martes, 4 de noviembre de 2014

A vueltas, de nuevo, con los extraterrestres


Están entre nosotros

Desde el propio instante en que consideramos que la Tierra fue sembrada de vida, mediante la panspermia, ya estamos indicando que en este Planeta no hay nada que sea aborigen. Desde la más primitiva ameba hasta su elemento “más evolucionado” el Ser Humano, somos extraños a este Planeta, la Tierra, que nos ha servido como útero provisional.

“SOMOS EXTRATERRESTRES”, es algo que debemos asimilar profundamente y que nuestro destino, como especie extraterrestre, no está en permanecer pegados a las faldas del útero que nos dio la vida y; va siendo hora de que fijemos nuestra mirada en las lejanas estrellas que parpadean en nuestro cielo nocturno. Esto debe de ser así para que podamos proseguir con nuestro Programa Genético de difundir la Vida y la Inteligencia en todos los rincones del Universo.

De momento, la mayoría, nos encontramos ciegos a esta Realidad: Que no podemos permanecer con nuestra madre adoptiva, la Tierra, de forma permanente e indeterminada. Va siendo hora de que reconozcamos cual es nuestra misión y la abandonemos, con mucho amor, respeto y agradecimiento, de forma definitiva.

Los que nos quedemos aquí, con ella, estaremos condenados a desaparecer cuando dé sus últimos estertores. Porque todo lo que nace, tras cumplir con su función, debe morir. La Tierra ya cumplió con su función de incubadora de la Vida y de la Inteligencia que nos haga proseguir, en el Cosmos, con nuestra misión programada, ya indicada.

Toda la Vida está hermanada, pues la Evolución no deja de ser más que un Programa realizado para que partiendo de componentes biológicos muy básicos pueda llegar a tal complejidad que permita la existencia de la inteligencia primero y del cumplimiento de un Destino previamente programado, mucho antes de que la primera ameba apareciese en los océanos de la Tierra.

Pero además, nuestra Mente, nuestro Espíritu, es doblemente extraterrestre pues ni tan siquiera pertenece a este Universo. Sí, es la Mente inmaterial la que ha programado que la materia tome forma y movimiento para después colonizarla y así poder manifestarse y cumplir con un objetivo mucho más desconocido, complejo y digamos que siniestro.

Es nuestra mente, la Mente Humana, llámenla Dios si lo desean, la que ha construido, seguimos construyendo, este Mundo y este Universo tal y como lo conocemos; pero también será esa Mente quien deba destruirlos para que surjan tierra nueva y cielos nuevos. Porque lo corrupto dará lugar a lo incorruptible y lo mortal y cíclico a lo inmortal y eterno.

Es necesario que busquemos la Vida en otros mundos de este Universo porque hallarla será como encontrar a nuestros hermanos. Es inútil que busquemos una Criatura igual o parecida a nosotros y que nos haya diseñado porque el Diseñador, el Gran Arquitecto, en este Mundo, es espiritual y no posee un cuerpo determinado. El Gran Arquitecto mora en todo lo existente y en nuestro corazón, en el seno de cada una de nuestras células, porque el Arquitecto es el propio Programa bajo el que la Vida se formó y que propició que la Inteligencia se manifestara.

Recuerden: Ellos, somos nosotros.

Aralba

domingo, 2 de noviembre de 2014

Jode-mentes


Los peligros de la Contra-Iniciación

Este sarcástico; pero simpático apelativo fue creado por el irónico escritor Robert Anton Wilson, antiguo director de la Revista Play Boy, coautor de la surrealista y psicodélica trilogía Illuminatus y autor de la otra célebre trilogía, sobre los supuestos Illumiati, El Martillo Cósmico.

Con Jode-mentes él se refería al método utilizado para forzar la apertura de la mente hacia planos de manifestación superiores y que era utilizado por la O.T.O. y otras organizaciones Iluministas, rosacruces y templarias, bajo una rígida supervisión científica y conocida como Iniciación.

Del mismo modo que un practicante de Kárate no se hace cinturón negro con un solo año de prácticas de dicha Arte Marcial, tampoco un buscador de la Iniciación se convierte en un Adepto de una sola vez tras haber pasado un primer paso iniciático. Es un proceso progresivo, aunque radical, que pretende abrir una puerta hacia otros mundos y que, en la actualidad, la generalidad de las personas no pueden ni tan siquiera intuir su existencia.

Pocos son los que saben que la espiritualidad se consigue con un esfuerzo semejante al que es necesario para convertirse en un ser inteligente o adquirir fortaleza física. Un culturista adquiere masa muscular a base de forzar sus músculos hasta un punto en que se producen micro rupturas en sus músculos y que el organismo, inmediatamente, va complementando con nuevo tejido orgánico; así y de forma progresiva, rompiendo y rellenando con nuevo tejido muscular se van desarrollando los músculos y la fuerza del atleta. A parte de la inteligencia innata que todo ser humano posee la inteligencia, en sus múltiples facetas, también puede desarrollarse con el esfuerzo intelectual, un esfuerzo que produce calor e incluso puede llegar a provocar migrañas porque dentro de nuestro cerebro se producen roturas neuronales y nuevas interconexiones con neuronas de nuevo cuño.

