miércoles, 25 de diciembre de 2013

Moral Rosacruz


Tras haber impartido una Conferencia sobre la Influencia de la Rosacruz en la Masonería Escocesa, se nos acercó un Venerable Masón de un alto grado del Rito Escocés antiguo y aceptado y nos solicitó realizar un Trabajo con el Título de esta reflexión. Por lo que veis, no pude decir que no y dada la complejidad y extensión del Trabajo, decidimos realizarlo en varias partes con el fin de que una porción de él pudiese ser expuesta a todo el mundo.

Dado que este es un Blog que está abierto al mundo Profano, es decir no Iniciado en los misterios de la masonería, aquí no se encontrará ningún secreto o misterio desvelado que pueda estar al alcance de su comprensión. Por otro lado, queremos declarar que no hemos accedido a alguna información interna de la Fraternidad masónica, debida a algunos de sus múltiples divulgadores, léase Albert Pike con su Moral del Rito Escocés antiguo y aceptado o del Manual del Caballero Rosacruz de Aldo Lavagnini; pero tampoco de la mucha y variada información que se encuentra dispersa en el global mundo de Internet.

Dicho esto, el lector u oyente deducirá que lo que a continuación se expone es fruto de un Trabajo particular, aunque de muchos años de experiencia e investigación y que cualquier similitud con los símbolos y filosofía del Grado masónico, del mismo nombre, es pura coincidencia o ¿No? Esto será así no porque hayamos leído gran parte de la literatura al respecto, que también, sino porque la Verdad aunque se vista con ropajes de diversos colores siempre es única e identificable.

Que el origen de la moral Rosacruz viene del Cristianismo, es algo incuestionable y que nadie, con un mínimo de sentido común e información, se atrevería a discutir; pero ¿Acaso tiene que ver con alguna de las religiones o creencias que llevan dicho apellido? En absoluto. Cuando hablamos de Moral Rosacruz nos estamos refiriendo a una moral humanista cuyos orígenes más cercanos se encuentran en el verdadero y primitivo cristianismo y no en las múltiples confesiones que, de un modo u otro, han venido surgiendo, desde su origen, como la estela de polvo de un cometa.

Cuando hablamos de Moral ¿A qué nos estamos refiriendo?, Acaso, a ¿No fornicar, no fumar, no beber? También; pero es curioso que el común de los mortales cuando escuchamos la palabra moralidad, lo primero que se nos viene a la cabeza son esos burdos términos despojados de su más amplio contexto. Quizá sería interesante que contemplásemos la jerarquía moralista en su concepto más Pleno: El Amor.

Dentro del Término Amor, entra toda la jerarquía de la verdadera Moral Cristiana y, por consiguiente, también la Rosacruz. Pongamos algunos ejemplos basados en los términos mencionados con anterioridad. La Fornicación siempre es inmoral, no porque se trate de un acto sexual fuera del matrimonio o cargado de epítetos no reconocidos por alguna religión establecida, por ejemplo la homosexualidad u otros juegos sexuales innombrables, sino porque se prostituye la sexualidad a cambio de algún beneficio egoísta fuera del entorno del Amor:

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

1ª de Corintios 13:4-7 

Como vemos, en este pasaje del Nuevo Testamento, se nos muestran los conceptos morales que determinan al Amor verdadero y que nada tienen que ver, al menos de forma directa, con actitudes físicas. Es decir Fornicar es inmoral no por el hecho en sí de realizar el coito de un modo establecido, de forma oficial, o no, sino porque nos dañe a nosotros mismos o a nuestros semejantes. Fumar no es inmoral per se sino porque perjudica a nuestro Cuerpo y que no es otra cosa que el Templo del Santo Espíritu. Del mismo modo, beber productos tóxicos, drogarse o flagelarse son inmorales porque estamos perjudicando a nuestro Cuerpo físico y por lo tanto al Templo del Extraterrestre que conocemos como el Espíritu Divino del Arquitecto de los universos y que nos fuera insuflado en los comienzos de la Creación. 

La Impaciencia es inmoral porque nos perjudica a nosotros y, por ende, a la persona que esperamos. 

La Indiferencia es inmoral porque nos llena de flema perjudicial para nuestro organismo y del mismo modo perjudicamos a aquellos contra los que no dirigimos nuestra bondad o buenos sentimientos. 

La Envidia es inmoral porque nos corroe internamente y nos hace enfermar; pero además, porque va dirigida a alguien o algo que también resultará perjudicado. 

La Soberbia y el Orgullo nos deja en ridículo ante la mirada de los demás y por lo tanto también nos es perjudicial; pero del mismo modo, supone un mal ejemplo que, cual enfermedad, intoxicará a nuestros semejantes.

La Rudeza, falta de tacto, es inmoral porque nos hace actuar de forma caótica e incontrolada, perjudicando, del mismo modo, a las personas a las que nos dirigimos de dicha forma.

El Egoísmo es inmoral porque incumple el principal mandamiento de Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El Egoísmo siempre está teledirigido por la ignorancia de la principal Ley Universal de que Todos somos Uno y que si solo buscamos el beneficio particular, con total seguridad, estaremos perjudicando a terceros y por lo tanto no cumplimos con lo más esencial del Amor.

