sábado, 1 de agosto de 2015

Perlas del Dragón de Jade (2)

Los ateos siempre tuvieron la razón; pero al revés.

En cuanto a que no existen algún Dios o dioses en el sentido dado por los humanos y que nos ha sido transmitido, durante generaciones, por la teología. El concepto de Dios es una invención humana, del mismo modo que las religiones instituidas en un principio, quizá, para dar algún tipo de sentido a las vidas de nuestros antepasados; pero que terminaría convirtiéndose, con el tiempo, en un sistema de control de masas bastante eficiente.

Bien, los ateos tienen toda la razón del mundo en todo lo antedicho; pero en el resto de sus argumentaciones están completamente equivocados dado que parten de una premisa falsa, ya que no es la materia la que mediante algún tipo de evolución circunstancial termina dando lugar al cerebro y por lo tanto a la mente. Mente que no es otra cosa que el espíritu de los antiguos filósofos griegos. Es justo todo lo contrario; que ese Espíritu, Mente o Energía será la que termine manifestándose de cuasi infinitas formas.

Es decir, el Principio fundamental no es: Materia-Vida-Inteligencia, sino Inteligencia-Vida-Materia; dado que es la Mente, el Espíritu, quien se transforma primero en Vida con el fin de adquirir un vehículo físico de manifestación en los planos de la Materia.

Por regla general se viene equiparando a la Energía con la Materia cuando decimos aquello de la Energía ni se crea ni se destruye, tan sólo se transforma, considerando, entonces, a la propia materia como una entre muchas de las manifestaciones de la Energía; pero que además, esa materia en un proceso de desintegración podría producir ingentes cantidades de energía como sucede con la transformación del Uranio enriquecido. Esto es parcialmente erróneo, en tanto en cuanto la materia solo es, como vimos, una de casi infinitas manifestaciones de la Energía, de la Mente, del Espíritu.

La Mente Global o Cósmica existe desde siempre; es decir, jamás tuvo un comienzo aunque sí es cierto que su manifestación es cambiante y cíclica mediante periodos de tipo senoidal; y es en ese único sentido en el que podríamos hablar de un cierto comienzo, en un determinado punto del periodo así como de un final antes de su vuelta a empezar.

Esa Mente Universal e infinita que lo constituye todo y que es intrínsecamente Energía Pura se manifiesta, de forma general, de forma inconsciente; pero en determinadas circunstancias y de forma muy particular, unas parcelas de dicha inconsciencia toman consciencia de sí mismas así como del entorno o paisaje que conforman.

Es decir, no existe algún guion previo en el que a partir de un determinado instante todo comenzara a ser, existir, con el fin de conseguir, tras algún tipo de transformaciones, mutaciones o evolución, algún resultado concreto aunque desconocido.

No, lo cierto es que todo existe desde siempre y las únicas leyes intrínsecas de este Sistema Eterno son las de la Libertad y el Amor, la Anarquía y la cohesión, las fuerzas centrífuga y centrípeta. Donde más fácilmente podemos comprobar esto es a un nivel cuántico, donde las reglas que los seres razonables nos hemos impuesto resulta que no funcionan, dado que lo que allí reina es el caos y la anarquía, la más pura y original de las libertades. La cohesión que viene funcionando a medida que nos alejamos del nivel cuántico no es otra cosa que, el Amor, apego o natural fuerza de gravedad de la Materia. También podríamos denominar a estas fuerzas como de repulsión y atracción. La Libertad nos impele a alejarnos unos de otros y el amor a juntarnos.

Aunque la cohesión, el Amor, tiende a unir y la anarquía o Libertad a separar; tenemos que tener presente que ese baile cósmico de Shiva se produce en el interior del Sistema. Utilizando la expresión "interior" somos un tanto injustos con la verdad dado que ese Sistema Infinito es autosuficiente y donde el exterior no posee relevancia ni significado alguno; vendría a ser como una inmensa e infinita muñeca matriusca en donde estuviesen contenidas todas las demás.

La lógica y el Sentido común, tan desprestigiados por algunos, nos dice que las cosas no pueden salir de la nada por generación espontánea  y que por lo tanto las cosas o la cosa en sí ha existido, de algún modo, desde siempre, posiblemente en el mundo de las ideas de Platón, aunque no manifestándose en todas las ocasiones del mismo modo o forma, progresivamente aunque sin algún principio o finales imposibles.

