domingo, 23 de septiembre de 2012

Teoría Cuántica y Gnosis




1. Reflexiones desde la Teoría Cuántica de la Física

A medida que la ciencia avanza, la humanidad va encontrando mayores respuestas al misterio de la creación, un reencuentro entre lo espiritual y lo material, tal como por ejemplo se viene dando a las aplicaciones de la teoría cuántica de la física a diversos campos del conocimiento, como en psicología, fisiología, biología, y epistemología.

Se podría decir que los descubrimientos en física cuántica han revolucionado ampliamente la comprensión acerca del hombre y el mundo, como lo describe la película documental ¿Y tú que sabes? de gran acogida en el mundo entero.

Para comprender estos planteamientos, debemos retroceder a la evolución de la física, en un recuento que nos acerque a los postulados de hoy partiendo desde el descubrimiento del átomo hasta llegar al quantum.

El descubrimiento del átomo

Tal vez los primeros en sugerir la existencia del átomo fueron Leucipo y Demócrito pertenecientes a la escuela filosófica del atomismo en la Grecia antigua (siglo V a.C), cuando afirmaron que la materia está compuesta por pequeñas masas duras que se combinan en multiplicidad de formas con diferentes consistencias y cualidades a las que llamaron átomos (término que significa indivisible). Su concepción del átomo era, de pequeñas partículas indestructibles e impenetrables (porque no contenían vacío), que se mueven constantemente, combinándose para determinar las propiedades de la materia. Es por eso que ambos son considerados los padres de la primera teoría atómica de la materia.

Las leyes de Newton

En los siglos XVIII y XIX, la mecánica newtoniana o clásica parecía proporcionar una descripción totalmente precisa de los movimientos de los cuerpos, como por ejemplo el movimiento planetario. La mecánica de Newton sugería que Dios creó el mundo en consonancia con un plan personificado en las leyes naturales. Sin embargo, a finales del siglo XIX y principios del XX, ciertos resultados experimentales introdujeron dudas sobre si la teoría newtoniana era completa.

Según las nuevas observaciones acerca del comportamiento del átomo, que se esperaban, confirmarían las leyes de Newton, estas solo se aplicaban a los cuerpos celestes, no así a los átomos aislados. Los científicos reconocían la imposibilidad de elaborar una teoría de la acción molecular que englobara distintos fenómenos de la física, como la termodinámica, la radiación y la electricidad, tal como se entendían entonces.

Otro enigma para los físicos era la coexistencia de dos teorías de la luz: la teoría corpuscular, que explica la luz como una corriente de partículas, y la teoría ondulatoria, que considera la luz como ondas electromagnéticas. Un tercer problema era la ausencia de una base molecular para la termodinámica.

2. La mecánica cuántica

El primer avance que llevó a la solución de aquellas dificultades fue la introducción por parte del físico alemán Max Planck (1.900) de la teoría cuántica, basada en la utilización del concepto de unidad quántica para describir las propiedades dinámicas de las partículas subatómicas y las interacciones entre la materia y la radiación. Planck postuló así que la materia solo puede absorber o emitir energía en pequeñas unidades llamadas cuantos.

Otra contribución fundamental al desarrollo de la teoría fue el principio de incertidumbre formulado por el físico alemán Werner Heisenber en 1.927 y que afirma que no es posible especificar con exactitud simultáneamente la posición y el movimiento lineal de una partícula subatómica. En otras palabras, los físicos no pueden medir la posición de una partícula sin causar una perturbación en la velocidad de dicha partícula. Se dice que el conocimiento de la posición y de la velocidad son complementarios, es decir, que no pueden ser precisos al mismo tiempo.

La mecánica cuántica describe el átomo exclusivamente a través de interpretaciones matemáticas de los fenómenos observados. Con este fin, Planck desarrolló un análisis matemático conocido como mecánica de matrices que consistió en emplear no una ecuación diferencial si no una matriz infinita, formada por infinitas filas compuestas a su vez de un número infinito de cantidades. La mecánica de matrices introdujo las matrices infinitas para representar la posición y el momento lineal en el interior de un átomo.

A partir de estos descubrimientos, surgieron grandes interrogantes: ¿Es caprichosa la conducta del átomo? ¿Si es así, entonces el átomo y por tanto, la naturaleza no están sujetos a ley alguna? Si no es posible determinar con precisión justamente la posición y el momento de una partícula ¿Cómo determinar el curso de la naturaleza?

La materia no siempre es lo que hemos creído que es, algo sólido y estático. En el átomo existen varios estados posibles que no se funden continuamente el uno en el otro, si no que están separados por pequeños espacios finitos. Un átomo puede saltar de uno de estos estados al otro, y puede ejecutar varios saltos diferentes. En la actualidad no se conocen leyes para saber cual de los saltos posibles tendrá lugar en una ocasión determinada, y se sugiere que el átomo no está sujeto a ninguna ley en este particular y que posee lo que podría llamarse por analogía: “libre albedrío”. No se sabe aún con certeza si existen leyes que rigen la conducta de los átomos aislados, o si la conducta de tales átomos depende en parte del azar.

Esto podría explicar la diversidad en la uniformidad, por Ej. Que las cebras todas tienen rayas diferentes o la inexplicable formación casual de dunas en el desierto, siempre cambiantes.

En otras palabras, se pasó del determinismo científico del pasado, a la idea del libre albedrío a un universo con unas leyes lo suficientemente amplias para permitir la transformación de la materia y su manifestación en infinidad de posibilidades.

Desde 1.925 no se han encontrado deficiencias fundamentales en la mecánica cuántica, la cual resolvió las grandes dificultades que preocupaban a los físicos del siglo XX y los nuevos campos de la física se han apoyado firmemente en ella.

Albert Einstein entregó avances importantes a la teoría cuántica y afirmó que ésta al igual que la teoría newtoniana y la ley de la relatividad general, también experimentará cambios profundos en el futuro.

