weishaupt y sus dos más estrechos colaboradores, sin que las cabezas coronadas
y los grandes literatos lo sepan, utilizan los Illuminati para una conspiración
política revolucionaria muy real, que hubiera podido tener éxito. Dicho esto,
también es importante reiterar que la influencia de los Illuminati –
modestísima fuera de Alemania – no va exagerada, y que en 1790 su actividad ha
dejado definitivamente de existir. Aquellos que quieren convencernos que una
grande conspiración de los Illuminati explica toda la historia mundial desde el
siglo XVIII – cuando no desde el Renacimiento – hasta hoy tienen el deber de la
prueba que no han siquiera comenzado a exhibir.
¿Qué es CESNUR?:
http://es.catholic.net/ecumenismoydialogointerreligioso/389/2726/articulo.php?id=27467
Más información: http://kaosquantico.blogspot.com.es/
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