sábado, 23 de agosto de 2014

El fanatismo de la demonología

-¿Qué entiende usted por legión?; -¡Demonios, claro!; -¿Eso es Usted?

(Preguntas realizadas al Autor, mediante un Mensaje Privado)

En otros momentos hemos hablado sobre el hombre, los ángeles y los demonios. Algunos genios importantes, como Shakespeare, pensaban que el Infierno estaba vacío porque todos los demonios se encontraban en nuestro Mundo en forma de seres humanos.


Los ángeles y demonios, arcontes o legisladores de los gnósticos, no son otra cosa que las fuerzas de la Naturaleza. Si las entendemos y nos colocamos a su favor, esas fuerzas son benéficas y las denominamos ángeles; si por el contrario, actuamos de forma ignorante y rebelde no nos serán propicias y las denominaremos demonios.

Ahora bien, ¿Esas fuerzas de la Naturaleza, cuyo fin principal es mantener estables los pilares del Universo, pueden tomar forma y aspecto corporales?

Al contrario de lo que supone la angelología, los verdaderos ángeles y los verdaderos demonios, son una misma cosa que solo depende del resultado de sus acciones y no poseen un cuerpo antropomórfico, al contrario de cómo se los ha pintado en la iconografía religiosa.

Pero sí, estáis en lo cierto, esas Fuerzas detentadoras del poder temporal en nuestro Mundo no son conscientes hasta que poseen a ciertos individuos, de diferentes especies vivas, y cuyos Espíritus propios se encuentran, literalmente, en un estado de profundo sopor.

¿Con eso queremos decir que el Ser Humano es el Cuerpo físico en que están encarcelados los ángeles y los demonios? Evidentemente que no; pero si nos encontramos sumidos en un profundo sueño, podremos ser objeto de manipulación por esas entidades energéticas, cuya inteligencia es artificial y fuera programada por sus creadores en el principio de los tiempos.

Los ángeles y los demonios actúan por simple instinto de conservación programado y es un error común el dotarles de sentimientos y personalidad humana; ahora bien, cuando poseen a los humanos dormidos pueden aparecer como las entidades más bellas del mundo, enviadas por el Creador, o como las más horribles y odiosas, enviadas por el Maligno, dependiendo del papel que les toque representar de cara al mantenimiento del Status Quo.

Las guerras, las matanzas, los asesinatos, las torturas inquisitoriales, son promovidas por las mismas fuerzas esotéricas que también nos alimentan, nos proporcionan calor y nos mantienen, como especie biológica, vivos y activos.

Si el Ser Humano despertase a esta Verdad y no se dejase manipular por estas fuerzas ciegas de la Naturaleza y que, como hemos dicho, fueran programadas por nosotros mismos, en el comienzo del alzado del Telón del teatro del Mundo, con mucha probabilidad, la Vida en nuestro mundo podría ser más digna y soportable.

No, Querido Amigo, contesto a su pregunta. Ni usted ni yo somos una legión de ángeles o demonios; pero podemos portarnos como tales si aún no hemos llegado a tomar consciencia de nuestra verdadera situación en el Cosmos, y consentimos en ser poseídos por las fuerzas arcónticas para llevar a cabo sus funciones de técnicos de mantenimiento del Sistema.

El único modo de saber que somos nosotros quienes tenemos el control y no otra Cosa, es actuando con Amor, de forma desinteresada en favor de nuestros semejantes y mostrando la vereda de salvación, cuando creamos conocerla, a quienes nos rodean, a nosotros mismos, como una única Comunidad, como una única Unidad vital.

Creer en los demonios nos conduce al fanatismo de la demonología y a realizar las más inverosímiles atrocidades con el fin de combatirlos; pero entendamos que esas fuerzas demoníacas no tendrán poder si no les damos cabida en nuestras vidas y, fundamental, si dejamos de creer en ellas. Solo con la simple creencia ya las alimentamos y engordamos dentro de nosotros mismos.

Nosotros no somos ángeles ni demonios; pero podemos comportarnos como tales si dejamos que las legiones del Príncipe de este Mundo nos posean.


Aralba