La mecánica cuántica está en la base de los intentos actuales de explicar la interacción nuclear fuerte y desarrollar una teoría unificada para todas las fuerzas fundamentales de la naturaleza (teoría del campo unificado).

Los físicos teóricos como el británico Stephen Hawking siguen haciendo esfuerzos para desarrollar un sistema que englobe tanto la relatividad como la mecánica cuántica, es decir, una teoría cuántica de la relatividad entre las cuales existen diferencias teóricas.

3. El Libre Albedrío

El determinismo se basó en el campo de posibilidades que las matemáticas fijaban. Estas proceden de la operación binaria (racional) de nuestra mente. Desde el punto de vista de la mecánica cuántica, este campo limitado matemáticamente a un número determinado de posibilidades, se rompe para dar paso a un campo infinito de posibilidades.

La física y la astronomía clásicas describían un universo matemáticamente ordenado y con unas leyes estrictas que le daban un orden, dentro del cual, el ser humano no podía hacer nada distinto de ajustarse a ellas.

Con los nuevos descubrimientos, se cambió el enfoque determinista por el libre albedrío. Los seres vivos, incluido el hombre, están regidos por las mismas leyes que rigen la física, lo suficientemente amplias para permitirle actuar con libertad.

Eddington en su libro “La naturaleza del mundo”, planteó que la mente puede decidir que los átomos del cerebro realicen una u otra de las transiciones posibles de las partículas en un momento dado, produciendo resultados en gran escala conforme a su voluntad, de esta manera la marcha del mundo físico está expuesta a ser alterada por las voliciones de los seres humanos.

Esto le devuelve al hombre la posibilidad de determinar los sucesos. Cuando la “volición” traspasa los límites de las leyes naturales, ocurren prodigios, algo que explicaría los llamados “milagros” o el uso de facultades extrasensoriales.

Samael Aum Weor, describe el átomo como compuesto por materia, energía y autoconciencia, es lo que aún no descubren los teóricos de la física cuántica y que explica el movimiento autónomo de las partículas.

Las tres energías básicas del universo (positiva, negativa y neutra) están presentes en el micro y el macro-cosmos. En el átomo, son el protón, neutrón y electrón.

4. ¿Qué podemos conocer?

A partir de estos postulados, muchos paradigmas usados por las ciencias sociales y naturales, sufren un cambio trascendental. 

La teoría cuántica nos mueve el piso en todo aquello que hemos creído.

El problema del conocimiento (filosofía), de la constitución de la materia, (física) de las actitudes humanas (psicología) e incluso nuestra concepción de Dios (Religión) se amplía a nuevos horizontes.

La historia, como nos la han enseñado ha estado equivocada.

La materia no es lo que hemos creído que es, las cosas están hechas de partículas que en su mayor parte tienen vacío (Eter o Campo de Higgs)

Un átomo es como un bip de información, aparece y desaparece de la existencia, en un cambio constante.

Todo está compuesto por energía y vibración, una partícula es una onda extendida de posibilidades que puede estar en diferentes partes y luego caer en la elegida.

Los átomos no son cosas, son "tendencias"
Lo que llamamos real, es una proyección holográfica como muchas otras que existen y que desconocemos.

Estamos en un gran Iceberg del cual solo vemos la punta.

Le hemos otorgado una propiedad al tiempo para convertirlo en una serie de sucesos lineales, olvidando que la interacción y superposición de fenómenos es posible. Si el tiempo no es una sucesión lineal de hechos y nuestra conciencia puede plegar el fluir de sucesos de tal manera que podamos superponer fenómenos, entonces ocurre lo que los Mayas denominaron un Deja-Vu, el instante en que es posible traspasar las barreras espacio-temporales al ingresar a otras coordenadas.

¿Qué es la realidad que percibimos? ¿Es tan real?... y el sujeto que la percibe, ¿cómo la percibe? ¿dónde está la verdad?

El problema de la relación sujeto-objeto cambia. Si las cosas están integradas por haces, (vibraciones, ondas energéticas emitidas por partículas subatómicas) entonces aquello que conozco como Yo (el observador), también lo es, un haz de percepción que percibe otros haces ….. y que integra como "la realidad", (para él), el limitado mundo que hay a su alrededor.

Creamos los efectos de la realidad todo el tiempo, cada cual afecta el mundo exterior de acuerdo a sus condicionamientos o en el mejor de los casos conforme a su voluntad.

Percibimos la realidad como es por el prisma que elegimos, las fibras luminosas de nuestro cuerpo astral, que se alinean en una posición que permiten darle consistencia al mundo exterior, ubicándose en un punto específico.

Al mover esas fibras (durante el sueño, los estados febriles, los estados alterados de conciencia, mediante el uso de enteógenos, los trances extáticos u otras formas de alterar la realidad), se mueve el punto y las fibras se enfocan a otras realidades o mundos paralelos, que podemos confundir como delirio, sueño, alucinación, etcétera, pero no por ello menos reales que el mundo físico.

5. La conciencia cuántica.

Creamos “los efectos” de la realidad todo el tiempo. Ya no podemos entender al ser humano como ajeno a lo que le rodea, escindido del mundo "real". No existe un ahí afuera, independiente de lo que existe aquí dentro (del sujeto).

Cuando vemos un objeto, la percepción visual entra a través de nuestros ojos para ser decodificada por nuestro cerebro. ¿Quién ve? ¿Los ojos o el cerebro?

Es un error creer que el mundo está ahí independiente de mi experiencia. Creamos modelos de como queremos ver la realidad, y esta está coloreada por nuestras propias experiencias e impresiones.

El cerebro es un complejo neuroeléctrico, una gran red neuronal que responde de manera autónoma y muchas veces mecánica ante los estímulos que recibe del mundo exterior. No diferencia la realidad de lo que recuerda. Conecta y separa hechos del pasado, guarda en el inconsciente, lo que no quiere recordar, aunque está presente todo el tiempo.

