miércoles, 7 de mayo de 2014

El Concepto erróneo de los gnósticos primitivos

Los gnósticos siempre han estado en posesión de un conocimiento iniciático ancestral; pero adolecieron de la prepotencia de considerar que su conocimiento era pleno, completo. Esto siempre fue así debido a la intoxicación derivada de las propias religiones donde nacieron dichos movimientos.

Digamos que el verdadero conocimiento se encuentra en el Libro de la Naturaleza, inscrito a fuego en nuestro propio código genético; pero claro está, ellos nada sabían de genes, ADN ni código genético alguno y basaron, sus construcciones intuitivas, sobre basamentos, cimientos, ya construidos, con anterioridad, por otros.

El verdadero problema de los gnósticos consistió en creer que el Tiempo es amo y señor tanto en el Cosmos visible como en los planos superiores, donde supuestamente moran Dios y las criaturas angelicales, en lugar de considerar que el tiempo es un mero concepto ideado por el Ser Humano para hacer más práctica la Vida, como el dinero. La Gnosis cristiana surgió en un ambiente monoteísta, el Judaísmo y el Cristianismo, donde la creencia en un solo y único Dios es algo incontestable, que no se puede discutir.

Luego entonces, la Creación del Cosmos solo podía provenir de un Dios Primigenio todo poderoso y omnisciente. Una Entidad primera de la que emanó todo lo existente, en un proceso jerárquico o piramidal. Primero tomar consciencia de su propio Ser, luego las jerarquías, también el Mundo y por fin el Hombre, la Especie Humana; pero la cosa no es así en absoluto. Ese Dios Primigenio incontestable tan solo es otra invención del Hombre. Nunca existió. No existe. Lo que existe, lo que siempre ha existido es la Plenitud de lo Absoluto. La Mente Cósmica.

El intentar explicar un proceso anterior a la constitución del Pleroma es inútil, dado que el Pleroma, como tal, nunca fue constituido por primera vez y ese Dios omnisciente y omnipotente solo cabe en la mente de los seres inteligentes que se encuentran sujetos a un proceso cíclico de vida y de muerte, como es nuestro caso.

El Pleroma, donde moran los eones, vendría a ser como un inmenso océano esférico y tridimensional cuyo centro se encontrase en todas partes; es decir sería infinito y sin dimensiones medibles. Los únicos habitantes del Pleroma son los eones, que no dejan de ser otra cosa que células infinitesimales dentro de la Plenitud del Todo, a modo de neuronas dentro de un gigantesco cerebro, sin existir espacios huecos o vacíos entre ellos; por lo tanto, el considerarlos a modo de esferas es algo irrelevante e insustancial que tan solo nos puede servir para imaginarlos de algún modo.

Cada uno de los eones que moran en la Plenitud se encuentra desde siempre, nunca dejaron de estarlo, en una actividad constante. Cada Eón es el origen de infinitos planos de manifestación que se van turnando, relevando, de forma cíclica, sin que hubiese habido, alguna vez, un comienzo y sin que haya alguna vez un final.

El problema perceptivo del Ser Humano es debido a que se encuentra dentro de un plano espaciotemporal, desde su nacimiento hasta su muerte y la historia que puede transmitir a sus herederos son sus propias experiencias dentro de un mundo sujeto a una bipolaridad constante. Si pudiera recordar lo que hubo antes del mundo en el que vive ahora, podría mostrar otra supra cosmología diferente; pero no es el caso pues la Personalidad no tiene acceso a dicha Memoria Ancestral; no obstante, según nuestros conceptos finitos, tan incoherente es pensar en un Pleroma eterno como en un Ser Primigenio eterno y origen de todo lo existente.

En este tonto fallo no han caído solo los gnósticos del pasado sino también los teósofos de su futuro y ese error de concepción ha llegado hasta nuestros días; es decir: Si queremos acercarnos, algún día, a la Verdad vayámonos olvidando de que hubo alguna vez un principio de algo y, por lo tanto, de que algún día podrá existir su final natural.

Digamos que el Pleroma, la Totalidad de lo existente, está constituido de una sola Materia: Mente, Inteligencia, no potencial, sino en permanente actividad. No hubo un comienzo de su actividad, un descubrirse a sí mismo de un Ser Todo Poderoso. Nunca hubo una potencialidad latente. El Movimiento emanador, o creador si se quiere, ha sido permanente desde siempre hasta siempre. No existe algún final, solo permanente transformación.