El Enojo es inmoral porque hace que la racionalidad sea sustituida por la irracionalidad y, con total seguridad, nuestros actos dirigidos por dicha cualidad negativa nos perjudicará tanto a nosotros mismos como hacia quienes dirijamos tan fatuo sentimiento.

El Rencor es inmoral porque actúa en nuestro organismo y en nuestro entorno como un cáncer o un ácido que corroe todo  cuanto toca, incluida la gente más cercana o la gente que pueda ser influenciada a media o larga distancia mediante nuestros trabajos, sean estos cuales fueren.

La Maldad, su disfrute, es inmoral porque está engendrada por la más sublime de las ignorancias: La maldad siempre se vuelve contra quien la produce, recayendo sobre nosotros mismos las nefastas consecuencias de forma multiplicada; pero, además, mientras tanto habremos perjudicado, quizá de modo irremediable, a otras personas que jamás, de ningún modo, serán merecedoras de nuestra inconsciencia.

La Mentira es inmoral porque es una asesina en el Mundo de los deseos y nos perjudica tanto a nosotros como al resto de la Humanidad. Una Mentira se expande como la pólvora y crea un negro manto que impide que los demás puedan acceder a la Verdad y beneficiarse de ella. Cuando mentimos también nos mentimos a nosotros mismos y creamos un egrégor artificial que, en muchas ocasiones, es capaz de suplantar, con mucha verosimilitud, a la Verdad equivocándonos a todos el camino a seguir.

El no perdonar es inmoral porque nos impide deshacernos de los lastres que nos atan al lado oscuro de la existencia y arrastramos, con nosotros, a la gente que nos rodea así como a los afectados, de forma directa, dado que quedan enganchados, de por vida, a nuestro fatuo destino, impidiendo que puedan seguir su camino con libertad.

La Incredulidad es inmoral, porque presupone que nuestro interlocutor es un mentiroso y estamos transmutando una posible verdad en mentira, convirtiendo nuestro sentimiento en un asesino de los planos internos. Es preferible creer una supuesta mentira, sin que seamos su correa de transmisión, a negar una posible evidencia por nuestras falsas creencias o prejuicios infundados. Cuando dejamos de creer a nuestros semejantes no solo los perjudicamos a ellos, dado que se sienten como si de mentirosos se trataran sino que nosotros mismos nos mutilamos al no aceptar una verdad escondida y, de dicho modo, jamás podremos conseguir llegar hasta la verdadera Fe de la Gnosis o Conocimiento de la Verdad.

La Desesperanza es inmoral porque nos cierra puertas que nos podrían conducir a la vereda de la Verdad; pero además, dicho sentimiento, lo reflejamos en los demás impidiendo que ellos pudieran acceder a la esperanza de un nuevo mundo, de una nueva vida, de un nuevo amanecer, de un nuevo proceder y de un nuevo Ser. 

El darse por Vencido es inmoral, dado que solo muestra indolencia y falta de coraje ante las vicisitudes de la Escuela de la Vida. El no soportar las inclemencias de la existencia nos convierte en seres débiles y en los que no se puede confiar y por lo tanto, de forma indirecta, estamos perjudicando a todos aquellos que nos conocen, porque la pereza es contagiosa y si tú no eres capaz de soportar las pruebas, tus semejantes podrían pensar que dichas pruebas son insalvables, pensando que si tú no puedes ellos tampoco podrán. Cada uno es Líder de sí mismo y de los demás. Somos el Espejo donde nuestros conocidos se reflejaran y si poseemos ciertas cualidades morales; pero carecemos, o no nos queremos investir de algunas otras, no poseeremos el Amor en su totalidad y la inmoralidad tendrá un hueco por donde introducirse y poder medrar hasta destruirnos de forma total.

La Moralidad Rosacruz no presupone una determinada creencia religiosa, dado que el verdadero humanismo cristiano, donde fuera forjada, nada tiene que ver con las religiones, que mediante la manipulación la intentan controlar y encauzarla hacia sus no claros objetivos, sino con la misma esencia del Ser Humano.

Así como la Pasión reside, simbólicamente, en nuestros genitales y la mente o el pensamiento en nuestro cerebro, la moralidad; es decir, el Amor, tiene su sede en el ventrículo izquierdo de nuestro Corazón. La Rosa Roja que reside en el centro de la Cruz, representación del Cuerpo humano, no es otra cosa que eso; pero además, tanto las pasiones como el pensamiento tienen connotaciones de género, dado que los genitales como el cerebro no son los mismos en el sexo masculino que en el femenino; sin embargo, el corazón carece de género y puede ser transplantado de forma indistinta. ¿Qué queremos decir con esto?