Estamos condicionados por el cúmulo de vivencias que cargamos, buenas y malas y que determinan nuestra actitud frente a la vida. A fuerza de repetirnos ideas, creamos un falso sentimiento del yo y lo proyectamos al exterior.

La identificación con nuestros estados emocionales (conmiseración, orgullo, celos, ira, autocompasión, frustración, pesimismo, complejos de inferioridad o superioridad, temores, etc.) es la causa de nuestras patologías, inseguridades y defectos, lo que nos impide valorarnos en el justo valor que tenemos.

Existe una estrecha relación de causa y efecto entre nuestras impresiones (percepciones) y las funciones endocrinas del organismo.

Es la relación estímulo-respuesta descubierta por Pavlov, con el ejemplo del perro y la campanita, cada vez que iba a darle de comer a su perro, él tocaba una campana, y comprobaba que el canino segregaba saliva y jugos gástricos con solo tocar la campana, sin la presencia de alimento.

Esto demostró que los seres vivos, tienen reflejos condicionados frente a los estímulos que reciben, y que se refuerzan con el hábito.

En su libro Nociones fundamentales de Endocrinología y Criminología, Samael Aum Weor, describe muy bien la relación existente entre nuestras glándulas internas y nuestras actitudes psicológicas, nuestros defectos más arraigados y nuestras adicciones.

Estas explicaciones fueron reforzadas por los recientes descubrimientos de la bioquímica y la neurofisiología, que estudian las reacciones fisicoquímicas y neuronales del organismo que los pensamientos, emociones, sensaciones etc. producen en nuestro cuerpo.

Por ejemplo, el hipotálamo segrega ciertas sustancias como los aminoácidos que actúan sobre otros órganos del cuerpo, generando ciertas conductas, estados emocionales, etc. Tanto las sustancias de nuestras glándulas endocrinas como los estimulantes que ingerimos del exterior (drogas, alucinógenos, alcohol, cafeína, etc.) producen adicción.

La adicción tiene muchas facetas, somos adictos a la comida, al sexo, a los estimulantes, e incluso a las emociones. Nos identificamos con muchos estados emocionales buenos y malos, (orgullo, celos, ira, autocompasión, frustración, actitudes negativas, pesimismo, complejos de inferioridad o superioridad, etc.).

Son los defectos psicológicos o agregados psíquicos, que tienen independencia real y tienen embotellada la conciencia, los siete pecados capitales, las debilidades y flaquezas humanas.

Son formas energéticas que se hacen presente en nosotros como reacción mecánica a las impresiones exteriores, estimulando ciertas respuestas del organismo (excitación sexual, ante una imagen erótica, adrenalina, ante situaciones de ira y violencia, etcétera).

Desde el punto de vista de la mecánica cuántica, nuestras adicciones son bioquímicas.

En psicología revolucionaria, nuestras adicciones son efecto de la recurrencia producida por el ego.

Mi cuerpo no es algo escindido del contorno, sino parte de todo. Las enfermedades son trastornos fisiológicos que se generan en conductas inadecuadas, en su gran mayoría tienen origen en nuestro caótico mundo psicológico, del cual se derivan nuestra patologías más arraigadas.

Cuerpo y mente están estrechamente relacionados.

La manera como interactuamos en el medio (environment) determina lo que sucede en nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones.

Las impresiones que recibimos son la causa de nuestros estados emocionales y creaciones intelectuales.

La vida, no es otra cosa que un aprendizaje y una comprensión acerca del ser , que coexiste en un lugar y tiempo definidos.

La causa de nuestros problemas, conflictos, enfermedades, estados emocionales negativos, inseguridades y temores, radica en dicha comprensión.

La conciencia cuántica es llegar a entender la simplicidad dentro de la complejidad del mundo, auto-conocernos con miras a una transformación constante y radical y esa transformación comienza al digerir las impresiones es decir, al no identificarse con ellas, para lograr un equilibrio en nuestras vidas que se extiende a cuanto nos rodea.

Es necesario realizar un esfuerzo consciente, buscar el control de nuestras adicciones, encontrar un equilibrio para poder superarlas, y superarnos a nosotros mismos.

Cambiar las respuestas mecánicas a los estímulos internos y externos, mediante una revolución de la conciencia que solo es posible con fuerza de voluntad.

Se requiere salirse del determinismo para entrar en estados superiores de conciencia, mediante superesfuerzos.

Es el complemento de la psicología revolucionaria a la teoría cuántica.

Evolución e involución son leyes mecánicas,

Re-volución es un acto consciente.

Es el camino del superhombre.

Si nuestras emociones tienen su causa y manifestación en factores bioquímicos (la secreción de nuestras glándulas internas), el amor sería una forma de anticipar las emociones que tendría como fin el goce sexual.

Las gónadas sexuales, expelen ciertas sustancias (las feromonas) que estimulan el erotismo mediante el olor y el tacto.

Las hormonas tanto femeninas como masculinas determinan el rol sexual y potencian el instinto reproductor en todos los seres vivos.

Pero la capacidad de amar en los humanos, también tiene una particularidad. La diferencia del amor humano, radica en la capacidad de sublimar el instinto animal, en dominar la pasión desenfrenada, para transmutarla en algo superior.

Así, en la pareja que se ama de verdad, la cópula pasa a ser un connubio místico, trascendental, que sublima y volatiliza los efluvios orgánicos en sutiles energías espirituales.

Esta es la verdadera magia sexual, el Tantra Yoga, la práctica del Sahaja Mahituna, la unión de dos seres, uno que ama más y otro que ama mejor, el matrimonio perfecto del varón y la mujer. Desde este punto de vista, el amor es no solo algo fisiológico, sino espiritual.

6. Liberación consciente

¿Cómo puede el hombre despertar del “sueño mecanicista” para descubrir las maravillas de la creación, superarse a sí mismo y encontrar la felicidad?