La Iniciación espiritual consigue eso mismo colocando al sujeto en el filo de la navaja, poniendo a prueba su Fe y Valentía. Fe en que realmente siente que existen esos portales y esos otros mundos que sus limitados sentidos le impide poder observarlos y Valentía porque tiene que estar convencido que el desarrollar esos nuevos sentidos de observación e interactuación en los planos espirituales no le va a suponer ningún daño o retroceso evolutivo, al menos irreversible a medio o largo plazo.

Existen varias concepciones erróneas de entender cómo funciona la Iniciación. Algunos consideran que un ritual es innecesario y que ésta solo puede producirse de forma interna, por un proceso natural y progresivo. Otros que el solo hecho de pasar por un ritual iniciático les da el poder y la visión de los mundos internos y que por medio de una especie de autosugestión, el Iniciado puede observar lo que otros no pueden; pero eso solo es fantasía de la mente y que lo más lejos que nos puede llevar es hacia un sanatorio psiquiátrico. El primer caso nos lleva a sentirnos como eternos alumnos que no terminan de aprender nada, dependientes siempre de los que consideramos nuestros maestros y en el segundo a considerarnos poderosos adeptos sin, en realidad, serlo en modo alguno.

La Iniciación, ese proceso Jode-mentes del que venimos hablando, es un proceso científico en el sentido de que debe realizarse en un sitio controlado y dirigido por gentes iniciadas, preparadas, y que conocen los peligros y la delicadeza del proceso porque del mismo modo que por un ejercicio descontrolado, en lugar de crearse nueva masa muscular se puede producir una lesión muscular o por un inapropiado ejercicio intelectual se puede terminar en manos del psiquiatra, así el desarrollo espiritual no es ningún juego que pueda o deba tomarse a la ligera pues sus consecuencias adversas podrían ser terribles.

La Iniciación es un conjunto de procesos tanto externos como internos y que pueden darse conjuntamente en el proceso de un ritual en una Logia, dirigida por personas preparadas de forma científica, o producirse de forma progresiva a partir de varias iniciaciones ritualistas; siendo por ello por lo que, de forma generalizada, como en las artes marciales existen diferentes grados en el Proceso Iniciático para que la ruptura que debe realizarse con el Plano físico no sea una ruptura radical e inmediata sino indolora y progresiva con el fin de que nuestras mentes puedan ir adaptándose a la nueva situación casi sin darnos cuenta.

Visto, más o menos, dentro de lo poco que podemos decir acerca del Proceso Jode-mentes; ahora podemos intuir lo peligroso que resulta que estos métodos, de poner al neófito o iniciante ante el abismo de lo desconocido, queden en manos de gentes que ni saben de qué verdaderamente se trata, ni de los peligros que supone utilizar de forma incorrecta determinadas herramientas mentales y espirituales y que están íntimamente relacionadas con procesos mágicos.

No nos cansaremos de repeir que la verdadera Iniciación se produce mediante psicodramas en un entorno controlado, cerrado y sujeto a la supervisión de personas expertas que ya han pasado, previamente, por dichos procesos y que conocen los peligros por los que ellos mismos pasaron y a los peligros que el neófito deberá de enfrentarse.

La Contra iniciación es exactamente lo contrario; es decir, lo mismo pero impartido por charlatanes en lugar de verdaderos maestros iniciados y científicos del Proceso, que no tienen verdadera idea de lo que se traen entre manos. Gentes que pueden haber obtenido, de forma ilícita, muchos grados elevados; pero que sin embargo no han pasado efectivamente por ellos siendo un peligro tanto para ellos mismos como potencialmente para todos aquellos incautos que pudiesen caer en sus inexpertas manos. Charlatanes que, por otro lado, se consideran verdaderamente iniciados y en poder de alguna fuerza mágica y que ensoberbecidos llevan a sus pupilos hasta los pozos sin fondo de los olvidaderos del bajo astral.

¿De qué modo podemos saber si nos encontramos ante un Maestro o un auténtico charlatán? La Humildad, tan fácil como eso. El Maestro jamás hará ostentación de títulos de ningún tipo, ni de poder mágico alguno; pero además nos pondrá en guardia de los peligros que supone dar los pasos iniciáticos; pero no en el sentido de meternos el miedo en el cuerpo sino de que seamos prudentes, silenciosos y discretos.

Piense el lector que la Iniciación, sin exagerar, vendría a ser como vaciar la mente del postulante y volver a llenarla; de ahí el término jocoso de Robert Anton Wilson de Jode-mentes. Si ese Proceso se desarrolla de forma paulatina y siguiendo unas pautas ya conocidas, el peligro de romper algo irreversible por descuido es prácticamente inexistente y podremos cambiar la piedra bruta de nuestra mente por la piedra pulida y ennoblecida de nuestro espíritu y así habremos construido nuestro Cuerpo Alma; pero si por desgracia caemos como incautos bajo el poder de la Contra-iniciación, estaremos condenados a convertirnos en piedras de tropiezo para el resto de la humanidad y terminar como locos en algún olvidado psiquiátrico.


Aralba