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miércoles, 26 de agosto de 2015

Perlas del Dragón de Jade (6)


Del Caos a la Anarquía

El centro de la Tierra es un océano esférico de hierro fundido, donde el crecimiento de cualquier forma de vida orgánica es imposible. Conforme nos vamos alejando de ese centro ígneo las capas de materia se van enfriando hasta dar lugar a nuestra fría litosfera y donde la proliferación de formas de vida, ya si es posible.

A nivel del conjunto del Universo, en donde vivimos, sucede algo muy semejante, dado que a nivel sub atómico, cuántico, el mundo de las partículas elementales más diminutas es un auténtico caos, donde el espacio y el tiempo no parece que tengan algún tipo de relevancia.

La Libertad más absoluta rige en ese plano energético; pero se trata de una libertad caótica, sin orden alguno, donde la consciencia de la mente cósmica no parece que pueda manifestarse de una forma coherente y espacio temporal. Con ello, no queremos decir que el plano cuántico esté libre de la mente cósmica, lo cual sería imposible dado que fuera de ella no puede ser, sino que su manifestación creadora consciente, a dicho nivel, no parece posible.

Según nos vamos alejando de los planos más diminutos y desestructurados, comprobamos como las siguientes capas, hacia el exterior, van permitiendo o proporcionando un orden creciente hasta que por fin comienzan a ser posibles tanto el espacio como el tiempo, imprescindibles para que el escenario del Mundo pueda contener la vida primero, la inteligencia y la consciencia después.

Ahora bien, ¿cuál es el Plano real?, ¿el mundo cuántico donde la libertad del caos campa a sus anchas o el de la física newtoniana, donde la burocracia arcóntica, fundamentalmente la fuerza de gravedad, rebaja los niveles de libertad, caóticos, proveyendo el orden y la estabilidad necesaria para que pueda manifestarse, de forma evidente, la consciencia cósmica? Quizá, esta pregunta esté lastrada por la inexactitud derivada de nuestra limitada capacidad de observación, debido a unos sentidos bastante limitados por rudimentarios.

Quizá, este Universo ordenado y que consideramos como real simplemente sea un nexo de unión transitorio entre el Universo cuántico del Caos y su polo opuesto, necesario para mantener algún tipo de diferencia de potencial, el Universo de la Anarquía. 

Porque aunque la generalidad de los investigadores consideran teóricamente sinónimos los términos caos y anarquía, en la práctica esto no es así dado que el Caos, concretamente el caos subatómico, donde la Libertad parece ser la única Ley absoluta, impide, per se, el orden y funcionamiento controlado, inteligente, de las partículas con el fin de poder conformar objetos, cuerpos con movimiento y contenedores de consciencia. 

Y no es, como ya hemos dicho, que en los planos cuánticos no exista la fuerza mental de la Inteligencia Suprema; sino que esta, al no poseer las limitaciones del espacio y el tiempo es imposible de observar y cuantificar con nuestros sentidos e instrumentos.

Solo es posible determinar la existencia de esa Mente conforme nos alejamos de los planos energéticos y el orden y burocracia de la materia empiezan a aparecer; permitiendo que las formas primero y el movimiento después permitan la manifestación coherente, dentro de un entorno espacio temporal, de cierta consciencia o porción ínfima de la Consciencia Cósmica Total. Una consciencia de este tipo es la única que todos los seres pensantes podemos comprender sin recurrir a algún tipo de abstracción.

El Mundo ilusorio, pero real, material y organizado por una serie de leyes, en el que vivimos, no deja de ser otra cosa que un mal necesario, como plano burocrático de transición, entre el Caos y la Anarquía perfectamente estructurada y plenamente consciente. 

Porque la anarquía es la libertad plena sin influencia de algún burocrático control; pero que lleva en su esencia el orden absoluto, no siendo esta característica intrínseca, una coacción castrante de la libertad innata; sino que, por el contrario, la Anarquía es la natural heredera del Caos, su opuesto, al que se le ha añadido, en una suerte de proceso evolutivo, la Fuerza pleromática de la Fraternidad.