Si es verdad que estamos en un mundo regido por 48 leyes mecánicas y que los astros determinan en gran parte el destino humano, que además estamos sometidos a leyes como la ley del péndulo y la ley de retorno y recurrencia, entonces, ¿donde queda la libertad humana?

Si somos condicionados por las adicciones y funciones endocrinas, ¿hay algún espacio para la autodeterminación? ¿Es posible hablar de libertad en el ser humano?

La teoría cuántica nos sugiere que el hombre goza del libre albedrío, a pesar de estar regido por leyes mecánicas. El determinismo y el destino inevitable, no existen más que como una de las tantas opciones posibles de realizar para el hombre. Es cierto que existen leyes mecánicas en la creación, pero también tenemos la opción de trascenderlas con esfuerzo consciente.

La teoría cuántica es la Teoría de las Posibilidades, de devolverle al hombre su capacidad par recrear la realidad, cambiarla y ampliar el horizonte de lo que conoce.

Ella coloca en nuestro regazo la comprensión de nuestra propia capacidad, para elegir el rumbo de nuestras vidas.

Bien y mal, desde el punto de vista de la teoría cuántica, son conceptos morales que provienen de la interpretación limitada del hombre acerca de la realidad.

Más allá del bien y del mal, está el superhombre, según F. Nietzsche.

El animal intelectual es un tránsito y no una meta, un proyecto por hacerse, el embrión del verdadero hombre, en estado de gestación.

Para que esa semilla germine, hace falta un requisito sine-qua-non es posible trascender a un estadio superior: la voluntad de poderío.

El Creador nos ha diseñado para un plan específico y nos da la libertad para participar de él. El hombre puede entrar a jugar en el escenario de la creación, como co-partícipe de ella, en una perfecta integración simbiótica de armonía y unidad con todo lo que Es.

Podemos desarrollar nuestros dones de intencionalidad, nuestra capacidad de hacer. Ya no hay limitaciones morales como preceptos a priori inconsistentes y sin fundamento, no hay un destino inflexible en el cual no podamos intervenir para modificarlo.

Existo yo y el mundo, es imposible escindirlos uno del otro. No es posible pensar en el mundo sin el yo.

Cada uno vive en su propio mundo psicológico, en él proyecta sus apetencias, deseos, impresiones, etc. para considerar lo que el mundo es desde su conciencia o inconsciencia.

La Liberación consciente comienza con un despertar para ver el mundo tal cual es (objetivo) quitarse el velo de Isis que nubla la conciencia (embotellada por el ego) para que la luz de la realidad pase a través del prisma verdadero (sin mis prejuicios) y entonces esa luz se desdoblará en una infinita gama cromática, más amplia y vasta de lo que creíamos.

Así podremos encontrar la maravilla presente en la vida de todos los días, la cotidianidad se convierte en la espontaneidad del momento presente.

Vivimos en el pasado o soñamos el futuro, nos percatamos poco del aquí y ahora, del momento presente inmediato. Es el Darse Cuenta (de Fritz Pearls) la atención alerta, el aquí y ahora, para descubrir lo novedoso a nuestro alrededor.

Es tener fe en el conocimiento y en las capacidades del hombre para descubrir los secretos de la creación, sus causas y sus leyes.

Pero no se trata de conocer las leyes del universo para alterarlas con fines oscuros o intereses ocultos, como lo hace la ciencia materialista, principalmente las ciencias biotecnológicas que están alterando el orden de la creación y poniendo en riesgo la vida del planeta con sus inventos (transgénicos, clonaciones, criopreservación, etc.) y la nanotecnología.

La teoría cuántica nos enfoca a ser testigos de la maravilla de la creación teniendo en cuenta una única regla: el respeto por ella, por la naturaleza, en sus múltiples manifestaciones con absoluta reserva de no interferir en las leyes naturales.

Este es el secreto que les permitió a antiguas culturas, alcanzar estados de evolución incomprensibles para nosotros y vivir edades de esplendor, porque comprendieron que la evolución del hombre se realiza con, y no contra la naturaleza.

Si el propósito de la creación es la vida sobre este único planeta entre todas las posibilidades, hasta llegar al momento último en el que la materia se hace conciencia en el animal intelectual llamado hombre, entonces no es un gran mérito dicen los científicos como Bertrand Russell, "ya que la civilización moderna no es el mejor ejemplo de perfección" (Ciencia y Religión, revista de occidente. p. 297).

El libre albedrío, como nos lo plantea la teoría cuántica, nos permite ser los artífices de nuestra propia vida, y entender que el propósito de la existencia, es engrandecer la creación y al Creador.

Tenemos la libertad de escoger el rumbo que hemos de tomar, la opción de convertir nuestro mundo en algo mejor o, en el peor de los casos de llegar a la absurda autodestrucción. El presente y por lo tanto, el futuro que nos espera está en nuestras manos y en la conciencia en cuanto asumamos sus grandes desafíos.

Al interrogante ¿qué podemos conocer? Podríamos responder: todo lo que esté al alcance del hombre.
Son infinitas las posibilidades en el universo, Podemos conocer y ser lo que queramos si superamos nuestras debilidades...

Teosofía de los Rosacruces; Conferencia XII La evolución terrestre de la humanidad (II)



El suceso que les he descripto como la aparición de los dos sexos se realizó exteriormente en tal forma que debemos imaginarnos que en el referido animal humano de la Luna, como asimismo en sus descendientes de la repetición lunar en la Tierra estaban aún unidos los dos sexos. A partir de entonces efectivamente tuvo lugar una suerte de división del cuerpo humano, y la misma se realizó a través de cierta densificación.

El cuerpo humano del presente con la característica unisexual sólo pudo desarrollarse por la formación de un reino mineral como ahora existe; quiere decir que la Tierra y el cuerpo humano primero tuvieron que solidificarse a la naturaleza mineral del presente: Los cuerpos humanos blandos de la Luna y del principio de la Tierra pertenecían a hombres bisexuales de naturaleza masculino femenina.