En el Árbol de las Sephirot, conocido también como el Árbol de la Vida, tan íntimamente relacionado con la Cábala, existen tres vías de acceder a la Iniciación, al Conocimiento, a la Gnosis, la Verdad; pero que deben de converger en una sola Kéter, la Corona, el Pleroma: la Vía del Pilar derecho de la Misericordia regida por la Sephira Jojmá, el Gran Padre, la Vía del Pilar izquierdo de la Severidad regida por la Sephira Biná, la Gran Madre, y la Vía del Pilar central o del equilibrio regida por la Sephira Tiféret, el Hijo de ambos.

La Sephira Tiféret, en el Microcosmos, es la sede del Corazón, así como Biná es la regente de la genitalidad, el nacimiento y la mortalidad, y Jojmá la regente de la racionalidad, la razón y la comprensión. Solo el Hijo de ambas puede equilibrar los opuestos y ese cometido, tradicionalmente, ha sido encomendado al Corazón, Tiferét, el Hijo, el Cristo por nacer en forma de Chispa Divina.

Vemos, con claridad, que los pilares opuestos poseen connotaciones sexistas; pero el pilar central vendría a ser andrógino conteniendo las mejores cualidades de ambas vías. La Tradición Rosacruz siempre incorporó su misión en la Sephira Tiferét, donde los sexos no tienen algún valor, dado que están asumidos; por lo tanto es una Vía habilitada para la humanidad en su conjunto, tanto varones como mujeres y ahora yo, mis queridos amigos y hermanos, me hago y nos hago una pregunta: ¿Si la Vía Rosacruz es un camino andrógino, libre de sexismo, como podrían acceder las hembras de nuestra especie, si el Camino que conduce hasta dicho Grado fuera exclusivamente masculino? Esta es la más importante razón de peso que nos muestra que el Camino Iniciático de los maestros constructores debe de ser un camino no excluyente y abierto tanto a los varones como a las mujeres.

De hecho, desde que el Mundo es Mundo, se ha imbuido en nuestra consciencia colectiva que el varón siempre ha sido más racional y que los sentimientos eran patrimonio casi exclusivo de la femineidad y los sentimientos ¿Dónde moran, en la literatura, los sentimientos? : En el Corazón. El Rojo Corazón es el punto central de la Cruz del Ser Humano, donde convergen la pasión de Maljut y la Mente de Kéter. Cristo es el único mediador, el redentor que permite que la mente divina pueda interferir, manipulando la materia para que se produzca una verdadera transmutación positiva, conocida por algunos como evolución. La Moral, en su conjunto, son el sumatorio de características cuya totalidad conforma el Amor que predicaran los primitivos cristianos; pero que también había sido expuesto en la antigua filosofía de los griegos, en el seno de Jasidismo israelí o en el sufismo ismaelita islámico, entre otros.

Durante la época de las cruzadas, los templarios realimentaron su misticismo con esas enseñanzas que potenciaban, en su primitivo esplendor, al Cristianismo que decían defender. Ese Cristianismo herético fue reintroducido en Europa de mano de Bogomilos, Cátaros o Albigenses, Hugonotes y Valdenses hasta minar, de forma irreversible, la religión Católica del antiguo Estado Romano y dando lugar a la Reforma Protestante. Bajo el amparo de la sangrienta Tormenta Religiosa, surgieron los rosacruces que siempre predicaron la Vía del medio, del Misticismo, del Amor, de la verdadera Moral y su ígnea influencia fue trasladada a la Masonería especulativa y que era heredera de los antiguos colegios corporativos de maestros constructores operativos.

¡Hombre, tú eres tu Propia Ley! ¡Amor bajo la Voluntad!

Dicho de otro modo.

¡Como divino que eres, Hombre,  tú eres la Ley! ¡Amor siempre consciente!

Esto que pudiera parecer incomprensible a primera vista, es tan simple como que hay dos formas de dar a conocer o reconocer la Moral y por ende el Amor. Una es correcta y la otra es una absoluta aberración. La buena es por convicción; es decir uno ama cuando está preparado y como consecuencia actúa de forma moral de forma consciente y sin mediar algún tipo de coacción. La Segunda, es la mayor de las inmoralidades posibles y es la de intentar imponer una supuesta forma de amor a quien no puede sentirlo y que viene cargado de una falsa moral, mediante ciertos dogmas y explicaciones que conlleva el Miedo al Castigo como inductor necesario.

Ninguna Ley del colectivo humano debe de estar por encima de la divinidad del Individuo conocido como Hombre y solo existe Moral cuando se es consciente de Amar; de otro modo, todo sería caótica inmoralidad y dado que la Inmoralidad es lo que rige en nuestro Mundo material, es obligación de todos los albañiles especulativos y maestros constructores, difundir la Verdad, el Conocimiento de la Gnosis encerrada dentro del pentagrama del Hombre de Vitrubio, en suma, del Ser Humano.

La Moral Rosacruz impregna, hasta en sus mas diminutos poros, a toda la Institución masónica independientemente de los elevados grados de los que estuviesen constituidos sus ritos; pero tiene su esencia más básica reflejada en el Grado de Compañero y en el Oficio del Limosnero y aquí nos tenemos que quedar, dado que mas allá estamos obligados a callar y nos es imposible continuar. 

La Moral Rosacruz es, esencialmente, Puro Amor.

Aralba