Algunos, a esa mente anárquica colectiva y generalmente inconsciente, que son los planos cuánticos; pero conscientes, bajo determinadas circunstancias, conforme se aleja de los planos más diminutos, se lo ha venido a denominar como Dios o jerarquía celestial. Un Dios que por principios físicos y matemáticos ni puede ser justo o injusto, perfecto o imperfecto; menos aún inefable o perfecto y todo poderoso.

Como constituyentes de la Mente Global, sus criaturas somos copartícipes de todas sus características  constitutivas, llámense físicas espirituales o divinas. La Mente Global o Pleroma no es otra cosa que un super conjunto que incluye en su interior infinitos subconjuntos, encontrándose en permanente movimiento y transformación que no evolución o involución; siendo estos últimos términos intrascendentes cuando se trata de entender un proceso que no es otra cosa que un perpetuum móvile que jamás comenzó o se inició.

Esa mente es Amor, posee cohesión, en tanto en cuanto no puede prescindir ni apartar a algún lugar, fuera de ella, alguna parte suya; dado que no habría donde segregarla pues el fuera o el afuera no poseen sentido alguno. Llegados a este punto intentaremos sacar las siguientes conclusiones:

La Mente Cósmica Global, de la que todos formamos parte y estamos constituidos, es infinita y eterna, no habiendo tenido ni un principio ni por lo tanto algún final definitivo; pero se encuentra sujeta a una diferencia de potencial, entre anarquía y cohesión que hace que su movimiento parezca senoidal.

Dentro de la Mente Global o Universal no existe una determinada jerarquía, al menos tal y como la concebimos la humanidad y donde la igualdad de todas sus células es indiscutible por la existencia de la Anarquía.

El tiempo solo tiene un sentido particular en el contexto dado entre dos puntos determinados de un Periodo Senoidal o Revolución; pero visto desde la generalidad del Todo, el tiempo también es irrelevante dado que solo existe un continuo sin un pasado referenciado, por un principio de existencia inexistente dado que siempre existió o de un imposible futuro  al no ser posible algún final definitivo en el que pudiera desembocar el río del tiempo.

Toda la matemática y física humanas construidas a partir de la aceptación del vacío, del cero o la nada es errónea, por principio, dado que parte de la premisa de la existencia de algo que es imposible que pudiera existir y solo suponen un freno para la evolución del pensamiento humano y de las técnicas que puede emplear con el fin de adquirir el conocimiento olvidado o de ponerlo en acción con el fin de obtener resultado prácticos. Esa es la causa de que no se haya alcanzado una Ley general de la física, dado que la física de lo muy grande es incompatible con la física de lo muy chico.

Allá de donde saquemos algo, ineludiblemente, siempre quedará algo, otra cosa, la que sea y que será la que ocupe el lugar desplazado. Allá donde coloquemos algo, este algo habrá desplazado a otra cosa visible o invisible, a la percepción de nuestros sentidos. Es por ello que la construcción física del big bang solo tiene sentido en tanto en cuanto esa explosión primigenia solo fue el comienzo de un nuevo periodo que podría acabar en un big crunch como final de dicho periodo y que éste último fuese el comienzo de su periodo sucesor; es decir un periodo transitorio entre un periodo precursor o anterior y otro sucesor o posterior.

Los físicos y matemáticos actuales, por usar una herramienta imperfecta y errónea son incapaces de entender la existencia del infinito sin acudir a su antítesis de la Nada, del cero, del vacío absoluto; cuando es justo lo contrario; dado que la demostrable existencia del infinito y de la eternidad invalida la posible existencia de lo que no puede existir por propia definición, el vació o la nada. Por lo tanto, para que las ecuaciones de los científicos pudiesen cuadrar deberían rectificar sus herramientas hacia la supresión del cero y de todo aquello que matemáticamente no tuviese dimensión alguna; dado que sin dimensión es imposible la existencia de algo y su filosofía intrínseca lo invalidaría.