Hemos de recordar el hecho de que en cierto respecto el hombre ha conservado un remanente de la antigua bisexualidad, puesto que en el organismo masculino de nuestro tiempo el cuerpo etéreo es de índole femenina, el de la mujer, masculina. Tales hechos nos permiten observar interesantes aspectos en cuanto a la vida anímica de los sexos.

Por ejemplo, la capacidad de la mujer de sacrificarse en la obra caritativa está en relación con el carácter masculino de su cuerpo etéreo, mientras que la ambición del hombre se explica si se tiene en cuenta la naturaleza femenina de su cuerpo etéreo.

Ya he dicho que como resultado de la mezcla de las fuerzas que nos envían el Sol y la Luna se desarrolló lo que representa lo particular del género humano. A este respecto hay que tener presente que en el organismo masculino la influencia más fuerte sobre el cuerpo etéreo le llega de la Luna, y del Sol la influencia más fuerte sobre el cuerpo físico.

En la mujer sucede lo inverso: la influencia sobre el cuerpo físico proviene de las fuerzas de la Luna, y la influencia sobre el cuerpo etéreo, del Sol. El continuo cambio de substancias minerales, como sucede en el cuerpo físico humano de ahora, sólo pudo realizarse después de haber aparecido el mineral. La nutrición anterior había sido muy diferente. Durante el período solar de la Tierra todas las plantas contenían savias lechosas, y la nutrición efectivamente se hacía de tal forma que el ser humano chupaba de las plantas las savias lechosas, tal como ahora el niño de la madre.

Las plantas que en el presente todavía contienen semejantes savias son los últimos restos del período en que todas las plantas proporcionaban esas savias. Sólo más tarde llegó el tiempo en que la alimentación adquirió las formas del presente. Para comprender el significado de la separación de los sexos hay que tener presente que tanto en la Luna como durante la repetición en la Tierra del período lunar todos los seres se parecían unos a otros. Así como una vaca nos presenta el mismo aspecto que todas las demás, inclusive las generaciones posteriores, debido a la influencia del alma grupal, así también los hombres de entonces se parecían absolutamente a sus antepasados; y esta condición se mantenía hasta en el período atlante.

¿A qué se debe el hecho de que en el presente los hombres ya no se asemejan entre sí? Esto tiene su origen en la aparición de los dos sexos. De la bisexualidad del pasado se ha conservado en la naturaleza femenina la tendencia a crear los descendientes de aspecto parecido. En el ser masculino se manifiesta otra influencia, pues en él existe la tendencia a provocar la diversidad, la individualización; y por el hecho de fluir la fuerza masculina en la femenina surgió cada vez más la desemejanza.

Resulta pues que por el influjo masculino aparece la posibilidad de desenvolverse la individualidad. La bisexualidad tenía otra particularidad más. Si se le hubiera preguntado al antiguo hombre lunar acerca de las experiencias de su vida, él las hubiera sentido como iguales a las de sus antepasados remotos; la vida se extendía a través de generaciones. La preparación del hecho de que paso a paso se desenvolvió la conciencia de la vida que sólo se extiende desde el nacimiento hasta la muerte, tenía su origen en la individualidad del género humano; y con ello también surgió la posibilidad de un nacimiento y una muerte como ahora existen.

Los antiguos seres humanos lunares con sus movimientos cernidos-nadantes, pendían de la atmósfera circundante, hacia la cual ellos extendían sus cordones sanguíneos. Al morirse semejante ser, no sucedía un morir del alma; sólo tenía lugar algo así como el extinguirse de un miembro, mientras arriba se mantenía la conciencia, como si, por ejemplo, se secase la mano perteneciente al cuerpo y en su lugar se formase una mano nueva.

Quiere decir que con su conciencia opaca esos hombres sentían la muerte sólo como un paulatino secarse del cuerpo. Los cuerpos se secaban y continuamente brotaban otros nuevos; pero la conciencia se mantenía por medio de la conciencia del alma grupal, de modo que en realidad existía una suerte de inmortalidad. Después apareció la sangre de ahora, produciéndose la misma en el cuerpo humano mismo; y esto se realizó paralelamente con la aparición de los dos sexos, con lo cual surgió la necesidad de un proceso singular.

En la sangre se manifiesta una lucha constante entre la vida y la muerte; y un ser que produce sangre roja tiene en sí mismo el escenario de una constante lucha entre la vida y la muerte, puesto que continuamente va gastándose sangre roja y transformándose en sangre azul, una substancia de la muerte. Con la transformación de la sangre propia en el organismo humano también se produjo el apaciguamiento de la conciencia más allá del nacimiento y la muerte.

Sólo con la conciencia clara del presente el ser humano perdió la antigua inmortalidad ligada a la conciencia opaca, quiere decir que la pérdida de la visión más allá del nacimiento y la muerte se vincula íntimamente con la sexualidad. Otra cosa más se vincula con la misma. Mientras el ser humano tenía el alma grupal, la existencia terrenal se extendía de generación en generación, sin la interrupción por el nacimiento y la muerte. Al producirse tal interrupción apareció la posibilidad de la reencarnación. Antes el hijo no era sino la continuación inmediata del padre; el padre, del abuelo; y la continuidad de la conciencia no se cortaba. Pero llegó el tiempo de apagarse la conciencia más allá del nacimiento y la muerte, y sólo con ello se dio la posibilidad de la vida en el kama loka y el devachan.

Tal cambio, tal vida en mundos superiores sólo se ha hecho posible después de la individualización, después del desprendimiento del Sol y de la Luna. Sólo entonces comenzó lo que ahora llamamos encarnación y con ello aquel estado transitorio que en el futuro volverá a no tener lugar. Según lo que precede hemos llegado a la época en que el antiguo organismo bisexual, el que representa una especie de alma grupal, se divide en lo masculino y lo femenino de tal característica que lo igual, la parecido se continúa a través de lo femenino, lo distinto por lo masculino.