Aquí ya no existen leyes generadas por algún tipo de arcontes legisladores sino que es la propia Cosa consciente la que se auto limita intentando ponerse en el lugar de las otras cosas que la rodean.

En el Caos prima, como dueño y señor, la fuerza de la Libertad absoluta y sin medida y donde la ley del más fuerte es dueña y señora; dado que, no existiendo la fuerza fraternal, la Cosa no siente la necesidad de ponerse en el lugar que ocupan sus hermanas y se mueve por su propio interés arrasando todo cuanto se interpone a su paso y hasta que las condiciones dejan de serle afines y será ella, entonces, la que se convierta en víctima de la embestida de sus semejantes.

Esa posición preferente, libremente puesta en movimiento, es la que impide ver la absoluta igualdad de todas y cada una de las partículas del Universo; de algún modo, se trata de una simple cuestión de percepción. Pudiera parecer que la Piedra que se encuentra sobre otra, se sitúa en una posición de supremacía sobre la que la sustenta; pero si se retirase, esta última, la presuntamente superior caería pasando a ocupar el lugar dejado vacante por la que la sustentaba.

Digamos entonces que nuestro universo material de transición entre el caos del Universo Cuántico y la Anarquía autogestionaria de la otra polaridad del Pleroma, del Cosmos, no es otra cosa que el crisol donde se está gestando la necesaria fraternidad y que no deja de ser otra cosa que la lente que permite ver las cosas desde un verdadero punto de vista; es decir, que todas las partículas son iguales, poseen la misma divinidad y consciencia del Pleroma. Que ninguna está privilegiada por encima de cualesquiera otras; siendo tan solo, nuestra observación relativa y limitada la responsable de la percepción de una inexistente desigualdad.

Concluyendo, digamos que de los planos subatómicos nos viene, de forma germinal, el concepto de libertad sin orden propio del Caos; pero que al pasar por el fuego de la experiencia, en el Mundo de Maya, legislado por los arcontes y donde se cuece la fraternidad, reconocible mediante un complejo proceso iniciático, eso es la Vida, es que podemos reconocer la igualdad subyacente en todo y que es necesario para la consecución de aquello que denominamos como utopía, la Anarquía. Que ésta pueda ser considerada como algo real, verdadero y asequible alejado de la fantasía utópica que le es propia al concepto lingüístico de anarquía.

La Igualdad no tiene un verdadero sentido en un Mundo de Libertad absoluta y descontrolada, si no se tiene en cuenta la necesaria fraternidad de y entre todas las cosas, esa consciencia de Gaya a la que se refieren algunos. La Fraternidad no es otra cosa que una suerte de pegamento gluónico y al que la humanidad hemos decidido denominar como Amor. Es la fuerza que permite la coexistencia pacífica en un Universo donde tanto la Libertad como la Igualdad no solo son compatibles sino imprescindibles entre sí.

Un Mundo Libre sin Fraternidad es imposible que pudiera ser igualitario, del mismo modo que un Mundo de Igualdad sin límites y sin el auxilio de la Fraternidad sería imposible que pudiera llegar a ser Libre; luego sí es posible considerar a nuestro mundo y nuestras experiencias como un proceso alquímico transformador, destinado a vislumbrar, mediante el proceso de iluminación, la Verdad:

Que pese a que los seres sintientes nos opongamos a creerlo así, la Libertad es algo genético y que mediante la epigénesis, el libre albedrío u acto voluntario fraternal, podemos llegar a ser conscientes de la verdadera falta de jerarquía y donde todos somos absolutamente iguales, desde el virus de la gripe hasta la aparente complejidad de los centros galácticos.

La Libertad es la esencia primordial

La Fraternidad es una opción de la voluntad consciente

La Igualdad es la consecuencia necesaria de haber aunado a la Libertad la fuerza coercitiva de la Fraternidad, el Amor

El que tenga entendimiento entienda


Luzbel