El cero no existe pues cero es nada y la Nada no existe ni existió jamás. Es la abstracción por antonomasia. Siempre hay algo por minúsculo o invisible que pudiera resultar. El que exista algo infinitamente grande como la mente cósmica o global, el Pleroma de los Gnósticos, valida la existencia de algo infinitamente minúsculo que invalida la propia inexistencia de algo. Es decir ese algo por muy infinitamente diminuto que sea siempre será algo no nada; es decir, la existencia y la inexistencia son ecuaciones incompatibles y cualquier porción de la mente cósmica universal, por diminuta que sea, no deja de ser otra cosa que eso: La Mente Cósmica Universal.

En un Sistema Cósmico donde prima la infinitud y la eternidad, que sabemos que se manifiesta mediante un movimiento senoidal, es fácil entender que sus ciclos positivos, por ejemplo, serían los responsables de lo infinitamente grande y los ciclos negativos, por ejemplo, los de los semiciclos de lo infinitamente pequeño. Todo esto, visto de forma global, no sería objeto de distinción dado que lo infinitamente grande sería equiparable, en todo, a lo infinitamente pequeño y en consecuencia podemos deducir que en ambas partes, como en un modelo holográfico, se encontraría al completo la totalidad de la Mente Cósmica Global; es decir, ambas partes serían intercambiables. En un hipotético caso, cualquier Universo infinitamente grande pasaría a ser infinitamente pequeño y el pequeño, al instante, quedaría transformado en infinitamente grande.

Por otro lado, ese Pleroma de los gnósticos, de grandísima influencia del pensamiento platónico, no podemos decir que pudiera ser ese Dios desconocido padre de todas las religiones monoteístas, dado que no hablamos de un Ser o Entidad consciente, super consciente, mejor dicho, y plenipotenciaria y perfecta en todo asunto, sino que se trata de algo más bien similar a lo que se viene denominando como Madre Naturaleza o el panteísmo Spinozista.

Una Mente cósmica que no es buena ni mala y que actúa, generalmente, a prueba y error y particularmente, en ciertos casos, de forma consciente gracias a sus células despiertas y que solo se rige por las dos fuerzas intrínsecas que la mantienen en un perpetuo movimiento eterno, la de cohesión o del Amor y la anárquica o Libertad. Entre esas células de la Mente global despierta nos encontraríamos la humanidad con capacidad de realizarnos preguntas existenciales.

Es por dicha causa que, aunque los ateos tengan toda la razón del mundo de atestiguar que no existe algún dios, en el resto de sus apreciaciones se encuentran completamente extraviados dado que parten de esa premisa falsa, la filosófica del materialismo a ultranza: De que la Mente y por lo tanto la consciencia son una evolución lógica del proceso de evolución material; cuando la realidad es justamente la contraria; dado que es la Mente, el Espíritu de los Filósofos, quien organiza la materia dándole vida con el fin de poder manifestarse y tomar consciencia de sí, de su entorno e incluso de la globalidad del Ser al que pertenece y es.

Los Físicos conocen bien que la materia y por lo tanto la vida es un subproducto de la intangible energía que hace intentos por manifestarse en todos los rincones del Cosmos; es decir, la Energía es el Cuerpo Invisible de la Mente Global Universal; es decir del Pleroma.

Si a eso, algunos, lo quieren denominar como Dios están en su derecho; pero es un craso error. Dios, los dioses no existen y solo viven en la fantasía de la mente del Hombre. Esa Mente Global que somos nosotros mismos no se la puede denominar por infinita e inabarcable.

Espiritualidad sí, religión y dioses no. El problema surge cuando los grupos espiritualistas asumen para sí mismos los conceptos erróneos de su Madre la Religión, en una especie de vocación sincrética ideada, no cabe duda alguna, para intentar caer bien al mayor número de personas.

El verdadero espiritualismo es filosofía pura e intenta despertar, en cada ser humano, a su único y verdadero maestro interior sin imponerle reglas, doctrinas y dogmas que no podrían ser asumibles por quienes, como la especie humana, llevamos en nuestro interior, aunque de forma dormida, la plena naturaleza de la Mente Global Universal constituida de las dos fuerzas más poderosas del Universo: El Amor y la Libertad propias de un Librepensador.

Quien tenga entendimiento entienda


Luzbel