Efectivamente percibimos dentro de nuestra humanidad, en lo femenino el principio que aún conserva los antiguos nexos de raza y pueblo, y en lo masculino aquello que continuamente rompe y quiebra dichos nexos, y que de este modo individualiza a la humanidad. Realmente actúa en el organismo humano lo antiguo femenino como alma grupal, y lo nuevo masculino como elemento individualizante. Llegará el tiempo en que realmente han de cesar todos los vínculos de raza y de pueblo. El hombre se diferenciará cada vez más de otro hombre, y la unidad ya no existirá por la sangre común, sino por medio de lo que liga alma a alma. He aquí el curso de la evolución de la humanidad.

En las primeras razas atlantes existía aún un fuerte lazo de unidad, de tal modo que las primeras subrazas también se diferenciaban por el color, y este elemento de alma grupal todavía existe en los hombres de distinto color. Estas diferencias desaparecerán cada vez más cuanto más el elemento individual predomine. Llegará el tiempo en que ya no habrá razas de distinto color. La diferencia en cuanto a las razas habrá dejado de existir, en contrario existirán las diferencias individuales más grandes. Cuanto más nos remontemos a los tiempos antiguos, tanto más se nos presenta el dominio del elemento racial.

El principio realmente individualizante ciertamente sólo comienza en el posterior período atlante. En los antiguos atlantes los pertenecientes a una raza efectivamente sentían una profunda antipatía contra los de otra raza. La unidad y el amor tenían su origen en la sangre común; y se consideraba como inmoral casarse con una persona de otra tribu.

Si el vidente examinara la relación entre el cuerpo etéreo y el físico del antiguo atlante, descubriría algo singular. En el hombre de nuestro tiempo la parte de la cabeza del cuerpo etéreo casi concuerda con la cabeza física, pues la sobrepasa muy poco; en cambio, la cabeza etérea del antiguo atlante era mucho más amplia que la física, y principalmente en la frente aparecía mucho más extensa. Al respecto, tenemos que imaginarnos un punto en el cerebro físico, situado entre las cejas, pero aproximadamente un centímetro más abajo, y otro punto que a este último le corresponde, en la cabeza etérea.

En el atlante estos dos puntos estaban muy distantes, el uno del otro; y la evolución precisamente se expresaba en que ambos iban aproximándose cada vez más. En la quinta época atlante el punto de la cabeza etérea se introdujo en el cerebro físico, y como resultado del unirse los dos puntos se desarrolló lo que ahora nos es propio: calcular, contar unidades, la facultad de juzgar, y en general la facultad comprensiva e intelectual. Anteriormente los atlantes sólo poseían la muy desarrollada memoria, pero no el intelecto combinatorio.

Aquí se nos presenta el punto de partida para el nacimiento de la conciencia del yo. Antes de unirse los dos puntos el atlante no poseía la independencia de su ser; por otra parte era capaz de vivir en contacto mucho más íntimo con la naturaleza. Sus viviendas se componían de lo que la naturaleza le ofrecía. Transformaba las piedras y las combinaba con los árboles en crecimiento.

Transformando lo que la Naturaleza le ofrecía él creaba su morada, de modo que ésta se componía de objetos naturales transformados. El atlante vivía dentro de los nexos estrechos que aún se habían conservado sobre la base del parentesco sanguíneo en tal forma que en la comunidad se ejercía una potente autoridad del más fuerte, el jefe. Todo dependía de la autoridad, la que por cierto se ejercía, además, de otromodo.

Cuando la humanidad entró en el período atlante todavía no hablaba ningún idioma articulado, pues éste sólo se desarrolló en el período atlante. Quiere decir que el jefe no hubiera podido expresar sus órdenes por medio de un lenguaje. Por otra parte aquellos hombres tenían la capacidad de comprender el lenguaje de la Naturaleza. De esto no tiene ni idea el hombre del presente; tendrá que aprenderlo nuevamente. Imagínense, por ejemplo, un manantial que les refleja la propia imagen. En el alma del ocultista esto hace surgir un sentimiento extraño, pues él dice: Mi propia imagen se me presenta por el reflejo de esta fuente, y esto es la última señal de cómo en el antiguo Saturno todo se había reflejado hacia el espacio circundante.

En el ocultista se suscita el recuerdo del antiguo Saturno cuando él percibe en la fuente la imagen reflejada. y en el eco que hace resonar la propia expresión se suscita el recuerdo de cómo en Saturno volvía como eco todo lo que resonaba hacia el espacio cósmico. Otro ejemplo: se percibe una Fata Morgana, un espejismo en el que en cierto modo el aire ha acogido y va devolviendo ciertas imágenes. Esto despierta en el ocultista el recuerdo del período solar, cuando el Sol gaseiforme recogía en sí y transformaba lo que le llegaba del universo, para reflejarlo unido con su propia naturaleza. En el antiguo planeta Sol se hubiera percibido que en su seno se había preparado todo como Fata Morgana, como una imagen luminosa, dentro de los gases del estado solar. De tal modo, sin ninguna fantasía, se aprende a formarse la imagen del mundo; y esto representa un medio importante para el desarrollo hacia los mundos superiores.

En los tiempos antiguos el hombre comprendía en alto grado la Naturaleza. Es sumamente distinto el que se viva en una atmósfera como la presente, o en la del período atlante, pues en aquel tiempo el aire estaba lleno de densas masas de neblina, el Sol y la Luna circundados de un gigantesco halo de arco iris. Hubo un tiempo en que las masas de neblina estaban tan densas que no se podían ver las estrellas y en que el Sol y la Luna estaban aún obscurecidos; sólo en el curso del tiempo se hicieron visibles para el hombre. En el Génesis se describe magníficamente la aparición del Sol, la Luna y las estrellas en el firmamento. Lo que allí se describe realmente ha tenido lugar, como asimismo mucho más.