Nuestro Cosmos espacio temporal está incrustado en una especie de burbuja cuya membrana no es otra que los límites espaciales del propio Eón o Célula pleromática y que está colindante con las membranas de otros muchos eones vecinos. Todo lo que existe en las creaciones cósmicas eónicas no es otra cosa que la propia materia de los eones; pero invertida; es decir dado que los cosmos no son otra cosa que burbujas establecidas dentro de los propios eones, mediante un hecho conocido como implosión singular (De Singularidad); todo lo que existe en dichos cosmos es de polaridad opuesta; es decir antimateria.

Para nosotros que vemos las cosas desde el interior, el otro lado, nos parece que lo que nos rodea es materia y que la antimateria es lo otro, lo que la ciencia vienen buscando y que alguna vez se ha localizado, efímeramente, gracias a los colisionadores de partículas; pero en realidad, visto desde la eternidad del Pleroma y de sus habitantes, los eones, la verdadera materia es con la que todos ellos están constituido; son sus creaciones espaciotemporales, con leyes probablemente divergentes en cada una de las emanaciones o creaciones pleromáticas, las que poseen una consistencia anti material o reflejo de la Materia Primordial.

Todas las células, inteligentes o no, desde un punto de vista miope propio de nuestra naturaleza, aparentemente finita, no dejan de ser más que un reflejo de la verdadera Inteligencia del Eón que nos ha formado y en donde habitamos. Por decirlo de un modo simplón vendríamos a ser un Sueño de nuestro Eón.

Ese ha sido el principal error de todos los movimientos gnósticos del pasado, creer en la Existencia de un Dios benigno primigenio y en la de un semi-dios maligno, tonto o estúpido que diera lugar al mundo de la maligna Materia, cuando todo es mucho más simple que todo ello. Formamos todos,  parte de una recreación imaginaria dentro de una súper mente infinita, por el Pleroma, y eterna por la propia esencia del mismo Pleroma y de la Célula eónica.

Por lo tanto, es absolutamente irrelevante el adorar a una supuesta Entidad Primigenia inventada por el Ser Humano y que en realidad jamás existió como la imaginamos, así como el lamentarnos por la existencia de una entidad maligna que busca nuestro castigo y que sea llamada de cualquier modo: Demiurgo, Arimán, Satán, Jehovah, etc., etc.,

Somos antimateria y anti consciencia reflejo de la verdadera materia y de la verdadera consciencia del Eón del que formamos parte inmanente. Nuestro Cosmos se formó por una singular implosión dentro del Eón y que dio lugar a la burbuja en forma de explosión que es el Cosmos. Asimismo; pero a la inversa se desinflará la Burbuja: Mediante una implosión singular del Cosmos y que provocará una explosión dentro de la frontera celular del Eón. Todo el Cosmos que conocemos no es otra cosa que un reflejo anti material de la verdadera materia que habita en el Pleroma y sí, es cierto que los cosmos creados por otras muchos eones poseen una influencia inducida sobre el nuestro del mismo modo que nuestro Mundo influye electromagnética y gravitatoriamente en el de ellos.

Por lo tanto, no está mal utilizar las ideas antiguas, surgidas de la intuición de los grandes pensadores, como punto de partida para continuar con la búsqueda de la Verdad; pero nunca enquistar, voluntariamente, dichos conocimientos haciendo imposible que se pueda seguir andando el camino; porque actuando así vendría a ser como calzarnos con unas botas de plomo que nos impedirían dar un solo paso. Es decir, nos inmovilizaría. En realidad es lo que trato de indicar, que nos encontramos inmóviles en la Búsqueda por culpa de idolatrar a los avatares que nos precedieron y eso les sucedió a los gnósticos y les sucede, hoy en día, a la mayoría de las escuelas que buscan la verdad. Mientras antes seamos conscientes de ese error y de que nosotros somos tanto los buscadores como los propios maestros, antes nos descalzaremos las botas de plomo que nos impiden progresar en el Camino hacia el regreso a Casa, nuestro verdadero Hogar Celeste.


Aralba