El atlante poseía aún la comprensión de la Naturaleza a su derredor. El murmurar del manantial, lo que suena en el viento tempestuoso, sonidos inarticulados para el hombre del presente, los percibía el atlante como lenguaje inteligible. No había mandamientos, pero el espíritu se manifestaba a través de la atmósfera acuosa, hablando al ser humano. La Biblia lo expresa mediante las palabras: "y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas." El hombre oía al Espíritu hablando desde los elementos, desde el Sol, la Luna y las estrellas, y dichas palabras de la Biblia expresan claramente lo que sucedía en torno del ser humano.

Llegó el tiempo en que una parte del género humano particularmente progresada y que vivía en una región que ahora también es fondo del mar, cerca de Irlanda de ahora, experimentó el ya mencionado fuerte amoldamiento del cuerpo etéreo y a raíz de ello una más amplia inteligencia. Bajo la conducción de la personalidad más progresada, dicha parte de la población atlante comenzó a migrar hacia el Este, mientras enormes masas de agua paulatinamente inundaban al continente atlante.

La parte más evolucionada de esas poblaciones se trasladó hasta Asia, donde fundó el centro de las culturas que designamos como las culturas post-atlantes; y de este centro irradió toda la cultura ulterior. Esta tuvo su origen en la corriente humana que más tarde avanzó más hacia el Este y que, partiendo del Asia Central fundó en la India la primera cultura post-atlante, la que todavía mostraba importantes reminiscencias de la cultura atlante. El habitante de la antigua India aún no poseía la conciencia como la nuestra, pero se dio la posibilidad para la misma cuando los dos puntos a que nos hemos referido se unieron. Antes de este amoldamiento aún vivía en el atlante la conciencia en imágenes, la que le permitía percibir entidades espirituales.

No solamente oía un claro lenguaje en el murmurar del manantial, sino que de éste veía ascender la ondina que en el agua se incorpora. En las corrientes del aire percibía las sílfides, en el crepitar del fuego, las salamandras. Todo esto lo veía y de ello nacieron los mitos y las sagas que en su forma más pura se conservaron en territorios europeos, en los cuales habían permanecido partes de los atlantes que no migraron hasta la India.

Las sagas y los mitos germanos son restos de lo que los antiguos atlantes habían percibido en las masas de neblinas. Los ríos, como el Rin, vivían en la conciencia de los antiguos atlantes como si con aquellos se hubiese unido la sabiduría proveniente de las neblinas del antiguo Nitlheim. Esta sabiduría parecía hallarse en los ríos en forma de las Ondinas del Rin, o seres similares.

En la forma descripta vivían en Europa restos de la cultura atlante, mientras que en la India surgía otra, la que todavía mostraba reminiscencias del antiguo mundo de imágenes. Este último mundo había desaparecido, pero el habitante de la India guardaba el anhelo de lo que ese mundo expresa. El atlante había oído el lenguaje de la sabiduría de la Naturaleza, el indio, a su vez, sentía el anhelo de la unidad con la Naturaleza y así se nos presenta el carácter de la antigua cultura india por el hecho de que la misma quiere volver al tiempo en que antes había vivido la humanidad como en su elemento natural.

El antiguo indio era un soñador. Si bien ante él se extendía lo que nosotros llamamos la realidad, no obstante sentía el mundo de los sentidos como maya, como ilusión. Lo que el antiguo atlante aún había percibido como Espíritus moviéndose cernidos, lo buscaba el antiguo indio a través del anhelo del contenido espiritual del mundo, el Brahma. Esta forma de volver a la antigua conciencia onírica del atlante se ha conservado en la enseñanza oriental, en la búsqueda de la antigua conciencia.

Más hacia el Norte existía la primitiva cultura persa de los medos y persas. Mientras que la cultura india hacía abstención de la realidad, el persa a su vez se hacía consciente de que la debe tomar en cuenta. Por primera vez el ser humano aparece como trabajador, consciente de que debe emplear sus fuerzas espirituales, no solamente para aspirar al conocimiento, sino también para transformar la tierra. Al principio la tenía ante sí como elemento contrario; él debía vencerla y este contraste se expresa en Ormuzd y Ahrimán, la Divinidad del Bien y la del Mal, como asimismo en la lucha entre ambas.

Cada vez más el hombre quería hacer fluir el mundo espiritual en el terrenal; pero todavía no era capaz de reconocer el reinar de leyes en el mundo exterior, las leyes de la Naturaleza. La antigua cultura india en verdad poseía el conocimiento de mundos superiores, pero no basado en una ciencia natural, puesto que todo lo terrestre se relacionaba con la maya; el persa, en cambio, sólo llegó a conocer la Naturaleza como lugar de trabajo.

Ahora pasamos a los caldeos, los babilonios y las poblaciones egipcias, es decir a la época en la que el hombre llegó a conocer el reinar de las leyes en la Naturaleza. Alzando la mirada hacia las estrellas, no solamente buscaba dioses tras ellas, sino que examinaba las leyes de ellas, y esto condujo a la maravillosa ciencia que se nos presenta en los caldeos. El sacerdote egipcio no consideraba lo físico como antagónico, sino que incorporaba a su suelo, su país, la espiritualidad que se le revelaba en la geometría.

Se llegó a conocer las leyes que rigen en la Naturaleza exterior. En la sabiduría caldeobabilonio-egipcia se enlaza íntimamente la astronomía exterior con el conocimiento acerca de los dioses que dan alma a las estrellas. Esta es la tercera etapa de la evolución cultural.

Sólo en la cuarta etapa de la evolución post-atlante el hombre llega al punto de hacer fluir en la cultura lo que en él mismo vive como espiritualidad. Esto se realiza en la época greco-latina, en la que mediante la obra de arte el hombre impregna en la materia su propia espiritualidad, tanto en el arte plástico como en la poesía dramática. En la misma época también se realizan los comienzos de la formación de ciudades, una formación bien distinta de la que existía en el Egipto y en Babilonia, donde los sacerdotes alzaban la vista hacia las estrellas, estudiando sus leyes, mientras en sus obras arquitectónicas creaban el trasunto de lo observado en el firmamento. A raíz de ello sus torres evidencian la evolución en siete escalones, la que el hombre primero había descubierto en los cuerpos celestes, y también sus pirámides muestran condiciones cósmicas.

En el principio de la historia romana, la de los siete reyes de Roma, se expresa maravillosamente el tránsito de la sabiduría sacerdotal a la realidad de la sabiduría humana. ¿Qué son estos siete reyes? Recordemos que la primitiva historia de Roma tiene su origen en Troya, la que aparece como el último resultado de antiguas comunidades de sacerdotes que habían organizado los Estados según las leyes de las estrellas. Con el tránsito a la cuarta época cultural la inteligencia humana se sobrepone a la sabiduría sacerdotal. La imagen de aquélla la representa la astucia de Ulises. Más expresivamente lo hace comprender la imagen que es símbolo del sobreponerse el discernimiento humano a la sabiduría sacerdotal, pues como símbolo de la sabiduría humana siempre ha sido considerado la serpiente.

El grupo escultórico de Laocoonte expresa que las serpientes, que representan la inteligencia y la sabiduría del hombre, vencen a la sabiduría sacerdotal de la antigua Troya. Las autoridades que actúan en el curso de los milenios bosquejaron entonces los sucesos a realizarse, y según ellos debió transcurrir la historia. Los que se encontraron en el sitio del origen de Roma determinaron de antemano la cultura septenaria de Roma, tal como la misma figura en los libros sibilinos.

Reflexionando sobre los mismos se descubrirán en los nombres de los siete reyes reminiscencias de los siete principios del ser humano, hasta tal punto que el quinto rey romano, el etrusco, llega de afuera; él representa aquella parte del principio Manas, del Yo espiritual, que actúa como eslabón entre los tres principios inferiores y los tres superiores. Los siete reyes romanos representan los siete principios de la naturaleza humana.

Los vínculos espirituales se expresan en estos sucesos. El Estado romano republicano no es otra cosa que la sabiduría humana que alterna con la sabiduría sacerdotal; y así la tercera cultura se convirtió en la cuarta. En sus grandes obras de arte, en sus poesías dramáticas y en el derecho el hombre hizo brotar de sí mismo lo que él tenía en el alma. Anteriormente todo el derecho se había recibido de las estrellas. Los romanos llegaron a ser un pueblo del derecho, porque aquí el hombre ha creado según sus propias necesidades el derecho necesario correspondiente, el Jus romano.

Nosotros mismos vivimos en la quinta época. ¿Cómo se expresa en ella el sentido de toda la evolución? Desapareció la antigua autoridad; el hombre se torna cada vez más concentrado en sí mismo, su actuar y trabajar exterior es cada vez más un reflejo de su interioridad. Las comunidades étnicas se deshacen, el hombre se individualiza cada vez más. En esto se basa el germen de la religión que dice: El que no abandone a padre y madre, hermano y hermana, no puede ser mi discípulo.

Esto significa que todo amor basado en el parentesco natural ha de cesar; los vínculos deben de formarse de hombre a hombre, y el alma ha de encontrar al alma. Es nuestra tarea hacer descender un tanto más al plano físico lo que en la época grecolatina había fluido del alma; y con ello el hombre llega a ser cada vez más una entidad sumergida en la materia. Mientras que en sus obras de arte el griego creaba un reflejo idealizado de su vida anímica, vertiéndolo en la forma humana, y el romano en sus preceptos jurídicos algo que más bien da expresión a necesidades personales, nuestra época, a su vez, se caracteriza principalmente por las máquinas como expresión materialista de necesidades enteramente personales.

La humanidad descendió cada vez más del cielo, y nuestra quinta época ha descendido al más bajo plano y se halla enredada en la materia en el más alto grado. Si el griego aún había elevado al hombre sobre el hombre a través de sus creaciones artísticas -pues Zeus representa al hombre elevado sobre sí mismo-, si en los preceptos jurídicos romanos todavía se encuentra algo del hombre que lo eleva sobre sí mismo, pues el romano aún daba más importancia a su posición como ciudadano romano que a su calidad de hombre personal; en nuestra época, en cambio, se halla el hombre que se sirve del espíritu con el fin de satisfacer sus necesidades materiales.

Pues ¿a qué finalidad sirven las máquinas, los buques de vapor, ferrocarriles y todos los demás inventos complejos? Mientras que el antiguo caldeo satisfacía del modo más simple sus necesidades alimentarias, en nuestro tiempo se emplea para ello una inmensa sabiduría. Sabiduría humana cristalizada se utiliza para saciar el apetito de comer y beber. No hay que ilusionarse: emplear la sabiduría en tal sentido significa descender a un nivel debajo de sí mismo, hasta en la materia.

Todo cuanto en el pasado el hombre había traído de lo espiritual debió descender hasta debajo de su propio ser, a fin de poder ascender nuevamente. Pero en ello consiste la misión de nuestra época. Mientras que en el hombre antiguo fluía la sangre que le unía con su comunidad étnica, con su tribu, resulta que en nuestro tiempo se ha quebrantado cada vez más el amor que aún fluía en la sangre antigua. En su lugar debe de haber un amor de índole espiritual, y esto nos permitirá volver a ascender a la espiritualidad.

El haber descendido de la espiritual se justifica plenamente, pues el hombre debe de experimentar el descenso, para volver a encontrar por su propia fuerza el camino hacia la espiritualidad. Es precisamente la misión de la corriente científico-espiritual enseñar a la humanidad el camino hacia lo alto.

Hemos contemplado el curso evolutivo de la humanidad hasta el tiempo al que nosotros mismos hemos llegado. Ahora nos incumbe mostrar cómo ha de seguir su evolución y cómo el hombre que experimente la iniciación puede, ya en nuestro tiempo, pasar anticipadamente por un determinado nivel evolutivo de la humanidad, a través de su sendero de conocimiento y sabiduría.

Rudolph Steiner